/ viernes 28 de octubre de 2022

México, según Call of Duty

La versión del México que Call of Duty retrata es una instantánea actual de un país que permanece en guerra con sí mismo, sin visos de terminar a pesar de lo que se diga

De acuerdo con fuentes de inteligencia, narcotraficantes mexicanos ayudaron recientemente a un grupo terrorista con ligas iraníes y rusas a introducir misiles balísticos a suelo estadounidense. Los misiles finalmente fueron descubiertos, pero iban dirigidos a las ciudades de Nueva Orleans y Chicago.

Lo anterior, por supuesto, es una ficción. La trama que le cuento es la de la más reciente entrega del videojuego Call of Duty; sin embargo, la encrucijada en la que se encuentra, entretenimiento y creación de cultura, resulta relevante.

Call of Duty, producida por el estudio estadounidense Activision, es una de las franquicias de entretenimiento más grandes de la industria. Con 425 millones de unidades vendidas durante 19 años de existencia y varios juegos, la marca representa un valor de 30 mil millones de dólares. Esto es más que todo lo generado en taquillas por las películas de Marvel.

Así que se puede argumentar que esta serie de videojuegos es uno de los productos de entretenimiento más consumidos a nivel global y de mayor influencia.

También puede interesarte: Catedral de Durango aparece en el nuevo videojuego de Call of Duty

Y en esta ocasión ha decidido relatar su versión del México actual.

En su última edición –salida al mercado durante esta semana y que por supuesto quien escribe ya se echó completa– se dibuja al pueblo ficticio de Las Almas como una república por sí sola gobernada por el narcotráfico.

Casualmente, Las Almas se encuentra en lo que es hoy Reynosa o Matamoros, Tamaulipas. En esa frontera no existe gobierno más allá de la voluntad del cártel que lleva el mismo nombre del lugar.

-"Nunca había estado en México" –refiere uno de los héroes al pisar el suelo nacional en busca de las armas de destrucción masiva.

-"Esto no es México, esto es Las Almas" -le contesta el coronel de las Fuerzas Especiales Mexicanas Alejandro Vargas, quien sirve para contar que en el país aún hay buenos soldados.

Los sicarios van fuertemente armados, montados en camionetones sin empacho por las calles de Las Almas, reparten globos a los niños, pero también justicia, orden y muerte según les plazca.

El Ejército mexicano, de acuerdo con este relato, no sólo no combate, sino que presta protección al cártel y hace las tareas de mercenarios y policías.

La líder es una ex teniente del Ejército llamada Verónica García, convertida en criminal tentada por los lujos de esa vida, dándole eco al origen de algunos cárteles reales como el de Los Zetas.

La historia termina diciendo que ni los estadounidenses son tan buenos, ni los mexicanos tan malos. Sin embargo, deja claro que en este país no hay Estado de derecho cuando de narcos se trata; cosa que a Estados Unidos le importa poco mientras los malosos se queden de este lado.

También puedes leer: FGR asegura narcotúnel que va de Tijuana a San Diego, EU

Narrativas sobre el México criminal en medios masivos hay por miles. Vienen a mi mente la excelente Hombre en Llamas (2004) con Denzel Washington, o la también relevante Sicario (2015) con Benicio del Toro. La famosa serie Narcos ha convertido en antihéroes a personajes como Caro Quintero y El Chapo Guzmán.

Sin embargo, la versión del México que Call of Duty retrata es una instantánea actual de un país que permanece en guerra con sí mismo, sin visos de terminar a pesar de lo que se diga.

Sí, lo hace desde la exageración de una ficción con fines dramáticos, pero no por eso deja de estar basada en una necia realidad. Ejemplos de eso la OEM le trae varios, cada día. Apenas hace unos días sicarios mataron a un novio saliendo del atrio el día de su boda en Sonora, por decir uno.

A pesar de décadas de intentos, gobiernos de diferentes ideologías siguen sin poder brindar las más mínimas condiciones de seguridad a sus gobernados.

En tanto la corrupción es un mal que sigue minando la confianza en instituciones e incluso continúa atrayendo a servidores públicos jurados a las filas del crimen.

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Así como Medio Oriente es la tierra del terrorista, somos entonces el país de los narcos, de la cultura del no Estado, según la industria del entretenimiento global.

No hay mañanera que pueda cambiar eso.

De acuerdo con fuentes de inteligencia, narcotraficantes mexicanos ayudaron recientemente a un grupo terrorista con ligas iraníes y rusas a introducir misiles balísticos a suelo estadounidense. Los misiles finalmente fueron descubiertos, pero iban dirigidos a las ciudades de Nueva Orleans y Chicago.

Lo anterior, por supuesto, es una ficción. La trama que le cuento es la de la más reciente entrega del videojuego Call of Duty; sin embargo, la encrucijada en la que se encuentra, entretenimiento y creación de cultura, resulta relevante.

Call of Duty, producida por el estudio estadounidense Activision, es una de las franquicias de entretenimiento más grandes de la industria. Con 425 millones de unidades vendidas durante 19 años de existencia y varios juegos, la marca representa un valor de 30 mil millones de dólares. Esto es más que todo lo generado en taquillas por las películas de Marvel.

Así que se puede argumentar que esta serie de videojuegos es uno de los productos de entretenimiento más consumidos a nivel global y de mayor influencia.

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Y en esta ocasión ha decidido relatar su versión del México actual.

En su última edición –salida al mercado durante esta semana y que por supuesto quien escribe ya se echó completa– se dibuja al pueblo ficticio de Las Almas como una república por sí sola gobernada por el narcotráfico.

Casualmente, Las Almas se encuentra en lo que es hoy Reynosa o Matamoros, Tamaulipas. En esa frontera no existe gobierno más allá de la voluntad del cártel que lleva el mismo nombre del lugar.

-"Nunca había estado en México" –refiere uno de los héroes al pisar el suelo nacional en busca de las armas de destrucción masiva.

-"Esto no es México, esto es Las Almas" -le contesta el coronel de las Fuerzas Especiales Mexicanas Alejandro Vargas, quien sirve para contar que en el país aún hay buenos soldados.

Los sicarios van fuertemente armados, montados en camionetones sin empacho por las calles de Las Almas, reparten globos a los niños, pero también justicia, orden y muerte según les plazca.

El Ejército mexicano, de acuerdo con este relato, no sólo no combate, sino que presta protección al cártel y hace las tareas de mercenarios y policías.

La líder es una ex teniente del Ejército llamada Verónica García, convertida en criminal tentada por los lujos de esa vida, dándole eco al origen de algunos cárteles reales como el de Los Zetas.

La historia termina diciendo que ni los estadounidenses son tan buenos, ni los mexicanos tan malos. Sin embargo, deja claro que en este país no hay Estado de derecho cuando de narcos se trata; cosa que a Estados Unidos le importa poco mientras los malosos se queden de este lado.

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Narrativas sobre el México criminal en medios masivos hay por miles. Vienen a mi mente la excelente Hombre en Llamas (2004) con Denzel Washington, o la también relevante Sicario (2015) con Benicio del Toro. La famosa serie Narcos ha convertido en antihéroes a personajes como Caro Quintero y El Chapo Guzmán.

Sin embargo, la versión del México que Call of Duty retrata es una instantánea actual de un país que permanece en guerra con sí mismo, sin visos de terminar a pesar de lo que se diga.

Sí, lo hace desde la exageración de una ficción con fines dramáticos, pero no por eso deja de estar basada en una necia realidad. Ejemplos de eso la OEM le trae varios, cada día. Apenas hace unos días sicarios mataron a un novio saliendo del atrio el día de su boda en Sonora, por decir uno.

A pesar de décadas de intentos, gobiernos de diferentes ideologías siguen sin poder brindar las más mínimas condiciones de seguridad a sus gobernados.

En tanto la corrupción es un mal que sigue minando la confianza en instituciones e incluso continúa atrayendo a servidores públicos jurados a las filas del crimen.

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