/ viernes 21 de enero de 2022

Una tragedia, lo que ha ocurrido en la pandemia, al igual que en la ciencia

Antonio Lazcano, investigador emérito de la UNAM, asegura que lo que sucede entre gobierno y académicos es reflejo de la incapacidad de la directora del Conacyt

El año pasado será recordado por los escándalos provocados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), porque desde ahí se creó de forma histórica un antagonismo entre los científicos y el Estado mexicano, acusa el investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Antonio Lazcano.

Esa confrontación es responsabilidad de la directora María Elena Álvarez-Buylla Roces, afirma el investigador originario de Tijuana, Baja California, y quien es el mexicano más citado en las revistas de ciencia en el mundo como Nature y Science.

“Ella está empeñada en poner todo con mariachis y papel picado”, agrega el investigador, quien considera que la directora de Conacyt tiene como único mérito político ante el presidente Andrés Manuel López Obrador “que sabe decir las cosas que el Presidente quiere oír”.

“El Presidente ni siquiera sabe cómo se llama, confunde u olvida su apellido; pero ella dice las cosas que son congruentes con el discurso presidencial y dice lo que ella cree que el Presidente quiere oír”.

Con más de 45 años de trayectoria en la ciencia, Lazcano Araujo fue protagonista del 2021 al convertirse en uno de los críticos al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador por el manejo de la pandemia de Covid-19 y luego también por las decisiones que se han tomado en la política científica, de “acoso” a los investigadores.

En la conversación para hacer un balance sobre los sucesos del año pasado, Lazcano Araujo califica como lamentable que la directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, junto al fiscal General de la República, Alejandro Gertz –“favorecido por ella”—, hayan recurrido al aparato judicial con “una actitud revanchista, absolutamente injustificada con acusaciones que no se sostienen” contra un grupo de 31 investigadores.

Lazcano llegó a la Ciudad de México a estudiar la licenciatura de Biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde posteriormente obtuvo el grado de doctor en Ciencias.

Desde abril de 2002 se desempeña como profesor titular con el más alto nivel de Tiempo Completo, donde fundó el curso optativo Origen de la vida y dirige el Laboratorio de Origen de la Vida (anteriormente de Microbiología).

A partir de ese conocimiento, durante la pandemia de Covid-19 ha realizado conferencias de divulgación sobre el origen y evolución de una pandemia, pero también como una voz autorizada para cuestionar las medidas que impulsó el gobierno federal para hacerle frente al virus que llegó en marzo proveniente de Wuhan, China.

Para Antonio Lazcano, los errores y excesos cometidos no requieren de un llamado a López Obrador porque sabe que él no los escucha. “Lo que el Presidente escucha es lo que le gritan las estadísticas y lo que le dicen es que a lo mejor en términos globales tiene un apoyo grande, pero en concreto los muertos no gritan”.

En México, insistió, “no hay que olvidarlo, el número de fallecidos son por los errores gubernamentales con la pandemia y no hay que olvidar que ahí hay un contubernio entre (el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo) López Gatell y Álvarez-Buylla. Tiene cuando menos medio millón de fallecimientos que no gritan, pero pesan”.

Lo que ha ocurrido en la pandemia, al igual que en la ciencia, asegura “es una tragedia”.

En el caso de la ciencia, dice, que se vive el “reflejo de cómo los caprichos, las obsesiones y la incapacidad de la doctora Álvarez-Buylla no han permitido actualizar, renovar y generar una forma de administrar la ciencia de forma razonable”.

El año que terminó estuvo marcado por una serie de escándalos en el Sistema Nacional de Investigadores, con la incorporación del fiscal Alejandro Gertz por decisión de la directora del Conacyt. También se concretó la desaparición de los fideicomisos para la ciencia, la intervención en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y el proceso judicial en contra de 31 en funcionarios del Foro Consultivo Científico y Tecnológico y del propio Conacyt.

Entre otros acontecimientos lamentables, Lazcano recuerda el momento en el que llevó a hacer “el ridículo” al Presidente con el anuncio de la vacuna Patria. “Creo que alguien le tendría que decir al Presidente que le están obligando a hacer el ridículo y a decir mentiras con las exageraciones de la doctora Álvarez-Buylla”.

Además de que señaló como “ridiculeces, que no tienen otro nombre, donde confunde conocimiento empírico con el conocimiento científico, contraponiéndolos cuando es una cosa ridícula” cuando habla de ciencia neoliberal o de la República de la ciencia.

El científico que se sumó a la lista de premios nacionales de Ciencia del país y de sociedades científicas que se manifestaron en contra de la acción judicial contra los investigadores lamenta que la científica seria, sólida y con resultados importantes en su área –como lo era Álvarez-Buylla– siga con la obsesión de siempre: “obtener premios”.

“Incluso puedo comentar que ella pidió que le dieran el Nacional de Ciencia y, aunque en la revisión frente a otros candidatos ella lo merecía, ella lo pidió. Pero eso es parte de la obsesión exagerada por los premios, por el poder y la presencia”.

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Pero lo inédito, lo que nadie logra aún explicar es “el uso del aparato judicial para una actitud revanchista, absolutamente injustificada con acusaciones que no se sostienen en contra de 31 científicos”.

El año pasado será recordado por los escándalos provocados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), porque desde ahí se creó de forma histórica un antagonismo entre los científicos y el Estado mexicano, acusa el investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Antonio Lazcano.

Esa confrontación es responsabilidad de la directora María Elena Álvarez-Buylla Roces, afirma el investigador originario de Tijuana, Baja California, y quien es el mexicano más citado en las revistas de ciencia en el mundo como Nature y Science.

“Ella está empeñada en poner todo con mariachis y papel picado”, agrega el investigador, quien considera que la directora de Conacyt tiene como único mérito político ante el presidente Andrés Manuel López Obrador “que sabe decir las cosas que el Presidente quiere oír”.

“El Presidente ni siquiera sabe cómo se llama, confunde u olvida su apellido; pero ella dice las cosas que son congruentes con el discurso presidencial y dice lo que ella cree que el Presidente quiere oír”.

Con más de 45 años de trayectoria en la ciencia, Lazcano Araujo fue protagonista del 2021 al convertirse en uno de los críticos al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador por el manejo de la pandemia de Covid-19 y luego también por las decisiones que se han tomado en la política científica, de “acoso” a los investigadores.

En la conversación para hacer un balance sobre los sucesos del año pasado, Lazcano Araujo califica como lamentable que la directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, junto al fiscal General de la República, Alejandro Gertz –“favorecido por ella”—, hayan recurrido al aparato judicial con “una actitud revanchista, absolutamente injustificada con acusaciones que no se sostienen” contra un grupo de 31 investigadores.

Lazcano llegó a la Ciudad de México a estudiar la licenciatura de Biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde posteriormente obtuvo el grado de doctor en Ciencias.

Desde abril de 2002 se desempeña como profesor titular con el más alto nivel de Tiempo Completo, donde fundó el curso optativo Origen de la vida y dirige el Laboratorio de Origen de la Vida (anteriormente de Microbiología).

A partir de ese conocimiento, durante la pandemia de Covid-19 ha realizado conferencias de divulgación sobre el origen y evolución de una pandemia, pero también como una voz autorizada para cuestionar las medidas que impulsó el gobierno federal para hacerle frente al virus que llegó en marzo proveniente de Wuhan, China.

Para Antonio Lazcano, los errores y excesos cometidos no requieren de un llamado a López Obrador porque sabe que él no los escucha. “Lo que el Presidente escucha es lo que le gritan las estadísticas y lo que le dicen es que a lo mejor en términos globales tiene un apoyo grande, pero en concreto los muertos no gritan”.

En México, insistió, “no hay que olvidarlo, el número de fallecidos son por los errores gubernamentales con la pandemia y no hay que olvidar que ahí hay un contubernio entre (el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo) López Gatell y Álvarez-Buylla. Tiene cuando menos medio millón de fallecimientos que no gritan, pero pesan”.

Lo que ha ocurrido en la pandemia, al igual que en la ciencia, asegura “es una tragedia”.

En el caso de la ciencia, dice, que se vive el “reflejo de cómo los caprichos, las obsesiones y la incapacidad de la doctora Álvarez-Buylla no han permitido actualizar, renovar y generar una forma de administrar la ciencia de forma razonable”.

El año que terminó estuvo marcado por una serie de escándalos en el Sistema Nacional de Investigadores, con la incorporación del fiscal Alejandro Gertz por decisión de la directora del Conacyt. También se concretó la desaparición de los fideicomisos para la ciencia, la intervención en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y el proceso judicial en contra de 31 en funcionarios del Foro Consultivo Científico y Tecnológico y del propio Conacyt.

Entre otros acontecimientos lamentables, Lazcano recuerda el momento en el que llevó a hacer “el ridículo” al Presidente con el anuncio de la vacuna Patria. “Creo que alguien le tendría que decir al Presidente que le están obligando a hacer el ridículo y a decir mentiras con las exageraciones de la doctora Álvarez-Buylla”.

Además de que señaló como “ridiculeces, que no tienen otro nombre, donde confunde conocimiento empírico con el conocimiento científico, contraponiéndolos cuando es una cosa ridícula” cuando habla de ciencia neoliberal o de la República de la ciencia.

El científico que se sumó a la lista de premios nacionales de Ciencia del país y de sociedades científicas que se manifestaron en contra de la acción judicial contra los investigadores lamenta que la científica seria, sólida y con resultados importantes en su área –como lo era Álvarez-Buylla– siga con la obsesión de siempre: “obtener premios”.

“Incluso puedo comentar que ella pidió que le dieran el Nacional de Ciencia y, aunque en la revisión frente a otros candidatos ella lo merecía, ella lo pidió. Pero eso es parte de la obsesión exagerada por los premios, por el poder y la presencia”.

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Pero lo inédito, lo que nadie logra aún explicar es “el uso del aparato judicial para una actitud revanchista, absolutamente injustificada con acusaciones que no se sostienen en contra de 31 científicos”.

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