“Se levanta en el mástil mi bandera, como un sol entre céfiros y trinos”, cantan los mexicanos, mientras ondea la bandera. Año con año. Cada mes patrio, cada 15 de septiembre.
¡Viva México! Suena la campana. Se ondea la bandera. En el aire se mueven sus colores verde, blanco y rojo. Al centro, se revela su escudo nacional, donde un águila montada en un nopal, devora a una serpiente.
En cada plaza o monumento público, las banderas lucen los colores patrios. Desde las más pequeñas hasta las más grandes. Todas ellas llevan un proceso de elaboración cuidadoso y son realizadas por militares que más allá del cargo que ostentan son artesanos.
Con su propio pulso y brocha por el mango, José Manuel Rosales, soldado operario, y sus compañeros pintan a mano el escudo nacional. Desde las plumas hasta las espinas del nopal. El general, Ismael Chavoya, también se ubica en el mismo taller, pero él cose kilómetros y kilómetros de tela, une los colores patrios y confecciona banderas.
Con ellos trabajan otros 16 compañeros, liderados por Jorge Eduardo Martínez, capitán primero Ingeniero Industrial y quienes producirán al menos mil 142 banderas para este año.
Las banderas que se elaboran en la Dirección General de Fábricas de Vestuario y Equipo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se clasifican por el tamaño del asta en la que serán montadas. Van desde los cuatro a los 49 metros, las cuales adornan oficinas de gobierno y dependencias del ejército y la fuerza aérea.
Le siguen las monumentales, que van desde un asta de 50 metros, como la que ondea en el Zócalo de la capital del país, hasta los 120 metros, que mida la bandera más grande de México y que cuelga en el complejo de la Gran Plaza en Piedras Negras, Coahuila.
En medio de éstas dos, se ubica la bandera del Cerro el Tehuehue, en Iguala, Guerrero, la cual cuelga de un asta de más de 110 metros de altura.
De acuerdo con fuentes consultadas, una bandera como la de Iguala o Piedras Negras pesa alrededor de 250 kilos y cuesta más de 300 mil pesos. Una bandera como la del zócalo o la que se ubica en periférico y San Jerónimo, en la Ciudad de México, pesa aproximadamente 110 kilos y ronda los 200 mil pesos.
Para su costo se evalúa el tintado de las telas, la herrería que se coloca a un costado para sostenerse del asta bandera, así como el tamaño de las telas, sin que se cobre la mano de obra de los artesanos que la elaboran.
El proceso de elaboración comienza con la llegada de los cortes de tela. Se toman algunos lienzos en blanco y se unen para formar los centros de las banderas. Después se pasa al área de pintado, donde también labora el comandante, Aldo Néstor Puente, quien recuerda que el proceso de aprendizaje es empírico y se transmite de generación en generación.
Para el pintado de los escudos nacionales de cada bandera se toma tela blanca y los artesanos realizan el calcado del escudo con un molde con medidas exactas para cada dimensión. Una vez que el escudo está marcado, en parejas, o grupos de hasta cinco militares, proceden a poner los 11 colores base del escudo patrio y los 5 colores matiz, con los que dan sombra y luz a la imagen, dotando de textura al águila, la serpiente y el nopal sobre el cual yacen.
Este proceso se repite en dos ocasiones, por cada bandera, para cada lado de ésta. Como último paso, antes de enviarlo al equipo de costura, se mete a un horno para que la pintura termine de adherirse a la tela blanca, tipo ripstop diamante.
Una vez seca, los militares como Ismael Chavoya, reciben los centros de cada bandera y proceden a unirlos con las partes verde y rojo que previamente también cosieron, y las cuales también fueron entintadas dentro de este complejo, que alberga 11 fábricas y más de 2 mil 200 integrantes de las fuerzas armadas.
En total, los artesanos de las Fábricas de Vestuario y Equipo tardan entre cinco y ocho días en terminar una bandera completa, como la de la plancha ubicada en el centro histórico de la capital mexicana.