/ domingo 31 de marzo de 2019

Entre amenazas, así recuperan los scooters

David Durán narra que hay gente que se los roba y no quiere regresar las unidades

Detrás de cada monopatín eléctrico que rentan las seis empresas que operan en la Ciudad de México hay una historia que hace posible que el equipo esté disponible para los usuarios.

En algunos casos las personas que operan la logística han expuesto hasta su integridad física con tal de tener listas las unidades.

David Durán, de la empresa Lime, cuenta a El Sol de México que en su caso son casi 20 personas divididas en dos turnos para dar mantenimiento, reubicar, acomodar, reparar y mover los 845 monopatines que regularmente tienen en servicio, principalmente en la zona de Reforma y Polanco.

Esto debe ocurrir para que los usuarios tengan patines disponibles en los 30 kilómetros cuadrados donde operan: una persona se encarga de buscar patines que requieran mantenimiento o batería, otra atiende los reportes de las alcaldías (sobre patines mal acomodados) y otra coloca las unidades en los puntos de mayor demanda.

No obstante no siempre las cosas salen de la forma más sencilla. Durán relató que les ha tocado vivir experiencias como robo de los celulares con los que trabajan, recuperar patines sin geolocalizador operados por personas no registradas e incluso amenazas con arma de fuego.

“Nos ha tocado buscar patines en Tepito, La Merced, en Naucalpan, el Bordo, en Golondrinas por San Pedro de los Pinos. En este último punto recuperamos un patín que dejaron abandonado. En cuanto llegamos los vecinos se nos empezaron a acercar para preguntarnos qué queríamos y nos dijeron: qué bueno que vinieron en la mañana, porque en la noche es muy peligroso”, recuerda.

Pero eso es apenas una experiencia mínima. En alguna ocasión tuvieron que acudir a las calles del barrio bravo de Tepito, en la alcaldía de Cuauhtémoc, a buscar siete patines que están retenidos en una de las decenas de vecindades de la zona, que suelen ser refugio y centro de operación de grupos delictivos.

“En Concepción y Aztecas está muy complicado entrar. Fuimos en una van cerrada y al llegar se nos quedaron mirando.

Llegamos como a las cinco de la tarde, entramos y en ese momento motonetas y personas que consumían alcohol y drogas, nos empezaron a ubicar.

“Esa ocasión detectamos siete patines que aparecían en mantenimiento que estaban en esa área. Como es un callejón me baje y entré caminando hasta donde pude, los hice sonar y en el momento en el que suenan se me acercan tres personas y me regreso a la camioneta”, cuenta Durán.

Al momento de emprender la retirada, una motoneta con sujetos a bordo se les acercó, golpeó la parte trasera de la camioneta y escucharon un grito: ¡¿qué buscan?! David y sus compañeros se siguieron tratando de ignorar la amenaza. “No aceleramos para no alentar a que nos hicieran algo”.

Pero lejos de calmar la situación, los sujetos a bordo de la camioneta rebasaron a la van en la que David y sus compañeros suelen cumplir sus jornadas de trabajo.

¡¿Qué andan buscando?! Volvieron a escuchar, pero esta vez la amenaza venía reforzada con un arma de fuego. Con algo de suerte pudieron salir.

Mismo barrio, misma situación. David y sus compañeros en busca de un patín en Tepito. Esta vez fue otro compañero quien se bajó, hizo sonar la unidad para ubicar y efectivamente, estaba dentro de una vecindad.

Toca y sale un joven con actitud de pocos amigos.

Se le pregunta por la unidad y responde: “sí, yo lo tengo, pero me lo vinieron a empeñar por estupefacientes, si me das 10 mil pesos te lo regreso”. La única opción fue retirarse del lugar con una derrota más, el patín no pudo ser recuperado.

Desde Paseo de la Reforma, entre un ir y venir de scooters de Lime y otras marcas, David Durán recuerda otra anécdota.

Buscando una unidad en la colonia Doctores se encuentran con un niño que viaja en una unidad de Lime que era era impulsada de manera física, ya que por ser unidad perdida está bloqueada.

“Le preguntamos dónde lo había encontrado y nos dijo que se lo vendieron. Le explicamos que era un patín de la empresa (Lime) y decidió devolverlo, pero se fue a una vecindad de donde salieron dos personas que nos gritaron: no vengan a quitar los patines que ya quitamos nosotros".

Detrás de cada monopatín eléctrico que rentan las seis empresas que operan en la Ciudad de México hay una historia que hace posible que el equipo esté disponible para los usuarios.

En algunos casos las personas que operan la logística han expuesto hasta su integridad física con tal de tener listas las unidades.

David Durán, de la empresa Lime, cuenta a El Sol de México que en su caso son casi 20 personas divididas en dos turnos para dar mantenimiento, reubicar, acomodar, reparar y mover los 845 monopatines que regularmente tienen en servicio, principalmente en la zona de Reforma y Polanco.

Esto debe ocurrir para que los usuarios tengan patines disponibles en los 30 kilómetros cuadrados donde operan: una persona se encarga de buscar patines que requieran mantenimiento o batería, otra atiende los reportes de las alcaldías (sobre patines mal acomodados) y otra coloca las unidades en los puntos de mayor demanda.

No obstante no siempre las cosas salen de la forma más sencilla. Durán relató que les ha tocado vivir experiencias como robo de los celulares con los que trabajan, recuperar patines sin geolocalizador operados por personas no registradas e incluso amenazas con arma de fuego.

“Nos ha tocado buscar patines en Tepito, La Merced, en Naucalpan, el Bordo, en Golondrinas por San Pedro de los Pinos. En este último punto recuperamos un patín que dejaron abandonado. En cuanto llegamos los vecinos se nos empezaron a acercar para preguntarnos qué queríamos y nos dijeron: qué bueno que vinieron en la mañana, porque en la noche es muy peligroso”, recuerda.

Pero eso es apenas una experiencia mínima. En alguna ocasión tuvieron que acudir a las calles del barrio bravo de Tepito, en la alcaldía de Cuauhtémoc, a buscar siete patines que están retenidos en una de las decenas de vecindades de la zona, que suelen ser refugio y centro de operación de grupos delictivos.

“En Concepción y Aztecas está muy complicado entrar. Fuimos en una van cerrada y al llegar se nos quedaron mirando.

Llegamos como a las cinco de la tarde, entramos y en ese momento motonetas y personas que consumían alcohol y drogas, nos empezaron a ubicar.

“Esa ocasión detectamos siete patines que aparecían en mantenimiento que estaban en esa área. Como es un callejón me baje y entré caminando hasta donde pude, los hice sonar y en el momento en el que suenan se me acercan tres personas y me regreso a la camioneta”, cuenta Durán.

Al momento de emprender la retirada, una motoneta con sujetos a bordo se les acercó, golpeó la parte trasera de la camioneta y escucharon un grito: ¡¿qué buscan?! David y sus compañeros se siguieron tratando de ignorar la amenaza. “No aceleramos para no alentar a que nos hicieran algo”.

Pero lejos de calmar la situación, los sujetos a bordo de la camioneta rebasaron a la van en la que David y sus compañeros suelen cumplir sus jornadas de trabajo.

¡¿Qué andan buscando?! Volvieron a escuchar, pero esta vez la amenaza venía reforzada con un arma de fuego. Con algo de suerte pudieron salir.

Mismo barrio, misma situación. David y sus compañeros en busca de un patín en Tepito. Esta vez fue otro compañero quien se bajó, hizo sonar la unidad para ubicar y efectivamente, estaba dentro de una vecindad.

Toca y sale un joven con actitud de pocos amigos.

Se le pregunta por la unidad y responde: “sí, yo lo tengo, pero me lo vinieron a empeñar por estupefacientes, si me das 10 mil pesos te lo regreso”. La única opción fue retirarse del lugar con una derrota más, el patín no pudo ser recuperado.

Desde Paseo de la Reforma, entre un ir y venir de scooters de Lime y otras marcas, David Durán recuerda otra anécdota.

Buscando una unidad en la colonia Doctores se encuentran con un niño que viaja en una unidad de Lime que era era impulsada de manera física, ya que por ser unidad perdida está bloqueada.

“Le preguntamos dónde lo había encontrado y nos dijo que se lo vendieron. Le explicamos que era un patín de la empresa (Lime) y decidió devolverlo, pero se fue a una vecindad de donde salieron dos personas que nos gritaron: no vengan a quitar los patines que ya quitamos nosotros".

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