El primer superintendente y subsecretario de Control de Tránsito, de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México, Luis Rosales Gamboa, con indicativo Apolo, dejará el cargo a partir del próximo 30 de noviembre de 2018.
Una ciudad invadida de tiendas de narcomenudeo y una policía operativa inconforme por los abusos de autoridad y la violación a sus derechos humanos, son parte de los pendientes que deja.
El Jefe Apolo, fue de los principales mandos de la SSP-CdMx que pertenecía al grupo conocido como La Hermandad dentro de la corporación policíaca. En el oficio de la Dirección General de Administración de Personal de la policía capitalina señala que el funcionario se actualiza a la baja voluntaria del servicio por lo que inició los trámites para su liquidación.
Mandos y policías de la propia secretaría señalan que Rosales Gamboa no solamente permitió el ingreso a grupos criminales a la capital del país, sino que les brindaba protección para la venta de enervantes en tiendas de las ahora alcaldías Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Azcapotzalco, Venustiano Carranza, Iztacalco, Álvaro Obregón, Tlalpan, Xochimilco y Tláhuac.
Investigadores de la Procuraduría General de Justicia capitalina, adscritos a la Fiscalía para Servidores Públicos, señalan que el Jefe Apolo está relacionado con varias averiguaciones previas y carpetas de investigación -entre ellas agregaron- una tras la muerte de quien fuera líder del cártel de Tláhuac, Felipe de Jesús Pérez Luna El Ojos, debido a que aparecía su número celular directo en la agenda de su celular, así como otros mandos de la policía, situación que se mantuvo en privado.
Policías y jefes de sector -quienes pidieron el anonimato- comentaron que se veían obligados a recibir órdenes de Gamboa para no tocar a grupos de narcomenudistas, principalmente a los que tienen su centro de operaciones en el barrio de Tepito.
El Subsecretario de Control de Tránsito estuvo relacionado con actos de corrupción y nepotismo, al imponer en cargos importantes a familiares y a su yerno. El Jefe Apolo deja una Ciudad de México con un alto grado de inseguridad, donde no logró controlar el robo en sus diferentes modalidades, la extorsión y cobro de derecho de piso por parte del crimen organizado, porque las acciones de disuasión y prevención del delito, no fueron más eficaces.