Dime dónde vives y te diré cómo pasas la cuarentena. Las condiciones de las viviendas y el entorno urbano juegan un papel importante en cómo se vive el confinamiento. No es lo mismo encerrarse en una casa amplia, bien ubicada en el centro de la ciudad y con todos los servicios, que en la periferia, sin opciones de transporte, sin agua y en hacinamiento.
Académicos de la UNAM, la Universidad de Guadalajara, el Colegio de la Frontera Norte, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, el Colegio Mexiquense y el CINVESTAV-Mérida investigaron al respecto y encontraron que, en efecto, “la experiencia de confinamiento en el interior de las viviendas expresa y amplifica las desigualdades estructurales que existen en las ciudades”.
Se trata de la investigación Condiciones de habitabilidad de las viviendas ante el ‘distanciamiento social’ impuesto por el COVID-19. Para su elaboración se aplicaron cinco mil cuestionarios vía internet y WhatsApp en las tres más grandes zonas metropolitanas del país: Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, en las dos más grandes ciudades fronterizas Ciudad Juárez y Tijuana y en tres ciudades capitales: Cuernavaca, Toluca y Mérida.
En el caso de las periferias de la Ciudad de México, Guadalajara, Tijuana y Ciudad Juárez la vivienda en propiedad de los sectores populares se localiza en masivos fraccionamientos y “el cumplir con el llamado ‘aislamiento social’ en estas pequeñas viviendas de interés social, alejadas de lugares de abasto de alimentos, sin opción de entrega de mercancías a domicilio, con poca o nula conectividad hace muy difícil el afrontar esta situación”.
Otro problema asociado a la periferia es que “existen grandes dificultades para el aprovisionamiento de los alimentos y el acceso al agua potable y muchos de estos trabajadores y trabajadoras deben desplazarse en transporte público, principalmente Metro en la Ciudad de México, para llegar a sus lugares de empleo con lo cual el riesgo de contagio se ve incrementado”.
En la Ciudad de México hay dos millones 599 mil 81 viviendas, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en las que habitan ocho millones 918 mil 653 personas. Del total de viviendas, 906 mil 817 tienen de una a tres cuartos y la ocupación promedio es de 3.4 personas, pero hay casos en los que habitan más de una familia en condiciones de hacinamiento.
El Sol de México informó el 11 de mayo pasado que, de acuerdo con el doctor en urbanismo y fundador del Centro de Estudios de la Zona Metropolitana A.C., Emilio Pradilla, “esta pandemia está poniendo a flote todas las contradicciones que tienen nuestras ciudades (…)”. En las periferias, dijo, convergen “malas condiciones de vivienda, de infraestructura”.
Esto quedó reflejado así en la investigación: “sin duda el principal problema para cumplir con el aislamiento social es la precariedad de estas viviendas y el hacinamiento dado el elevado número de miembros de la familia en relación con el tamaño de la vivienda y el número de cuartos”. La cuarentena es relativa.
“En términos generales, puede afirmarse que la experiencia de confinamiento adquiere características más críticas en las viviendas con peores condiciones de habitabilidad y es relativamente mejor en aquellas que tienen características materiales y espacios apropiados al tipo de familia que las habita”, menciona la investigación como una de sus conclusiones principales.
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