La Central de autobuses del Norte y sus alrededores se han convertido en un albergue temporal para los migrantes que siguen llegando de la frontera del Sur; la mayoría son venezolanos, pero también se observan haitianos, colombianos, ecuatorianos y cubanos que siguen instalando campamentos improvisado con cajas de cartón, hule y algunas tiendas de campaña.
Ya no sólo están en los camellones de 100 Metros, Avenida Hospital Benito Juárez, Norte 1 F, Norte 1 , Avenida Politécnico Nacional, ya llegaron a los jardines de Avenida Insurgentes Norte y Poniente 112, vialidades de las colonias Magdalena de las Salinas, Capultitlan y Panamericana.
Al preguntarle a un grupo de migrantes su nacionalidad, uno respondió: “no hay nacionalidades, sólo necesidades”, pero su acento dio la pauta para saber que eran venezolanos.
Sin un baño cercano, han improvisado un WC con plásticos negros, y en algunas áreas se mueven entre montones de basura que ellos mismos han acumulado, lo cual puede generar diversas infecciones. Hecho que ya causa molestia entre los vecinos y comerciantes de la zona.
La travesía de la familia Robles
La familia Robles, entre una vieja cazuela sobre piedras y algunos troncos encendidos, guisaba arroz blanco con sal, para llevar algo a sus estómagos que tiene varios días de comer muy pocos alimentos. Narraron que tienen un mes de haber salido de Venezuela, ya tienen los pies muy lastimados de tanto caminar. Pero esperan que Dios los ayude y puedan llegar a la frontera Norte.
También sentadas en el piso, otras personas migrantes de ese país sudamericano esperan en la Terminal Central de Autobuses del Norte, con su celular en mano, comentan que es la única manera de mantenerse en contacto con su familia. Sin saber que pasará, ya que saben que México es un país muy violento, pero confían que “con el favor de Dios”, van a llegar a Estados Unidos.
Joan Moravias, joven venezolano que viene con dos hijos y su esposa embarazada, comentó que “ni loco quieren quedar en México”, “sólo estamos de paso, nada más conseguimos algunos pesos mexicanos para poder tomar un bus, rumbo a Piedras Negras, Coahuila”.
Con sus niñas descalzas y él y su esposa en sandalias, sabe que para ellos es más complicado viajar 4 personas, su esposa tiene 5 meses de embarazo, porque tiene que juntar más dinero para moverse, pues en todo su camino les piden dinero, diversas personas. “Pero también nos hemos encontrado gente muy linda en México, nos regala comida, ropa, zapatos y algunos pesos”.
Tiene conocidos en Houston, Texas, por eso quiere llegar a Eagle Pass, para buscar una nueva vida para toda su familia, que en pocos meses, serán 5, dice con entusiasmo, Joan. “Primero Dios llegaremos a nuestro destino, tengo fe”, citó.
Como de todos es sabido, los migrantes buscan seguir camino hacia la frontera del Norte, en búsqueda del sueño americano, por ello pernoctan en esa calles inseguras, debido a que los albergues están a su límite de capacidad, por lo que no tienen otra alternativa que dormir en parques, banquetas, debajo de un puente, en áreas verdes.
Migrantes buscan trabajos
Varios buscan trabajar, de forma ilegal, ya que no cuentan con documentos, lavan carros y barren calles, todo ello para poder comprar un boleto rumbo a la frontera norte. O bien llegar a zonas cercanas donde pasa el tren de carga, conocido como “la Bestia”.
Es un panorama desolador por la forma en que están sobreviviendo estas familias migrantes, con niños pequeños y varias mujeres embarazadas.
Platicaron sin dejarse sacar fotos que cuando consiguen un poco de dinero continuarán su travesía por México. Robinson, joven colombiano platicó que sólo buscan la manera de viajar “económicamente” e ilegal, arriba de trenes, tráileres, y autobuses.
Publicado originalmente en La Prensa