/ martes 25 de junio de 2019

Sacerdote Francisco Javier pasa de la sanación al reclusorio

A Francisco Javier le esperan momentos difíciles, luego de que un juez lo vinculó a proceso por el homicidio de Leo

El ambiente de la iglesia de Cristo Salvador cambió en 2002, cuando llegó el padre Francisco Javier, un sacerdote con el don de la sanación, a relevar a un párroco de origen francés, pues a partir de entonces la feligresía alejada del templo poco a poco regreso al redil y a escuchar la palabra de Dios.

Sin embargo, los parroquianos, desde el miércoles pasado, se quedaron sin su pastor cuando fue capturado el cura y ahora vinculado a proceso por el asesinato del joven Leonardo Hugo Avendaño.

El estar cercano a su grey, escucharlos en todo momento, atenderlos y explicarles las escrituras claramente, fueron los atributos del cura para hacer de esa iglesia el centro de la comunidad de la colonia Miguel Hidalgo, III Sección, alcaldía de Tlalpan.

Otro cura, cuya iglesia está en Tepito, afirmó conocerlo desde hace dos décadas y que desde que era seminarista dio muestras de bondad, ser muy estudiosos de los evangelios, pero sobre todo los llevaba a la práctica en la vida diaria.

Frente al tribunal, donde se debatía si era o no sometido a juicio, uno de sus fieles sostuvo sobre su cabeza una Biblia abierta en el Salmo 27, que empieza con el siguiente versículo: El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?

Mientras rezaba por la libertad de su pastor, aseguró “el padre tiene el don de la sanación” e informó que los martes, de 9:00 a 11:00 horas, celebraba la misa de enfermos e invitaba a los asistentes a la misma rogar por la salud de quienes sufrían padecimientos.

También, dio a conocer que la Arquidiócesis Primada de México lo tenía reconocido como un exorcista y a esa hora le llevaban personas poseídas por un espíritu demoniaco, las cuales fueron curadas por el sacerdote Francisco Javier.

A otro de los parroquianos se le preguntó si era muy estricto con las penitencias, luego de la confesión de los pecados, pero respondió que no, “le hacía ver a uno sus faltas, para que no las volvieras a cometer. Fue un padre muy comprensivo, piadoso y caritativo”, resumió.

Ahora el sacerdote enfrenta uno de los momentos más difíciles de su vida, ya que un juez de control determinó ayer vincularlo a proceso acusado del delito de homicidio calificado. El religioso se reservó su derecho a dar su punto de vista hasta que termine el proceso, negó ser el autor material del homicidio de su protegido y que no estuvo en la escena del crimen.

El ambiente de la iglesia de Cristo Salvador cambió en 2002, cuando llegó el padre Francisco Javier, un sacerdote con el don de la sanación, a relevar a un párroco de origen francés, pues a partir de entonces la feligresía alejada del templo poco a poco regreso al redil y a escuchar la palabra de Dios.

Sin embargo, los parroquianos, desde el miércoles pasado, se quedaron sin su pastor cuando fue capturado el cura y ahora vinculado a proceso por el asesinato del joven Leonardo Hugo Avendaño.

El estar cercano a su grey, escucharlos en todo momento, atenderlos y explicarles las escrituras claramente, fueron los atributos del cura para hacer de esa iglesia el centro de la comunidad de la colonia Miguel Hidalgo, III Sección, alcaldía de Tlalpan.

Otro cura, cuya iglesia está en Tepito, afirmó conocerlo desde hace dos décadas y que desde que era seminarista dio muestras de bondad, ser muy estudiosos de los evangelios, pero sobre todo los llevaba a la práctica en la vida diaria.

Frente al tribunal, donde se debatía si era o no sometido a juicio, uno de sus fieles sostuvo sobre su cabeza una Biblia abierta en el Salmo 27, que empieza con el siguiente versículo: El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?

Mientras rezaba por la libertad de su pastor, aseguró “el padre tiene el don de la sanación” e informó que los martes, de 9:00 a 11:00 horas, celebraba la misa de enfermos e invitaba a los asistentes a la misma rogar por la salud de quienes sufrían padecimientos.

También, dio a conocer que la Arquidiócesis Primada de México lo tenía reconocido como un exorcista y a esa hora le llevaban personas poseídas por un espíritu demoniaco, las cuales fueron curadas por el sacerdote Francisco Javier.

A otro de los parroquianos se le preguntó si era muy estricto con las penitencias, luego de la confesión de los pecados, pero respondió que no, “le hacía ver a uno sus faltas, para que no las volvieras a cometer. Fue un padre muy comprensivo, piadoso y caritativo”, resumió.

Ahora el sacerdote enfrenta uno de los momentos más difíciles de su vida, ya que un juez de control determinó ayer vincularlo a proceso acusado del delito de homicidio calificado. El religioso se reservó su derecho a dar su punto de vista hasta que termine el proceso, negó ser el autor material del homicidio de su protegido y que no estuvo en la escena del crimen.

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