Aunque los organilleros son considerados como parte de la identidad, historia y cultura de la Ciudad de México, estos no se originaron en nuestro país y ni siquiera en nuestro continente.
Sin embargo, el oficio fue adoptado rápidamente por los mexicanos, e incluso diariamente lo ejercen cerca de 500 mujeres y hombres, por lo que se convirtieron en un icono de la Ciudad de México, e incluso el Congreso de la CDMX pidió considerarlos como Patrimonio Cultural Intangible. Tal es el grado de importancia de este oficio dentro de la cultura que el 17 de mayo iniciará el Segundo Festival de Organilleros.
Aquí te contamos dónde surgió el organillo, los organilleros, y cómo se convirtieron en un símbolo de la Ciudad de México al grado que la modelo que los criticó perdió el empleo ante las críticas en redes sociales por su postura contra estos.
¿De dónde son los organilleros?
Los organillos son originarios de Europa, pues desde el siglo XVIII el organillo era utilizado en países como Alemania, Francia y España para realizar música callejera e incluso se encargaban de amenizar las fiestas populares.
A lo largo de todo el continente europeo, los organilleros viajaban de ciudad en ciudad para tocar canciones y melodías populares con la finalidad de entretener a la gente.
El organillo, como instrumento, surgió como una evolución de los órganos de la iglesia, pues necesitaban un instrumento más pequeño que llevara la música a diferentes lugares.
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¿Cómo surgieron los organilleros en México?
De acuerdo con la historiadora de arte y cronista, Veka Duncan, los organillos llegaron a México durante el mandato de Porfirio Díaz, como parte de las oleadas migratorias europeas de países como Francia, Alemania e Inglaterra, por parte de la primera y segunda Guerra Mundial.
Los primeros organillos llegaron a México desde Alemania en el siglo XIX, pues los organilleros querían dejar de lado la persecución política y la guerra. Por ello, comenzaron a multiplicarse en las ciudades mexicanas, al grado que se convirtieron en una parte esencial de la vida urbana.
Así, los organilleros se convirtieron, durante años, en uno de los mayores entretenimientos de la cultura mexicana, pero ahora han sido desbancados por la tecnología, por lo que ya no es común ver a los practicantes de este oficio a lo largo de la ciudad, sino que solo se concentran en el Centro Histórico de la CDMX.