/ viernes 4 de diciembre de 2020

Todo el día frente a una pantalla

The Edron Academy se encuentra cerrado, pero mucho ayudó que el colegio hubiera implementado desde inicios de 2020 una plataforma digital para que los alumnos hicieran tareas y con la que ya estaban familiarizados los padres

Ciudad de México.- De un momento a otro, la vida escolar de los hijos de Karla y José cambió. Suspendieron sus prácticas de pádel y futbol. Las clases de batería y guitarra se paralizaron de golpe. La bonita costumbre que tenían en su escuela de organizar reuniones de juegos y fiestas infantiles en casas de sus amigos se redujo al mínimo y bajo estrictos protocolos de salud. Y como en todos los hogares mexicanos, cambiaron los pupitres por las computadoras y las videoconferencias. Nada fue como antes.

El primogénito de este matrimonio de exitosos abogados tiene 12 años y el chico 10. Ambos asisten a The Edron Academy, uno de los colegios privados más exclusivos de la Ciudad de México. Dado su perfil bicultural, 70 por ciento de su planta docente es británica y más de 90 por ciento de las clases se imparten en inglés.

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La pandemia de Covid-19 vino a alterar su rutina y la de sus padres que tuvieron que estar al pendiente de las lecciones virtuales de los niños.

Al principio costó trabajo porque los profesores no daban clases en línea con frecuencia sino que mandaban videos y actividades con explicaciones a través de una plataforma digital.

“Las primeras semanas fueron horribles porque acabábamos siete, ocho de la noche, tratando de cumplir con todos los trabajos… Si no estaba yo sentada con ellos difícilmente podían hacer las tareas por sí solos, porque aunque venía un video que explicaba o alguna presentación de Power Point, para ellos era muy complicado. Entonces tenía que estar con ellos 100 por ciento desde que empezaba el día”, recuerda Karla.

Y agrega: “Yo paré todo lo que tenía que hacer en la mañana para estar con ellos de sol a sol, fue muy desgastante, muy complicado porque no soy maestra, soy abogada”.

Conforme pasaron las semanas se fueron acoplando a la llamada nueva normalidad. Mucho ayudó que el colegio hubiera implementado desde inicios de 2020 una plataforma digital para que los alumnos hicieran tareas y con la que ya estaban familiarizados los padres. Cuando la pandemia llegó, el colegio extendió la plataforma también a las clases.

“Antes de que tuviéramos la Covid, ellos tenían prácticas vía digital, teníamos un acceso a una página para practicar matemáticas, literatura, gramática, entonces ya estábamos muy inmersos, pero eso eran las tareas, la prácticas en la tarde, y ahora fue toda la adaptación a que todo se volviera al trabajo diario en las mañanas”, explica José.

Foto Laura Lovera | El Sol de México

Con el paso de las semanas, los niños lograban acabar más temprano sus deberes escolares, en parte gracias a la comprensión del colegio que hizo cambios sobre la marcha para facilitar el trabajo de los estudiantes y de sus padres. Así terminaron el ciclo lectivo 2019-2020.

Para el nuevo periodo escolar que inició en agosto el colegio implementó las clases en línea, lo que aligeró la carga de la familia. Aun así, este matrimonio tiene que estar atento a sus hijos para evitar que se distraigan en otras actividades mientras toman sus lecciones. José explica que “el problema es controlarles la pantalla, al mismo tiempo que están en clase, están en un videojuego o en un chat con sus amigos o viendo algo de YouTube o de Netflix, y entonces dejan de prestar atención”.

La salud física también es una preocupación, especialmente la visual, ya que están frente a la pantalla todo el tiempo.

Y qué decir de la salud emocional. El hijo mayor tuvo una crisis porque la pandemia llegó justo en su último año de primaria. Se perdió su graduación y terminó desanimado. El chico, más sociable y amiguero, extraña a sus compañeros. Ayuda mucho que son una familia unida y que los dos hermanos se llevan poca edad, lo que les permite entenderse y jugar entre ellos.

En cuanto a recursos tecnológicos, el hogar contaba con una computadora familiar y mandó a actualizar otra para que los dos niños tomaran sus clases al mismo tiempo.

“Sí te digo una cosa. La verdad es que todas las familias del Edron sufrimos la adaptación por una razón u otra. Yo, estando en las clases virtuales con mis hijos, oigo familias donde una niña dice ‘es que la computadora la tiene mi hermano y ahorita no la puedo usar, es que a mí me tocó hoy el iPad, o estoy en el teléfono”, comparte José.

Ciudad de México.- De un momento a otro, la vida escolar de los hijos de Karla y José cambió. Suspendieron sus prácticas de pádel y futbol. Las clases de batería y guitarra se paralizaron de golpe. La bonita costumbre que tenían en su escuela de organizar reuniones de juegos y fiestas infantiles en casas de sus amigos se redujo al mínimo y bajo estrictos protocolos de salud. Y como en todos los hogares mexicanos, cambiaron los pupitres por las computadoras y las videoconferencias. Nada fue como antes.

El primogénito de este matrimonio de exitosos abogados tiene 12 años y el chico 10. Ambos asisten a The Edron Academy, uno de los colegios privados más exclusivos de la Ciudad de México. Dado su perfil bicultural, 70 por ciento de su planta docente es británica y más de 90 por ciento de las clases se imparten en inglés.

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La pandemia de Covid-19 vino a alterar su rutina y la de sus padres que tuvieron que estar al pendiente de las lecciones virtuales de los niños.

Al principio costó trabajo porque los profesores no daban clases en línea con frecuencia sino que mandaban videos y actividades con explicaciones a través de una plataforma digital.

“Las primeras semanas fueron horribles porque acabábamos siete, ocho de la noche, tratando de cumplir con todos los trabajos… Si no estaba yo sentada con ellos difícilmente podían hacer las tareas por sí solos, porque aunque venía un video que explicaba o alguna presentación de Power Point, para ellos era muy complicado. Entonces tenía que estar con ellos 100 por ciento desde que empezaba el día”, recuerda Karla.

Y agrega: “Yo paré todo lo que tenía que hacer en la mañana para estar con ellos de sol a sol, fue muy desgastante, muy complicado porque no soy maestra, soy abogada”.

Conforme pasaron las semanas se fueron acoplando a la llamada nueva normalidad. Mucho ayudó que el colegio hubiera implementado desde inicios de 2020 una plataforma digital para que los alumnos hicieran tareas y con la que ya estaban familiarizados los padres. Cuando la pandemia llegó, el colegio extendió la plataforma también a las clases.

“Antes de que tuviéramos la Covid, ellos tenían prácticas vía digital, teníamos un acceso a una página para practicar matemáticas, literatura, gramática, entonces ya estábamos muy inmersos, pero eso eran las tareas, la prácticas en la tarde, y ahora fue toda la adaptación a que todo se volviera al trabajo diario en las mañanas”, explica José.

Foto Laura Lovera | El Sol de México

Con el paso de las semanas, los niños lograban acabar más temprano sus deberes escolares, en parte gracias a la comprensión del colegio que hizo cambios sobre la marcha para facilitar el trabajo de los estudiantes y de sus padres. Así terminaron el ciclo lectivo 2019-2020.

Para el nuevo periodo escolar que inició en agosto el colegio implementó las clases en línea, lo que aligeró la carga de la familia. Aun así, este matrimonio tiene que estar atento a sus hijos para evitar que se distraigan en otras actividades mientras toman sus lecciones. José explica que “el problema es controlarles la pantalla, al mismo tiempo que están en clase, están en un videojuego o en un chat con sus amigos o viendo algo de YouTube o de Netflix, y entonces dejan de prestar atención”.

La salud física también es una preocupación, especialmente la visual, ya que están frente a la pantalla todo el tiempo.

Y qué decir de la salud emocional. El hijo mayor tuvo una crisis porque la pandemia llegó justo en su último año de primaria. Se perdió su graduación y terminó desanimado. El chico, más sociable y amiguero, extraña a sus compañeros. Ayuda mucho que son una familia unida y que los dos hermanos se llevan poca edad, lo que les permite entenderse y jugar entre ellos.

En cuanto a recursos tecnológicos, el hogar contaba con una computadora familiar y mandó a actualizar otra para que los dos niños tomaran sus clases al mismo tiempo.

“Sí te digo una cosa. La verdad es que todas las familias del Edron sufrimos la adaptación por una razón u otra. Yo, estando en las clases virtuales con mis hijos, oigo familias donde una niña dice ‘es que la computadora la tiene mi hermano y ahorita no la puedo usar, es que a mí me tocó hoy el iPad, o estoy en el teléfono”, comparte José.

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