"Nuestra vida es feliz, muy feliz, nuestro único problema es el agua", señala María Esteban, quien reside desde hace 47 años en el pueblo de San José Obrero, mejor conocido por San José de los Burros, por los animales que utilizan los lugareños para abastecerse del líquido.
El escenario parece la Ciudad de México en los años 40 del siglo pasado, cuando aún había ríos sin entubar, calles repletas de un lodoso barro en el verano y personas que vivían en grandes áreas verdes con animales de granja, pero que buscaban la zona céntrica y urbanizada para vender, comprar y trabajar.
Lee también: Invierten más de 200 mdp en rehabilitación de pozos y drenaje en Tlalpan
San José Obrero es parte de los 14 pueblos y los 17 barrios que forman la zona rural de la alcaldía Xochimilco. Esta es de las áreas más altas de la zona, en pleno cerro. Aquí los vecinos no protestan ni cierran avenidas para presionar a las autoridades por agua que salga de la red y que llegue a cada casa, simplemente acatan las reglas de vivir en un lugar donde no hay sistema de agua potable ni alcantarillado y, por lo tanto, tampoco pagan al gobierno ningún tipo de servicio ni impuesto.
En lugar de quejarse ya se organizaron para recibir el líquido. Dejan tambos azules de 200 litros en una calle angosta de doble sentido por donde convergen pobladores, burros, caballos y el transporte colectivo, en su mayoría vochos grises que bajan y suben la pendiente.
En esas calles hay vecinos que en lugar de utilizar burros, ya colocaron bombas para subir el líquido hacia sus hogares. Son quienes viven muy cerca de donde deposita la pipa.
Es jueves y son cerca de las 10:30 horas, no tardan en pasar los carros cisterna, es por eso que María Esteban y su hija, ayudadas por un caballo negro, vacían hacia cuatro bidones de 20 litros cada uno el agua que aún queda de dos tambos. Los lunes y los jueves, que llegan las pipas para abastecer, hacen 10 viajes con el caballo.
A escasos 50 metros, enfrente está su casa, a la entrada del patio tiene dos contenedores de mil litros de capacidad, están a la mitad con agua de lluvia que captó con una lona. A cinco metros hay un tinaco con agua de las pipas y enfrente hay otro contenedor igual donde ya puso medio litro de clarasol en otro tanto de agua de lluvia para "purificarla".
Sobre si es correcta o no la forma en que utiliza el agua de lluvia con el cloro dice: "A todo se acostumbra uno, yo creo que es más fácil que nos enfermemos allá abajo que acá arriba. Por ejemplo, aquí nosotros hacemos mucho ejercicio, él tiene 73 años (señala a su esposo), va a cumplir 74 años, y yo cumplo 64. Usted vio cómo alzo los tambos, es el ejercicio, mucha gente a esta edad ya no lo hace, aquí el ejercicio es básico.
"Nuestra vida es feliz, muy feliz, nuestro único problema es el agua. Me gusta la tranquilidad de este lugar, aquí llevo viviendo 47 años, que es por una herencia que recibimos".
"El agua la ahorramos de dos a tres maneras. Ahorita llegamos y se vacía a los tambos. De ahí se ocupa en bañarnos y se reúsa, esa agua la utilizamos para el sanitario o para las plantas.
"También ocupamos el agua limpia para los trastes, tenemos dos tambos grandes para lavar, y luego esa agua pasa para limpiar los pisos".
El ahorrar agua es una forma de vida para ella: "Cuando llego a casa de mis hermanas las regaño si ocupan mucha agua, porque nosotros estamos acostumbrados a reutilizarla”.
Tandeo
Muy cerca de ahí está el Tanque de Santa Cruz Acalpixca, donde Jorge Altamirano, trabajador de la alcaldía Xochimilco, abre las válvulas del depósito para distribuir por tandeo a la colonia San Judas Tadeo. Se queda de ocho a 11 de la mañana los martes y jueves.
“Esta agua alcanza para unas 50 familias, 100 familias, que se les da el agua. Ellos (los vecinos que acarrean el líquido) vienen de mucho más arriba, cargan sus burros para llevarla porque hay gente que no alcanza con este ramal”, explica.
A este Tanque llegan los habitantes de las zonas altas para abastecerse. Ahí se encuentra Alfredo Vilchis, albañil de profesión, quien espera en la fila a que llegue su turno para abastecerse, mientras un lugareño pone en el lomo de dos burros sus contenedores de agua.
Alfredo es propietario de una camioneta, en cuya parte trasera transporta un tinaco con capacidad mil 100 litros y tres tambos de 200 cada uno.
Lo ideal, dice, sería construir una cisterna de 10 mil o 20 mil litros en su casa, pero es un gasto que no puede hacer, pues calcula que gastaría 50 mil pesos sólo en el material de construcción.
Para resolver el abasto de agua, hace algunos años hubo un programa que no se concretó.
.jpg "´CORTESÍA FB GOBIERNO DE CHALCO (1).jpg")
“Había un proyecto de que se iba a poner un depósito arriba para que desde este punto enviaran el agua y de ahí ya alimentar a toda la colonia, pero el proyecto jamás se realizó. Hasta su pobre casa ya colocaron el tubo. Hasta ahí se quedaron.
“Nosotros de esta forma es como nos abastecemos del agua. Yo creo que acarreamos dos viajes por semana”, calcula.
El señor Vilchis es de los que viven en la zona más alta, llegó ahí hace 10 años, donde adquirió un lote de 200 metros cuadrados en 100 mil pesos. Hoy en día comprar terreno en esa zona rural cuesta tres mil pesos el metro cuadrado, donde sus residentes deben construir letrinas. En la zona más urbanizada de Xochimilco el metro cuadrado está en 23 mil pesos.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
Sobre cómo sería su vida si llegara agua potable a su casa comenta: “Más tranquila, más viable, Es otra cosa. El agua es todo. El agua es vida. El que es consciente sabe que sin agua nos vamos a morir”.
.jpg "TINACOS Y PIPAS FALTA DE AGUA (30).jpg")
