/ miércoles 15 de marzo de 2017

[Video] Dreamers, su inglés los lleva a trabajar en call centers

*En 10 años, regresaron al país 780 mil

*Ante la falta de oportunidad para estudiar, encontraron elempleo que no buscaban

|Especial OEM| 

Por Saúl Hernández

Del edificio marcado con el número 43 de Plaza de la Repúblicatodos los días entran y salen jóvenes hablando con un inglésperfecto, a veces combinado con palabras en español. La mayoríason mexicanos que dejaron el país siendo niños porque sus padresse los llevaron en busca del sueño americano. Algunos se fueroncuando apenas eran bebés, por lo que ni siquiera guardan recuerdosde su lugar de origen.

Y tras haber crecido en Estados Unidos, regresan a Méxicodeportados o ante la dificultad de tener una vida digna por sucondición de indocumentados. Pero al volver, se encuentran con queel país que los vio nacer también los discrimina y les cierra laspuertas para seguir estudiando o encontrar un empleo, salvo enlugares como este inmueble ubicado a un costado del Monumento a laRevolución.

De acuerdo con cálculos hechos por este medio con base en laEncuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EmifNorte), entre enero de 2007 y septiembre de 2016 fuerondeportados 241 mil 101 jóvenes mexicanos de entre 18 y 35años por las autoridades migratorias estadounidenses, tras habervivido por lo menos cinco años ininterrumpidos en la UniónAmericana.

A ellos hay que sumar 538 mil 630 más que decidieronretornar voluntariamente por distintas razones como lafalta de empleo, la discriminación, reencontrarse con familiaresdeportados o el temor a ser ellos mismos expulsados, todo estoantes de que Donald Trump llegara a la Casa Blanca.

En total, son casi 780 mil jóvenes los que hanregresado a México en la última década tras haber crecido enEstados Unidos. La mitad vive en Jalisco, Michoacán, Guanajuato,el Estado de México, la CDMX y Puebla.

La mayoría de estos retornos se dieron durante el primer periodode gobierno de Barack Obama (2009-2012), quien se ganó el mote de“deportador en jefe” entre las comunidades hispanas por haberexpulsado a más inmigrantes que quienes le antecedieron en elDespacho Oval.

También puedes leer: 

Pero en junio de 2012, al acercarse la campaña para sureelección, Obama anunció la creación del Programa de AcciónDiferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas eninglés) para amparar temporalmente de la deportación a jóvenesindocumentados que llegaron como niños a Estados Unidos y quetenían aspiraciones educativas, es decir, los llamados dreamers.Esta acción le valió el apoyo de la comunidad hispana parareelegirse.

Ya en su segundo periodo de gobierno, con el DACA funcionando,las repatriaciones voluntarias y forzadas de jóvenes mexicanosdisminuyeron. Sin embargo, cientos de miles ya no pudieron volver aEstados Unidos y hoy tratan de rehacer su vida en México.

Es común ver a muchos de ellos en aquel edificio de Plaza de laRepública porque ahí se encuentran las oficinas de un importantecall center, uno de los pocos sectores que han permitido a estosjóvenes emplearse.

“Los call centers son una industria que ha venido creciendo enlos últimos años a la par de las deportaciones porque ellosestán valorando el carácter bilingüe y bicultural de losmigrantes retornados”, señala Marco Castillo, Director delInstituto de Investigación y Práctica Social y Cultural(IIPSOCULTA).

Entre 2010 y 2015, el número de empleados en estasempresas creció 57% pasando de 92 mil a 145 mil personas,según cifras del Instituto Mexicano de Teleservicios (IMT).

También lee: Sistemas a distancia para los“dreamers”

Michaël Da Cruz, posdoctorante del Colegio de la Frontera Norte(El Colef), coincide en que los call centers son la primeraoportunidad de trabajo para los jóvenes que vuelven a México,ante las barreras que enfrentan en otros lados.

¿Bienvenido paisano?

Israel González, Raúl Marín y David Zamora son tres mexicanosque crecieron en Estados Unidos pero fueron deportados durante elgobierno de Barack Obama siendo ya jóvenes. Ninguno supera los 30años.

Israel emigró cuando tenía siete años; a Raúl y David se losllevaron sus padres a meses de haber nacido. Ellos desarrollaron suidentidad cultural como estadounidenses hasta que se vieronforzados a regresar.

A la pesadilla de tener que abandonar súbitamente toda una vidaen Estados Unidos se sumó el shock de llegar a un país que,aunque nacieron en él, les era completamente extraño. Y eso erael comienzo.

David y Raúl no hablaban bien el español. A ninguno de lostres les quisieron revalidar sus estudios o les pedían variosdocumentos que dejaron en Estados Unidos, lo cual implicaba ungasto que no podían solventar.

Para quienes vuelven a México, la revalidación de estudiosresulta un laberinto legal y burocrático que cuesta tiempo, dineroy mucho esfuerzo. Todos sus documentos deben pasar un proceso deapostillamiento y traducción por perito oficial.

A estas trabas burocráticas para seguir estudiando o encontrarun empleo se agrega el rechazo social. Marco Castillo afirma queestos jóvenes “han encontrado a una sociedad que no esnecesariamente la más hospitalaria, discriminatoria, que los juzgapor su apariencia, su forma de hablar el español, su modo devestir y por sus gustos”.

Israel, Raúl y David así lo sintieron desde el momento en quetocaron suelo mexicano. “Yo viví humillaciones ydiscriminación en Estados Unidos y cuando regreso a mi país meencuentro con lo mismo”, dice Israel.

No te pierdas: 

El rechazo también es laboral. Raúl buscó trabajo en muchossitios pero en todos lo objetaban por sus tatuajes. “Me vieroncara de pandillero”, dice. Hace unos meses logró encontrartrabajo en el Festival del Terror de Six Flags ya que allí “noimportan los tatuajes porque estás disfrazado”, pero fuetemporal. Hoy los tres trabajan en un call center.

Deportados al call center

“Welcome to your future job… Apply now!”, se lee en unapared del edificio de Plaza de la República anunciando que hayvacantes disponibles; muchas de ellas serán ocupadas por jóvenescomo Raúl, David e Israel.

Tal vez no se trate de la actividad más apasionante, pero en elcontexto de México es difícil decir que es el peor trabajo delmundo. Incluso puede ser hasta bien pagado en un país donde lamitad de la población ocupada gana menos de 5 mil pesosmensuales.

En su investigación, Michaël Da Cruz encontró que los sueldosque ofrecen los call centers a los jóvenes retornados oscilanentre 8 y 15 mil pesos al mes y algunos incluso dan prestaciones.Pero estas empresas no son las únicas alternativas para ellos.

Entérate: 

Da Cruz participa en el proyecto “Trayectorias migratorias,laborales y educativas de migrantes retornados” dirigido por ladoctora María Dolores París Pombo. En los últimos años haseguido a varios jóvenes mexicanos que regresaron después dehaber crecido en los Estados Unidos.

Algunos de ellos, la minoría, lograron retomar sus estudiossuperiores tras un arduo esfuerzo. Otros, principalmente lasmujeres, escalaron en la jerarquía de los call centers. Yfinalmente hay un grupo –compuesto sobre todo por hombressolteros– que ha conseguido trabajo en el sector turístico.“Es otra forma de manejar el inglés como herramienta laboral”,afirma Da Cruz.

*En 10 años, regresaron al país 780 mil

*Ante la falta de oportunidad para estudiar, encontraron elempleo que no buscaban

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Por Saúl Hernández

Del edificio marcado con el número 43 de Plaza de la Repúblicatodos los días entran y salen jóvenes hablando con un inglésperfecto, a veces combinado con palabras en español. La mayoríason mexicanos que dejaron el país siendo niños porque sus padresse los llevaron en busca del sueño americano. Algunos se fueroncuando apenas eran bebés, por lo que ni siquiera guardan recuerdosde su lugar de origen.

Y tras haber crecido en Estados Unidos, regresan a Méxicodeportados o ante la dificultad de tener una vida digna por sucondición de indocumentados. Pero al volver, se encuentran con queel país que los vio nacer también los discrimina y les cierra laspuertas para seguir estudiando o encontrar un empleo, salvo enlugares como este inmueble ubicado a un costado del Monumento a laRevolución.

De acuerdo con cálculos hechos por este medio con base en laEncuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EmifNorte), entre enero de 2007 y septiembre de 2016 fuerondeportados 241 mil 101 jóvenes mexicanos de entre 18 y 35años por las autoridades migratorias estadounidenses, tras habervivido por lo menos cinco años ininterrumpidos en la UniónAmericana.

A ellos hay que sumar 538 mil 630 más que decidieronretornar voluntariamente por distintas razones como lafalta de empleo, la discriminación, reencontrarse con familiaresdeportados o el temor a ser ellos mismos expulsados, todo estoantes de que Donald Trump llegara a la Casa Blanca.

En total, son casi 780 mil jóvenes los que hanregresado a México en la última década tras haber crecido enEstados Unidos. La mitad vive en Jalisco, Michoacán, Guanajuato,el Estado de México, la CDMX y Puebla.

La mayoría de estos retornos se dieron durante el primer periodode gobierno de Barack Obama (2009-2012), quien se ganó el mote de“deportador en jefe” entre las comunidades hispanas por haberexpulsado a más inmigrantes que quienes le antecedieron en elDespacho Oval.

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Pero en junio de 2012, al acercarse la campaña para sureelección, Obama anunció la creación del Programa de AcciónDiferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas eninglés) para amparar temporalmente de la deportación a jóvenesindocumentados que llegaron como niños a Estados Unidos y quetenían aspiraciones educativas, es decir, los llamados dreamers.Esta acción le valió el apoyo de la comunidad hispana parareelegirse.

Ya en su segundo periodo de gobierno, con el DACA funcionando,las repatriaciones voluntarias y forzadas de jóvenes mexicanosdisminuyeron. Sin embargo, cientos de miles ya no pudieron volver aEstados Unidos y hoy tratan de rehacer su vida en México.

Es común ver a muchos de ellos en aquel edificio de Plaza de laRepública porque ahí se encuentran las oficinas de un importantecall center, uno de los pocos sectores que han permitido a estosjóvenes emplearse.

“Los call centers son una industria que ha venido creciendo enlos últimos años a la par de las deportaciones porque ellosestán valorando el carácter bilingüe y bicultural de losmigrantes retornados”, señala Marco Castillo, Director delInstituto de Investigación y Práctica Social y Cultural(IIPSOCULTA).

Entre 2010 y 2015, el número de empleados en estasempresas creció 57% pasando de 92 mil a 145 mil personas,según cifras del Instituto Mexicano de Teleservicios (IMT).

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Michaël Da Cruz, posdoctorante del Colegio de la Frontera Norte(El Colef), coincide en que los call centers son la primeraoportunidad de trabajo para los jóvenes que vuelven a México,ante las barreras que enfrentan en otros lados.

¿Bienvenido paisano?

Israel González, Raúl Marín y David Zamora son tres mexicanosque crecieron en Estados Unidos pero fueron deportados durante elgobierno de Barack Obama siendo ya jóvenes. Ninguno supera los 30años.

Israel emigró cuando tenía siete años; a Raúl y David se losllevaron sus padres a meses de haber nacido. Ellos desarrollaron suidentidad cultural como estadounidenses hasta que se vieronforzados a regresar.

A la pesadilla de tener que abandonar súbitamente toda una vidaen Estados Unidos se sumó el shock de llegar a un país que,aunque nacieron en él, les era completamente extraño. Y eso erael comienzo.

David y Raúl no hablaban bien el español. A ninguno de lostres les quisieron revalidar sus estudios o les pedían variosdocumentos que dejaron en Estados Unidos, lo cual implicaba ungasto que no podían solventar.

Para quienes vuelven a México, la revalidación de estudiosresulta un laberinto legal y burocrático que cuesta tiempo, dineroy mucho esfuerzo. Todos sus documentos deben pasar un proceso deapostillamiento y traducción por perito oficial.

A estas trabas burocráticas para seguir estudiando o encontrarun empleo se agrega el rechazo social. Marco Castillo afirma queestos jóvenes “han encontrado a una sociedad que no esnecesariamente la más hospitalaria, discriminatoria, que los juzgapor su apariencia, su forma de hablar el español, su modo devestir y por sus gustos”.

Israel, Raúl y David así lo sintieron desde el momento en quetocaron suelo mexicano. “Yo viví humillaciones ydiscriminación en Estados Unidos y cuando regreso a mi país meencuentro con lo mismo”, dice Israel.

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Deportados al call center

“Welcome to your future job… Apply now!”, se lee en unapared del edificio de Plaza de la República anunciando que hayvacantes disponibles; muchas de ellas serán ocupadas por jóvenescomo Raúl, David e Israel.

Tal vez no se trate de la actividad más apasionante, pero en elcontexto de México es difícil decir que es el peor trabajo delmundo. Incluso puede ser hasta bien pagado en un país donde lamitad de la población ocupada gana menos de 5 mil pesosmensuales.

En su investigación, Michaël Da Cruz encontró que los sueldosque ofrecen los call centers a los jóvenes retornados oscilanentre 8 y 15 mil pesos al mes y algunos incluso dan prestaciones.Pero estas empresas no son las únicas alternativas para ellos.

Entérate: 

Da Cruz participa en el proyecto “Trayectorias migratorias,laborales y educativas de migrantes retornados” dirigido por ladoctora María Dolores París Pombo. En los últimos años haseguido a varios jóvenes mexicanos que regresaron después dehaber crecido en los Estados Unidos.

Algunos de ellos, la minoría, lograron retomar sus estudiossuperiores tras un arduo esfuerzo. Otros, principalmente lasmujeres, escalaron en la jerarquía de los call centers. Yfinalmente hay un grupo –compuesto sobre todo por hombressolteros– que ha conseguido trabajo en el sector turístico.“Es otra forma de manejar el inglés como herramienta laboral”,afirma Da Cruz.

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