Quienes han “madrugado” este domingo para realizar las compras pendientes de las ofrendas por Día de Muertos aprovecharon para salir con sus hijos y pedir calaverita.
En el mercado Río Blanco, conocido por su popular romería de Día de Muertos, son pocos los puestos que están montados antes del mediodía, pero eso no impide que haya niños que buscan dulces entre los locatarios.
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Los puestos que ya están montados en su mayoría son de venta de disfraces y mesas de maquillaje que ofrecen diseños sencillos como de fantasma por 80 pesos o catrinas para adultos que pueden costar hasta 200 pesos.
Karina, quien ofrece en su local máscaras de personajes de Halloween cuenta que aún es temprano para la romería. Como cada año, confía en que alrededor de las 19:00 horas la venta tenga su apogeo y que comience la tradición de pedir dulces.
“¿No les da miedo que haya contagios?”, le preguntamos. “Claro, por eso usamos cubrebocas y se armaron pasillos de un solo sentido, procuramos dar gel a la entrada, pero más nos preocupa no tener trabajo”, responde.
La Merced también se mantiene activa y la Guardia Nacional mantiene vigilancia sobre Circunvalación. Pocos son los niños disfrazados con todo y cubrebocas, se vistieron de Eso y los personajes de La Casa de Papel para ir entre puestos pidiendo calaverita. Incluso hay perros disfrazados.
También hay puestos de maquillaje y venta de productos de “última hora”, para los disfraces.
En el Mercado de Sonora los puestos de venta de maquillaje predominan en la romería exterior. Sus precios van desde 50 con una “calaca” básica y no tienen tope pues depende del diseño que el cliente pida.
Sobre Fray Servando está el puesto de Mireya, quien se transformó en zombie. Les ofreció dos paletas a un par de niños mientras ella comenzaba a pintar a otro. “Aunque sea que se pinten para andar en casa, no hay que quitarles esta ilusión”, dice.
Ella asegura que cada vez que termina un servicio, limpia las brochas y sombras como medida de precaución ante el Covid-19.
En las líneas 1 y 2 del Metro la escena también se repite. Los niños viajan vestidos de catrina o con máscaras y aunque no le piden dulces a nadie, hay pasajeros que les ofrecen algunos.
Aunque el llamado del gobierno de la Ciudad de México fue evitar esta tradición de salir a la calle para evitar contagios de Covid-19, aún hay quienes desoyen la invitación.
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