Al considerar inexplicable que cause polémica una película animada donde dos mujeres se besan y se prohíba a menores ver actos de amor, pero sí se les permite ver cómo se tortura a un animal, la integrante de la bancada del PRD en el Congreso de la Ciudad de México, Polimnia romana Sierra Bárcena, promueve que no se deje asistir a niños y adolescentes a las corridas de toros, por el nivel de violencia que se genera en esos espectáculos.
Aunque un juez federal determinó, de momento, suspender las corridas de toros en la capital del país, la legisladora perredista presentó una iniciativa para dejar asentado en la ley se prohíba la asistencia a menores de 18 años a la denominada fiesta brava.
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La congresista que funge como presidenta de la Comisión de Atención al Desarrollo de la Niñez del Poder Legislativo local, dijo que es aberrante que a un niño se le prohíba un desnudo, actos de amor, pero sí se les permita presenciar la torturara a un ser sintiente; cómo sangra el toro hasta su muerte, entre aplausos.
“Éste sí no es un espectáculo apto para niños”, sostuvo y refirió que la reacción normal de un menor al ver un animal sangrando bajo la violencia de un ser humano es siempre, por principio, una reacción de rechazo, de apuro y de miedo.
Tras estimar que las corridas de toros son un evento terrible que un pequeño sector busca normalizar, delineó que “genera confusión llevar a niños a corridas de toros, por un lado se les enseña a no hacer daño y que causarlo es malo; por otro se inculca el gusto por las corridas, es decir, a disfrutar de un espectáculo”.
Resulta que la iniciativa que fue turnada a comisiones para su análisis, establece que se modificará la Ley de Establecimientos Mercantiles de la Ciudad de México, a fin de precisar que se impondrá clausura al establecimiento que permita el acceso de niños o adolescentes en eventos o celebraciones de espectáculos taurinos donde se lastime o de muerte a un animal.
Se estipula que a los menores se les crea un conflicto interno, porque no pueden mostrar su misericordia hacia el animal que es torturado, en tanto que consideran que traicionan a sus padres o las personas que los llevaron a ver el espectáculo, lo que genera daños emocionales por lo cruel y sangriento de esta actividad.
Publicado originalmente en La Prensa
