El cilindro luminoso de los colores azul, rojo y blanco volvió a girar en la Ciudad de México con el reinicio de actividades de peluquerías, barberías, estéticas y salones de belleza, tras el confinamiento por la emergencia sanitaria derivada por el Covid-19.
Personal de negocios de ese tipo, antes de dar servicio nuevamente, llegó temprano a sus locales para limpiar a fondo las instalaciones: sanitizaron sillones, peines, máquinas para cortar el pelo y otros artefactos que emplean diariamente.
Algunos de ellos intentaron sobrevivir en este periodo de cierre de cortinas con el servicio a domicilio por medio de citas, pero decidieron dejar los letreros con sus números telefónicos ante la posibilidad de que necesitaran nuevamente suspender los servicios.
En una estética de la alcaldía Iztapalapa, antes de entrar el cliente al lugar, fue recibido por una de las empleadas con una botella de gel antibacterial para que se desinfectará las manos, mientras que posaba sus pies en un tapete sanitizante.
Una barbería, muy de moda en estos días, tenía el siguiente letrero: “Por la salud de todos, te invitamos a desinfectar tus manos”, junto al frasco con dicha sustancia.
Sin embargo, quizá porque quebraron, una buena cantidad de estéticas no reabrió este viernes sus cortinas para cortar el pelo, planchar las cejas, cambiar la imagen del cliente, aplicar tinte en el cabello o hacer manicure.
Un cliente, que esperaba en una estética, dijo que mientras no pudo sacarse punta, tuvo que cortarse el cabello como pudo y que a veces le quedaba como si un burro lo hubiera mordido; y otro, de plano, no se arriesgó a tomar las tijeras y prefirió esperar hasta que su fígaro de cabecera reabriera sus puertas para cortarse el cabello de casquete corto.
Los empleados de las estéticas usaron cubrebocas para atender al usuario, los sillones en los que se iba a sentar fueron sanitizados y usaron navajas nuevas para afeitar patillas y bigotes.
El servicio se negó a las personas que no llevaban el cubrebocas y en caso de que no trajera uno, en ese momento los trabajadores le ofrecían uno desechable, todo con tal de no perder el cliente.
Finalmente, mientras cortaban el cabello, los empleados contaban a los clientes lo mal que les fue en el tiempo que estuvieron cerrado y que mientras habían buscado cómo ganar dinero, por ejemplo se pusieron a fabricar cubrebocas.