Santiago Tulyehualco enterró este martes a una de sus hijas más pequeñas, su cuerpo salió de casa, en donde el obispo de la Diócesis de Xochimilco, Andrés Vargas, y Jesús Orozco Zepeda, decano de la zona, encabezaron la misa de cuerpo presente y llamaron a los fieles a crear una red de protección para los grupos más vulnerables.
La ceremonia religiosa inició después de las 13:00 horas, para entonces en la calle María Dolores Obregón entre Pioquinto Mendoza y José D. Osacar, había cientos de vecinos, representantes de los medios de comunicación, amigos y compañeros de la menor de edad, quienes apretujados cantaron.
Y es que su asesinato, que reclama justicia contra la impunidad, sacudió a los pobladores de esta localidad de Xochimilco, que en todo momento cerraron filas con uno de los suyos, y están a la espera de que los asesinos sean capturados.
Vino después del Evangelio, según San Marcos, que narra la agonía de Jesucristo en la Cruz y posteriormente uno de los celebrantes pronunció la homilía, en la que llamó a crear una cultura de la protección con el apoyo de todos.
Exhortó a rogar a Dios para que dé fortaleza a los familiares de Fátima y a todos los pobladores de Tulyehualco.
En la víspera el obispo de dicha Diócesis, que abarca las alcaldías de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta, emitió un mensaje en el que manifestó su indignación ante este acontecimiento y su voz se sumó a la de miles de habitantes y las de los fieles del poblado para exigir justicia y demandó a las autoridades a que hagan lo que les corresponden.
“No nos acostumbramos al clima cotidiano de la violencia”, expresó y dijo que este tipo de acontecimientos lamentables obliga a todos a reflexionar para velar por los más débiles, como los niños, las mujeres, jóvenes y personas de la tercera edad.
Rogó porque Dios concediera a todos y por Fátima a ser eficaces en la defensa de la vida, que es sagrada, a fin de mantener el valor del pueblo; y a los medios de comunicación pidió que “sigan siendo una forma eficaz de defender la vida”.
Familiares y compañeros de Fátima la acompañaron en su último recorrido por las calles del pueblo en el que vivió los siete años de su vida, donde jugó, lloró y daba sus primeros pasos, los cuales fueron cortados indignamente el sábado. “Su sangre clama justicia”, expresaron algunos de los dolientes.
Finalmente, la plegaria universal acompañó el cortejo fúnebre “Roguemos a Dios Nuestro Señor por nuestra hermana y escucha nuestra oración”.