/ viernes 7 de mayo de 2021

Mariana tuvo que adaptarse a un nuevo escenario: ser madre migrante en plena pandemia

Convertirse en mamá en medio de la pandemia y en un país que no es el suyo, no ha sido nada fácil, Mariana ha tenido que adaptarse para salir adelante

Para Mariana cada minuto cuenta, mientras cocina y lava trastes ella habla y lo hace muy rápido, no sólo porque así lo hacen en Venezuela, de donde es originaria, sino porque hasta antes de las 13:30 horas todo es ganar tiempo, a partir de esa hora todo su mundo es para Juan Pablo, el bebé de apenas un año que nació en medio del confinamiento por la pandemia de Covid-19 en la Ciudad de México.

Los últimos doce meses fueron cambios y cambios para Mariana, la joven migrante y de profesión odontóloga que llegó a México, se hizo madre en medio de la emergencia sanitaria, contrajo el Covid y al no encontrar un empleo bien remunerado, por la falta de homologación de sus certificados, emprendió un negocio de cocina gourmet.

▶️ La Chancla Voladora: te voy a dar motivo para que llores de verdad

“Agotada”, es como se siente, pero al mismo tiempo dice haber encontrado la forma de estar feliz en medio del caos.

“La felicidad está en los pequeños detalles y hay que tener claro que hay cosas que no podemos cambiar”.

Ahora Mariana Saavedra forma parte de las 4.6 millones de mujeres en nuestro país que tienen un local para trabajar fuera de casa sin posibilidades de teletrabajo.

TRABAJAR, UN PRIVILEGIO

El principal problema que han enfrentado las mamás trabajadoras es la necesidad de adaptarse al escenario laboral y cuando no ocurre, la carga no sólo es emocional, sino que se genera tensión, angustia y estrés, entonces eso produce una sobrecarga mental y trastornos psicosomáticos como dolores de cabeza o musculares.

Cuando alguien siente que “no cumple” con ello se genera una sensación de baja realización personal, explica Juana Patlán, integrante de la Academy of Management Iberoamerican y de la Academia de Ciencias Administrativas de México.

Lo que le ha ocurrido a Mariana por su condición migrante, después de haber vivido por un periodo en Panamá y llegar a nuestro país en busca de una oportunidad laboral sin los documentos certificados u homologados, es lo que explica en su más reciente estudio (Madres Trabajadoras y Covid-19. Efectos de la Pandemia en circunstancias de teletrabajo en México), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo: que las barreras de acceso al empleo remunerado formal se acrecentaron con la pandemia.

Más allá de la ocupación de las mujeres en el hogar, en áreas de cuidado, el estudio en nuestro país señala que un trabajo digno “será cada vez más un privilegio para una madre en México”.

Para Mariana, antes de ser mamá y previo a la pandemia ya era difícil, porque al ser migrante sin el reconocimiento de sus documentos, pese a haber estudiado en la Universidad Central de Venezuela y algunos cursos de especialización en ortodoncia, sólo había conseguido que le ofrecieran un salario de 6 mil pesos mensuales con un trabajo de lunes a lunes.

En la primavera de 2019, Mariana y su esposo Luis José llegaron a México por una oferta de trabajo para él. Ya instalados ella entró en la disyuntiva de qué podía hacer y entonces empezó a entrenar para una maratón mientras planeaba que hacia finales de año buscaría ser mamá.

▶️ Mamás agotadas en tiempos de Covid-19

“Corrí por todo México porque el maratón era en agosto. Yo había comprado pastillas anticonceptivas para agosto, con la idea de quedar embarazada hacia finales de ese año, pero calculé mal y se me acabaron en julio. Empecé: mañana voy a comprar, mañana y se me pasó el tiempo y dos semanas antes del maratón me di cuenta de que estaba embarazada y no pude correr”.

DEL SUEÑO A LA REALIDAD

Al platicar con una amiga sobre su condición le propuso iniciar un negocio de comida, “con la barriguita pensé que era lo ideal porque nadie me iba a contratar embarazada”.

Ahí inició el sueño de contar con un negocio de comida rica y gourmet para quienes estaban en el confinamiento.

Instaló su cocina en las inmediaciones de Polanco y los pedidos empezaron a subir, se ofreció comida congelada, empacada al vacío, lista para calentar. “Tú puedes estar en casa y te queda como de restaurante: risotto, lasagna, pasteles, carne, proteínas, comida casera gourmet”.

En medio de la pandemia Mariana encontró una oportunidad y su negocio sigue creciendo, pero ello no fue para todas las mamás, las estadísticas muestran hasta ahora que las más afectadas con el despido laboral por el cierre de empresas afectó más a las mujeres. “El desempleo creció en sectores donde las mujeres trabajan mayoritariamente, como las pequeñas y medianas empresas o el sector informal de la economía”.

Pero hubo quienes desde casa encontraron una alternativa. “Las mujeres no han esperado a la pandemia para organizar minuciosamente la articulación de sus responsabilidades laborales con las necesidades de su hogar”, describe el estudio de Naciones Unidas y el Instituto Mexicano de las Mujeres.

Asumieron esa reconfiguración incluso “a costa de su desempeño laboral y su vida personal, con una agudización inédita de riesgos en su salud física y mental”.

La cocina empezó a crecer en clientela, pero así como crecía la producción y las horas de trabajo, el embarazo de Mariana avanzó hasta que la carga de los once meses y medio de trabajo la llevaron al médico y le pidió frenar, regresar a su casa para guardar reposo porque estaba tanto tiempo de pie y el bebé corría peligro.

“La pandemia empezó en marzo y por fortuna mi mamá llegó el fin de semana que empezaron a cerrar todos los vuelos, porque estaba triste de que no pudiera estar conmigo en ese gran momento, mucho más porque soy hija única”.

Para abril los médicos plantearon a Mariana la posibilidad de realizar una cesárea por las condiciones de restricción en el hospital en donde la iban a atender.

“El sueño de toda mamá de romper fuente, ir camino al hospital y pujar se empezó a derrumbar y tuve que tomar una decisión frente a la crisis del mundo y en los hospitales”.

▶️ Historias de niñez, en duelo por Covid-19

Ella recuerda bien el día que salieron rumbo al hospital, era tarde, la calle estaba desolada y ni las tiendas de conveniencia estaban abiertas, al llegar no dejaron entrar a su mamá, porque en ese momento aún no se sabía bien el comportamiento del virus. Así que sólo ella y su esposo se quedaron ahí por dos días más, entre el nacimiento de Juan Pablo y la hospitalización de recuperación de Mariana.

Al regresar a casa “uno espera en ese momento a los familiares y amigos para conocer al bebé y los regalos y los chocolates y el vino para festejar, pero aquí no era así por el confinamiento. Sólo un vecino nos dijo que nos quería dar un regalo y aceptamos. Mi esposo salió y lo recibió, pero lo que no nos dijo el vecino es que tenía Covid y que no se estaba cuidando”.

Para entonces el bebé tenía mes y medio y Luis José contrajo el virus de la pandemia. “Ahí mis miedos salieron a flote, porque no le había podido amamantar a Juan Pablo y yo pensaba que no tenía los refuerzos suficientes, que se me iba a enfermar. Prácticamente fue jugar ajedrez en la casa, porque la idea era que no nos contagiáramos para no enfermar al bebé, pero no fue así.

“Encerramos a mi esposo en un cuarto y limpiamos la casa para evitar que no nos fuera a contagiar, pero la segunda fui yo, porque dormía con mi esposo. Después le dio a mi mamá, pero no le dio tan fuerte, pero creo fue porque limpiamos tanto”.

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Entre mayo y junio del año pasado los tres tuvieron Covid sin ninguna consecuencia y no más allá de las dos semanas que ahora se sabe que una persona puede tener síntomas leves. “El pediatra dice que al bebé le tuvo que haber dado Covid, pero él no tuvo ningún cambio importante”, cuenta Mariana mientras sigue cocinando.

Ahora cuando ella escucha a la gente hablar de que ha estado encerrada con la pandemia ella no lo ve así “yo estaba ocupada con el bebé desde las ocho de la mañana, ahora que lo dejo en la escuela de iniciación hasta las 1:30 horas mientras hago todo aquí en la cocina. Eso hice la semana pasada y esta semana estoy intentando llevarlo después del cole a la casa, le doy de comer, juego con él, bajamos al parque. Incluso ha habido días que después de regresar se queda con mi esposo mientras él trabaja en casa y yo trato de terminar como a las 5 de la tarde, entonces me regreso para darle la cena, bañarlo jugar y acostarlo a dormir, mientras preparo la lonchera para iniciar otro día”.


Para Mariana cada minuto cuenta, mientras cocina y lava trastes ella habla y lo hace muy rápido, no sólo porque así lo hacen en Venezuela, de donde es originaria, sino porque hasta antes de las 13:30 horas todo es ganar tiempo, a partir de esa hora todo su mundo es para Juan Pablo, el bebé de apenas un año que nació en medio del confinamiento por la pandemia de Covid-19 en la Ciudad de México.

Los últimos doce meses fueron cambios y cambios para Mariana, la joven migrante y de profesión odontóloga que llegó a México, se hizo madre en medio de la emergencia sanitaria, contrajo el Covid y al no encontrar un empleo bien remunerado, por la falta de homologación de sus certificados, emprendió un negocio de cocina gourmet.

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“Agotada”, es como se siente, pero al mismo tiempo dice haber encontrado la forma de estar feliz en medio del caos.

“La felicidad está en los pequeños detalles y hay que tener claro que hay cosas que no podemos cambiar”.

Ahora Mariana Saavedra forma parte de las 4.6 millones de mujeres en nuestro país que tienen un local para trabajar fuera de casa sin posibilidades de teletrabajo.

TRABAJAR, UN PRIVILEGIO

El principal problema que han enfrentado las mamás trabajadoras es la necesidad de adaptarse al escenario laboral y cuando no ocurre, la carga no sólo es emocional, sino que se genera tensión, angustia y estrés, entonces eso produce una sobrecarga mental y trastornos psicosomáticos como dolores de cabeza o musculares.

Cuando alguien siente que “no cumple” con ello se genera una sensación de baja realización personal, explica Juana Patlán, integrante de la Academy of Management Iberoamerican y de la Academia de Ciencias Administrativas de México.

Lo que le ha ocurrido a Mariana por su condición migrante, después de haber vivido por un periodo en Panamá y llegar a nuestro país en busca de una oportunidad laboral sin los documentos certificados u homologados, es lo que explica en su más reciente estudio (Madres Trabajadoras y Covid-19. Efectos de la Pandemia en circunstancias de teletrabajo en México), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo: que las barreras de acceso al empleo remunerado formal se acrecentaron con la pandemia.

Más allá de la ocupación de las mujeres en el hogar, en áreas de cuidado, el estudio en nuestro país señala que un trabajo digno “será cada vez más un privilegio para una madre en México”.

Para Mariana, antes de ser mamá y previo a la pandemia ya era difícil, porque al ser migrante sin el reconocimiento de sus documentos, pese a haber estudiado en la Universidad Central de Venezuela y algunos cursos de especialización en ortodoncia, sólo había conseguido que le ofrecieran un salario de 6 mil pesos mensuales con un trabajo de lunes a lunes.

En la primavera de 2019, Mariana y su esposo Luis José llegaron a México por una oferta de trabajo para él. Ya instalados ella entró en la disyuntiva de qué podía hacer y entonces empezó a entrenar para una maratón mientras planeaba que hacia finales de año buscaría ser mamá.

▶️ Mamás agotadas en tiempos de Covid-19

“Corrí por todo México porque el maratón era en agosto. Yo había comprado pastillas anticonceptivas para agosto, con la idea de quedar embarazada hacia finales de ese año, pero calculé mal y se me acabaron en julio. Empecé: mañana voy a comprar, mañana y se me pasó el tiempo y dos semanas antes del maratón me di cuenta de que estaba embarazada y no pude correr”.

DEL SUEÑO A LA REALIDAD

Al platicar con una amiga sobre su condición le propuso iniciar un negocio de comida, “con la barriguita pensé que era lo ideal porque nadie me iba a contratar embarazada”.

Ahí inició el sueño de contar con un negocio de comida rica y gourmet para quienes estaban en el confinamiento.

Instaló su cocina en las inmediaciones de Polanco y los pedidos empezaron a subir, se ofreció comida congelada, empacada al vacío, lista para calentar. “Tú puedes estar en casa y te queda como de restaurante: risotto, lasagna, pasteles, carne, proteínas, comida casera gourmet”.

En medio de la pandemia Mariana encontró una oportunidad y su negocio sigue creciendo, pero ello no fue para todas las mamás, las estadísticas muestran hasta ahora que las más afectadas con el despido laboral por el cierre de empresas afectó más a las mujeres. “El desempleo creció en sectores donde las mujeres trabajan mayoritariamente, como las pequeñas y medianas empresas o el sector informal de la economía”.

Pero hubo quienes desde casa encontraron una alternativa. “Las mujeres no han esperado a la pandemia para organizar minuciosamente la articulación de sus responsabilidades laborales con las necesidades de su hogar”, describe el estudio de Naciones Unidas y el Instituto Mexicano de las Mujeres.

Asumieron esa reconfiguración incluso “a costa de su desempeño laboral y su vida personal, con una agudización inédita de riesgos en su salud física y mental”.

La cocina empezó a crecer en clientela, pero así como crecía la producción y las horas de trabajo, el embarazo de Mariana avanzó hasta que la carga de los once meses y medio de trabajo la llevaron al médico y le pidió frenar, regresar a su casa para guardar reposo porque estaba tanto tiempo de pie y el bebé corría peligro.

“La pandemia empezó en marzo y por fortuna mi mamá llegó el fin de semana que empezaron a cerrar todos los vuelos, porque estaba triste de que no pudiera estar conmigo en ese gran momento, mucho más porque soy hija única”.

Para abril los médicos plantearon a Mariana la posibilidad de realizar una cesárea por las condiciones de restricción en el hospital en donde la iban a atender.

“El sueño de toda mamá de romper fuente, ir camino al hospital y pujar se empezó a derrumbar y tuve que tomar una decisión frente a la crisis del mundo y en los hospitales”.

▶️ Historias de niñez, en duelo por Covid-19

Ella recuerda bien el día que salieron rumbo al hospital, era tarde, la calle estaba desolada y ni las tiendas de conveniencia estaban abiertas, al llegar no dejaron entrar a su mamá, porque en ese momento aún no se sabía bien el comportamiento del virus. Así que sólo ella y su esposo se quedaron ahí por dos días más, entre el nacimiento de Juan Pablo y la hospitalización de recuperación de Mariana.

Al regresar a casa “uno espera en ese momento a los familiares y amigos para conocer al bebé y los regalos y los chocolates y el vino para festejar, pero aquí no era así por el confinamiento. Sólo un vecino nos dijo que nos quería dar un regalo y aceptamos. Mi esposo salió y lo recibió, pero lo que no nos dijo el vecino es que tenía Covid y que no se estaba cuidando”.

Para entonces el bebé tenía mes y medio y Luis José contrajo el virus de la pandemia. “Ahí mis miedos salieron a flote, porque no le había podido amamantar a Juan Pablo y yo pensaba que no tenía los refuerzos suficientes, que se me iba a enfermar. Prácticamente fue jugar ajedrez en la casa, porque la idea era que no nos contagiáramos para no enfermar al bebé, pero no fue así.

“Encerramos a mi esposo en un cuarto y limpiamos la casa para evitar que no nos fuera a contagiar, pero la segunda fui yo, porque dormía con mi esposo. Después le dio a mi mamá, pero no le dio tan fuerte, pero creo fue porque limpiamos tanto”.

▶️ Mantente informado en nuestro canal de Google Noticias

Entre mayo y junio del año pasado los tres tuvieron Covid sin ninguna consecuencia y no más allá de las dos semanas que ahora se sabe que una persona puede tener síntomas leves. “El pediatra dice que al bebé le tuvo que haber dado Covid, pero él no tuvo ningún cambio importante”, cuenta Mariana mientras sigue cocinando.

Ahora cuando ella escucha a la gente hablar de que ha estado encerrada con la pandemia ella no lo ve así “yo estaba ocupada con el bebé desde las ocho de la mañana, ahora que lo dejo en la escuela de iniciación hasta las 1:30 horas mientras hago todo aquí en la cocina. Eso hice la semana pasada y esta semana estoy intentando llevarlo después del cole a la casa, le doy de comer, juego con él, bajamos al parque. Incluso ha habido días que después de regresar se queda con mi esposo mientras él trabaja en casa y yo trato de terminar como a las 5 de la tarde, entonces me regreso para darle la cena, bañarlo jugar y acostarlo a dormir, mientras preparo la lonchera para iniciar otro día”.


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