El robo de combustible no sólo es un ilícito que afecta a Pemex, sino a todos los mexicanos y ha ido en aumento de manera descontrolada en los últimos años. Sólo de 2016 al 2018 el número de tomas clandestinas a los ductos de Pemex se duplicaron. Los responsables son el crimen organizado, pobladores que lo encubren y gasolineros corruptos que compran el huachicol.