/ lunes 24 de abril de 2017

[Video] Metro de la CDMX funcionará con basura

Por Saúl Hernández

*Dos plantas de termovalorización y biodigestión se construirán en la capital del país con el fin de convertir diariamente en energía eléctrica 6 mil 600 toneladas de residuos sólidos urbanos bajo normas ambientales muy estrictas.

950 gigawatts hora al año generará la planta, suficiente para mover las 12 líneas del Sistema de Transporte Colectivo Metro.

 

 

En tres años, la capital del país vivirá un cambio histórico en la forma que maneja sus residuos sólidos, ya que estos serán transformados en energía eléctrica para abastecer las 12 líneas del Sistema de Transporte Colectivo (STC). El Metro de la Ciudad de México se moverá con la basura de la Ciudad de México.

Para que entiendas la importancia de este cambio piensa en qué es lo que hoy sucede con lo que tiras en el bote de tu casa. Cuando acabe el día, tú y el resto de los que vivimos o trabajamos en esta urbe habremos generado casi 13 mil toneladas de basura, lo que significa cubrir toda la Plaza de la Constitución con una plasta de desechos de un metro de espesor.

Y de estos, la ciudad solo aprovechará una tercera parte a través de sus plantas de reciclaje y de composta o enviándolas a las empresas cementeras que los usarán como combustible.

 

El resto terminará amontonándose en cinco rellenos sanitarios de los Estados de México y Morelos con terribles daños ambientales: en el subsuelo, los líquidos tóxicos conocidos como lixiviados se filtrarán contaminando los mantos freáticos y en la atmósfera, los gases de efecto invernadero perforarán la capa de ozono.

Ni imaginar qué sucedería si de pronto ya no queda espacio en dónde poner la basura. Afuera de tu casa se apilarían cerros de desperdicios y el olor fétido impregnaría las calles invadidas por toda clase de fauna nociva. La capital entera se convertiría en un basurero.

 

 

La Ciudad de México es la segunda urbe que más residuos sólidos genera en el planeta, solo después de Nueva York. Y hasta ahora, su modelo de gestión dependía más de encontrar nuevos lugares para deshacerse de su basura que de una estrategia de menor generación y mayor reutilización y reciclaje.

De las 12 mil 700 toneladas que se producen al día, ocho mil 600 van a parar a los vertederos y solo cuatro mil 100 se aprovechan. Es una combinación que tarde o temprano llevaría a la ciudad al colapso ambiental.

Para evitarlo, el gobierno local tomó cartas en el asunto para que en máximo tres años se puedan convertir en energía seis mil 600 toneladas diarias de las casi nueve mil que hoy simplemente acaban enterradas.

Las tecnologías que se implementarán permitirán “brincar del modelo de relleno sanitario al modelo conocido como waste-to-energy, tecnologías de conversión de basura a energía amigables o compatibles con el medio ambiente”, explica Jaime Slomianski, titular de la Agencia de Gestión Urbana (AGU) de la ciudad.

 

Mover al Metro con basura

Hace unos días se dio a conocer a los capitalinos la empresa encargada de diseñar, construir y operar la primera planta de termovalorización de residuos sólidos urbanos no solo en México, sino en toda América Latina.

El proyecto ganador fue el del consorcio Proactiva Medio Ambiente México, filial de la trasnacional francesa Veolia, que ya cuenta con 63 plantas para la valorización de basura en el Estados Unidos, Europa y Asia.

La meta de esta planta será convertir diariamente cuatro mil 600 toneladas de residuos inorgánicos en energía para el Metro. Cada año 1.7 millones de toneladas de basura ya no serán confinadas en rellenos sanitarios, sino que se usarán para producir 965 gigawatts hora al año de energía con la que funcionarán al 100 por ciento las 12 líneas de esta red de transporte.

 

Asimismo, está planeada la construcción de una planta de biodigestión con la que se obtendrá energía a partir de la descomposición los desperdicios orgánicos. Con ello se evitará que otras dos mil toneladas diarias de desechos terminen en algún tiradero

Ambos proyectos -más la mejora de lo que hoy ya se hace en reciclaje, elaboración de composta y envío de material a las empresas cementeras- reducirán la cantidad de residuos sólidos en rellenos sanitarios de ocho mil 600 a únicamente mil 200 toneladas diarias.

 

Tecnología probada

Las calles de la capital iniciaron el año 2012 luciendo un aspecto desagradable. En parques, edificios públicos e incluso monumentos emblemáticos se apilaban montañas de basura. La razón: el cierre del Bordo Poniente, el relleno sanitario más grande de América Latina y el sitio en el que por 25 años los capitalinos enterraron lo que ya no necesitaban.

La ciudad se enfrentó a un problema porque ya no contaba con un espacio propio para depositar su basura. La opción inmediata fue llevarla a cuatro rellenos sanitarios en el Estado de México y otro en Morelos.

Lo anterior no solo significó mayores tiempos de traslado a los sitios de disposición final sino también un mayor gasto porque estos son además administrados por particulares. 

 

Ahora la ciudad no solo paga por transportar la basura sino también por depositarla, lo que implica una erogación anual de poco más de mil millones de pesos, según datos de la AGU.

Y siempre queda la incertidumbre de que un día nuestros vecinos se harten de recibir lo que desechamos. Tan solo el año pasado, el gobierno del Estado de México clausuró por tres días sus rellenos sanitarios.

La nueva planta de termovalorización vendrá a cambiar todo esto al captar el valor calorífico de la basura inorgánica para convertirlo en energía eléctrica.

No se trata de un experimento que podría o no funcionar. Actualmente existen más de mil 800 plantas de termovalorización en Estados Unidos, Europa y Asia, algunas con más de 20 años de operación.

 

De acuerdo con Federico Casares, representante de Veolia, la planta de la Ciudad de México “será la más grande del mundo” y tendrá capacidad de procesar un volumen de basura tres veces mayor al de su similar en Shanghái, China.

La inversión para construirla será de 11 mil 500 millones de pesos. Los gastos correrán a cargo de la empresa durante la etapa de construcción y el gobierno local comenzará a pagarlo una vez que la planta comience a producir energía, lo que se prevé suceda a más tardar en 2020.

Esto no significará un costo adicional a las finanzas del Gobierno capitalino ya que lo cubrirá con los mil millones de pesos que hoy destina a trasladar y depositar la basura en los rellenos sanitarios además de los dos mil millones de pesos que anualmente el Metro paga a la Comisión Federal de Electricidad por el suministro de energía a todos sus trenes.

 

No es incineración

Termovalorización no significa quemar basura. Ciertamente hay un proceso de combustión de los residuos inorgánicos, pero está controlado a diferencia de la incineración.

Casares explica que en este proceso los gases que resultan de la descomposición térmica de los desechos son sometidos a un procedimiento muy estricto de depuración y limpieza antes de ser liberados a la atmósfera. Además, la empresa está obligada a cumplir con la normatividad ambiental europea, que es mucho más rigurosa que la norma mexicana en la materia.

“Éste es un tratamiento de gases sumamente sofisticado para asegurar que no nada más se controlen las emisiones de gases de acuerdo a la normatividad ambiental mexicana, sino que las bases de licitación contemplan el cumplimiento con la norma europea que es más estricta”, explica el representante de Veolia.

 

 

Por Saúl Hernández

*Dos plantas de termovalorización y biodigestión se construirán en la capital del país con el fin de convertir diariamente en energía eléctrica 6 mil 600 toneladas de residuos sólidos urbanos bajo normas ambientales muy estrictas.

950 gigawatts hora al año generará la planta, suficiente para mover las 12 líneas del Sistema de Transporte Colectivo Metro.

 

 

En tres años, la capital del país vivirá un cambio histórico en la forma que maneja sus residuos sólidos, ya que estos serán transformados en energía eléctrica para abastecer las 12 líneas del Sistema de Transporte Colectivo (STC). El Metro de la Ciudad de México se moverá con la basura de la Ciudad de México.

Para que entiendas la importancia de este cambio piensa en qué es lo que hoy sucede con lo que tiras en el bote de tu casa. Cuando acabe el día, tú y el resto de los que vivimos o trabajamos en esta urbe habremos generado casi 13 mil toneladas de basura, lo que significa cubrir toda la Plaza de la Constitución con una plasta de desechos de un metro de espesor.

Y de estos, la ciudad solo aprovechará una tercera parte a través de sus plantas de reciclaje y de composta o enviándolas a las empresas cementeras que los usarán como combustible.

 

El resto terminará amontonándose en cinco rellenos sanitarios de los Estados de México y Morelos con terribles daños ambientales: en el subsuelo, los líquidos tóxicos conocidos como lixiviados se filtrarán contaminando los mantos freáticos y en la atmósfera, los gases de efecto invernadero perforarán la capa de ozono.

Ni imaginar qué sucedería si de pronto ya no queda espacio en dónde poner la basura. Afuera de tu casa se apilarían cerros de desperdicios y el olor fétido impregnaría las calles invadidas por toda clase de fauna nociva. La capital entera se convertiría en un basurero.

 

 

La Ciudad de México es la segunda urbe que más residuos sólidos genera en el planeta, solo después de Nueva York. Y hasta ahora, su modelo de gestión dependía más de encontrar nuevos lugares para deshacerse de su basura que de una estrategia de menor generación y mayor reutilización y reciclaje.

De las 12 mil 700 toneladas que se producen al día, ocho mil 600 van a parar a los vertederos y solo cuatro mil 100 se aprovechan. Es una combinación que tarde o temprano llevaría a la ciudad al colapso ambiental.

Para evitarlo, el gobierno local tomó cartas en el asunto para que en máximo tres años se puedan convertir en energía seis mil 600 toneladas diarias de las casi nueve mil que hoy simplemente acaban enterradas.

Las tecnologías que se implementarán permitirán “brincar del modelo de relleno sanitario al modelo conocido como waste-to-energy, tecnologías de conversión de basura a energía amigables o compatibles con el medio ambiente”, explica Jaime Slomianski, titular de la Agencia de Gestión Urbana (AGU) de la ciudad.

 

Mover al Metro con basura

Hace unos días se dio a conocer a los capitalinos la empresa encargada de diseñar, construir y operar la primera planta de termovalorización de residuos sólidos urbanos no solo en México, sino en toda América Latina.

El proyecto ganador fue el del consorcio Proactiva Medio Ambiente México, filial de la trasnacional francesa Veolia, que ya cuenta con 63 plantas para la valorización de basura en el Estados Unidos, Europa y Asia.

La meta de esta planta será convertir diariamente cuatro mil 600 toneladas de residuos inorgánicos en energía para el Metro. Cada año 1.7 millones de toneladas de basura ya no serán confinadas en rellenos sanitarios, sino que se usarán para producir 965 gigawatts hora al año de energía con la que funcionarán al 100 por ciento las 12 líneas de esta red de transporte.

 

Asimismo, está planeada la construcción de una planta de biodigestión con la que se obtendrá energía a partir de la descomposición los desperdicios orgánicos. Con ello se evitará que otras dos mil toneladas diarias de desechos terminen en algún tiradero

Ambos proyectos -más la mejora de lo que hoy ya se hace en reciclaje, elaboración de composta y envío de material a las empresas cementeras- reducirán la cantidad de residuos sólidos en rellenos sanitarios de ocho mil 600 a únicamente mil 200 toneladas diarias.

 

Tecnología probada

Las calles de la capital iniciaron el año 2012 luciendo un aspecto desagradable. En parques, edificios públicos e incluso monumentos emblemáticos se apilaban montañas de basura. La razón: el cierre del Bordo Poniente, el relleno sanitario más grande de América Latina y el sitio en el que por 25 años los capitalinos enterraron lo que ya no necesitaban.

La ciudad se enfrentó a un problema porque ya no contaba con un espacio propio para depositar su basura. La opción inmediata fue llevarla a cuatro rellenos sanitarios en el Estado de México y otro en Morelos.

Lo anterior no solo significó mayores tiempos de traslado a los sitios de disposición final sino también un mayor gasto porque estos son además administrados por particulares. 

 

Ahora la ciudad no solo paga por transportar la basura sino también por depositarla, lo que implica una erogación anual de poco más de mil millones de pesos, según datos de la AGU.

Y siempre queda la incertidumbre de que un día nuestros vecinos se harten de recibir lo que desechamos. Tan solo el año pasado, el gobierno del Estado de México clausuró por tres días sus rellenos sanitarios.

La nueva planta de termovalorización vendrá a cambiar todo esto al captar el valor calorífico de la basura inorgánica para convertirlo en energía eléctrica.

No se trata de un experimento que podría o no funcionar. Actualmente existen más de mil 800 plantas de termovalorización en Estados Unidos, Europa y Asia, algunas con más de 20 años de operación.

 

De acuerdo con Federico Casares, representante de Veolia, la planta de la Ciudad de México “será la más grande del mundo” y tendrá capacidad de procesar un volumen de basura tres veces mayor al de su similar en Shanghái, China.

La inversión para construirla será de 11 mil 500 millones de pesos. Los gastos correrán a cargo de la empresa durante la etapa de construcción y el gobierno local comenzará a pagarlo una vez que la planta comience a producir energía, lo que se prevé suceda a más tardar en 2020.

Esto no significará un costo adicional a las finanzas del Gobierno capitalino ya que lo cubrirá con los mil millones de pesos que hoy destina a trasladar y depositar la basura en los rellenos sanitarios además de los dos mil millones de pesos que anualmente el Metro paga a la Comisión Federal de Electricidad por el suministro de energía a todos sus trenes.

 

No es incineración

Termovalorización no significa quemar basura. Ciertamente hay un proceso de combustión de los residuos inorgánicos, pero está controlado a diferencia de la incineración.

Casares explica que en este proceso los gases que resultan de la descomposición térmica de los desechos son sometidos a un procedimiento muy estricto de depuración y limpieza antes de ser liberados a la atmósfera. Además, la empresa está obligada a cumplir con la normatividad ambiental europea, que es mucho más rigurosa que la norma mexicana en la materia.

“Éste es un tratamiento de gases sumamente sofisticado para asegurar que no nada más se controlen las emisiones de gases de acuerdo a la normatividad ambiental mexicana, sino que las bases de licitación contemplan el cumplimiento con la norma europea que es más estricta”, explica el representante de Veolia.

 

 

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