A tres años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, esta tarde sus familiares realizaron una caminata en silencio en la Ciudad de México, en homenaje a las víctimas del terremoto de hace una semana, cuando se cumplen tres años de la desaparición de sus hijos en Iguala.
El homenaje comenzó a las 16.00 hora local con una misa en el emblemático Ángel de la Independencia del Paseo de la Reforma, dijo a Efe el portavoz de los padres de los desaparecidos, Felipe de la Cruz.
De la Cruz explicó que fue una caminata en silencio porque los padres y madres de los estudiantes pospusieron la jornada global ante la tragedia en la capital del país por el sismo de 7.1 del 19 de septiembre.
Caminaron por el centro de Reforma y trataron lo menos posible de obstaculizar la vía, porque no es una jornada común, "porque son tres años que también no nos han apoyado a nosotros, han estado con nosotros cada 26 y nosotros no podemos ser ajenos a esto".
Horas antes, de la Cruz reveló en entrevista que "Es una fecha que no puede pasar desapercibida, son tres años ya de una losa tan pesada, de ansiedad. Ya después de llegar al antimonumento haremos un mitin de solidaridad en el dolor, y decirle a las familias y a todo México que hoy los padres de familia y las madres sentimos el mismo dolor porque son tres años de sufrimiento que hemos caminado cada 26 en esta ciudad y en los estados todos los días", expresó.
Aldo, el estudiante de Ayotzinapa que resiste vegetativo tras 3 años tragedia
Aldo es una de las víctimas de los ataques que sufrieron los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa en el municipio mexicano de Iguala y que se saldaron con la desaparición de 43 jóvenes y la muerte de seis personas.
Tres años después de la tragedia, Ulises Gutiérrez asegura a Efe que su hermano, ingresado en un hospital de Ciudad de México, se mantiene "estable".
Según los médicos, se encuentra en un estado vegetativo, en el que depende mucho de los cuidados médicos que le estén dando de enfermería
Los gestos que realiza Aldo son muy limitados. La familia ha percibido cómo mueve ligeramente las manos y la cabeza o bosteza.
Desde el sureño estado de Guerrero, su familia realiza, de dos en dos, viajes de siete horas hasta la capital para cuidar del joven. Nunca lo han dejado solo.
Le ayudan a hacer terapia, le ponen la música que más le gustaba y le dan sus alimentos favoritos. También le hablan de "cómo era antes" del ataque, y de cómo es su familia, para "que tenga un poco más de conciencia".
"Lo que queremos es que él se recupere, que el esté bien", sintetiza su hermano, de 29 años.
Cuando recibió el tiro en la cabeza, Aldo perdió un tiempo precioso. Ulises relata que estuvo una hora tirado en el asfalto hasta que lo llevaron al hospital
"Perdió mucho tiempo, mucha sangre, no lo atendieron como se debe y el hospital no estuvo capacitado para darle esa atención", siendo un paciente de prioridad alta.
Fue un momento impactante para la familia, que además sufrió porque algunos medios de comunicación manejaban la información de que Aldo estaba muerto.