La reapertura de los restaurantes –después de tres meses de permanecer cerrados o solo con servicio a domicilio- significa un respiro para las 200 mil personas que trabajan en las 56 mil 687 unidades económicas que hay en la Ciudad de México dedicadas a la preparación de alimentos y bebidas, según cifras de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac).
La reactivación, aunque acotada es vista con buenos ojos por el personal que labora en el sector, ya que significa el regreso de las propinas, principal fuente de ingreso para meseros. “Hoy no hemos tenido clientes, es el primer día. Esperemos que cambie rápido porque han sido tres meses duros”, admite un mesero del Salón Corona de Filomeno Mata, en el Centro Histórico, que exhorta a los peatones a pasar a comer.
Herlinda -trabajadora de este mismo establecimiento- cuenta que tomaron todas las medidas sanitarias que exige el gobierno de la Ciudad de México para que la atención al público sea segura. Incluso muestra una bitácora en la que ingresan el nombre del cliente, su temperatura corporal y si presenta síntomas asociados a Covid-19. Como en todos los restaurantes, antes de entrar se sanitiza a cada persona.
A 7.2 kilómetros de ahí, en Virgilio 40 –en la zona conocida como Polanquito- Aldo Montes, gerente del Comedor Jacinta también admite que la reapertura es una bocanada de aire fresco para los empleados del sector. Esperan que en pocos días se normalice la venta en sitio. “Mantendremos el servicio a domicilio, nos dio algunos ingresos en la cuarentena, pero no es lo mismo que estar abiertos y atendiendo aquí”, dice.
El nuevo ritual de acceso a los restaurantes es el siguiente: los clientes deben limpiar su calzado en tapetes sanitizantes, después se les toma la temperatura, se les proporciona gel antibacterial y se les rocía de hipoclorito de sodio en la ropa e ingresan. Una vez dentro se les asigna una mesa que es igualmente desinfectada, se les proporcionan menús digitales o en su caso desechables y se hace el servicio. Una vez que los clientes se retiran, la mesa vuelve a ser desinfectada.
Las medidas sanitarias impuestas por el gobierno capitalino indican que no se puede poner música en los restaurantes para evitar que la gente hable fuerte y puedan expulsar gotas de saliva. Las mesas tienen una ocupación máxima de cuatro personas y no pueden juntarse mesas. No hay un límite de tiempo en la permanencia y está permitida la venta de bebidas alcohólicas, lo que es visto por meseros como algo positivo, pues representa más consumo y más propina.
En el marco de la reapertura la Canirac lanzó una campaña para exhortar a los clientes a regresar a comer a los restaurantes y con ello reactivar la economía tanto de los propietarios –que absorbieron gastos durante el cierre- como del personal que vio mermada su fuente de ingresos durante tres meses.