/ viernes 27 de mayo de 2022

Narciso Nava Martínez, un siglo de tradición ferroviaria familiar

Con 16 años de edad, Narciso Martínez llegó al ferrocarril en 1950, pero era algo que ya traía en la sangre porque su padre, abuelo y su bisabuelo también eran ferrocarrileros. Entre todos completan más de 100 años de historia ferroviaria

Entre caminos de rieles y silbidos de locomotoras transcurrió la vida de Narciso Nava Martínez, quien desde muy pequeño sintió el llamado de la sangre que corría por sus venas para dedicarse al transporte ferroviario, que tantas satisfacciones le dio a lo largo de 43 años.

Originario del municipio de Oriental, Puebla, pertenece a la cuarta generación de una familia de ferrocarrileros que trascendió en la historia del país y que se ganó el derecho de ascender, puesto a puesto, por su entrega, estudio y dedicación.

Te recomendamos: Muere a los 77 años Raúl Esquivel, el jefe vulcano

Para don Narciso los ferrocarriles lo fueron todo y hoy recuerda con emoción la carrera que inició en 1950 y que lo llevó a ser maquinista de caminos, ocupación que desempeñó con agrado y en la que tuvo oportunidad de hacer recorridos especiales y pasear a personalidades destacadas.

Su imagen de ferrocarrilero fue plasmada en el billete de 100 pesos conmemorativo del Centenario de la Revolución en la que fue protagonista a bordo de la locomotora 279.


Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Historia ferroviaria

“Entré al ferrocarril en 1950, acababa de salir de secundaria y tenía 16 años. Yo traía la sangre de ferrocarrilero porque mi papá, mi abuelo y mi bisabuelo también lo eran. Entre todos completamos más de 100 años de historia ferroviaria”, expone.

Su bisabuelo, Juan Martínez, fue jefe de estación al norte del país cuando todavía las máquinas eran de leña. Su abuelo, Pedro Martínez, fue el primer maquinista de caminos en México, labor que desempeñó en Saltillo, Coahuila, lugar donde reposan sus restos en un mausoleo en el que hay un monumento en su honor delimitado con cadenas de ferrocarril. Su padre, Leoncio Nava, no corrió con tanta suerte, pues en 1958 tuvo un accidente ferroviario que lo llevó a que le amputaran la pierna y su consecuente jubilación.

Narciso comenzó su profesión desempeñándose como similar B de locomotoras y después de 21 años de trabajo, estudio y dedicación, en los que también ocupó los puestos de similar A, fogonero de patio, maquinista de patio y fogonero de camino, obtuvo su ingeniería como maquinista de camino en la que se desempeñó 22 años.



Para ser ferrocarrilero se requería una formación especializada que exigía, además del trabajo de campo, preparación académica que era facilitada por el extinto Instituto de Capacitación de Ferrocarriles Nacionales de México.

“Para poder ascender había que preparase y para pagarse los estudios había que trabajar porque el ferrocarril nunca pagó la formación académica. Era estudiar una carrera porque cada ascenso (requería) un estudio diferente. Yo tuve siete exámenes para ser maquinista de camino y obtuve mi ingeniería en 1971”, subraya.

“Mi papá fue la persona que apagó el vapor. Él subió la última máquina de este tipo (con motor de combustión interna) a su pedestal en Oriental (Puebla) y ahí se mantiene desde hace 50 años”, señala dulce, su orgullosa hija.

Caminos sobre rieles

Narciso comenzó a recorrer los caminos de Puebla, Veracruz, Oaxaca, Morelos y México, que era su división, saliendo de la Estación del Ferrocarril Mexicano.

“Donde se necesitaba maquinista lo mandaban a uno. No sólo estuve en Puebla, también en Tehuacán, en San Lázaro, en Cuautla. Salí prestado a la división de Querétaro y San Juan del Río. En el ingenio de Atencingo (donde estuvo), con máquinas de vapor se movían las góndolas donde se cargaba la caña para abastecer la fábrica de azúcar”, detalla.

Refiere que durante la administración del gobernador Mariano Piña Olaya (1987-1993) se inauguró el tren suburbano de Apizaco a Puebla y él fue el maquinista que hizo el recorrido que trasladó al mandatario del estado y a la entonces gobernadora de Tlaxcala, Beatriz Paredes, en el viaje inaugural.

Retrato de un maquinista en una locomotora. Foto: Mediateca INAH

“Luego estuve a cargo del tren escénico (turístico) que iba de Cuautla a Yecapixtla en hora y media. En el viaje inaugural, el presidente de la República, Miguel de la Madrid, iba junto a mí, sentado en mi asiento, saludando a toda la gente que se había formado en la ruta”, narra.

Este tren turístico fue conocido en todo el mundo y muchos extranjeros venían a hacer el recorrido en el trenecito porque era el único que quedaba de vapor y de vía angosta.

“El gober precioso (Mario Marín, hoy preso) anduvo conmigo mucho tiempo. Lo llevé a varios lugares porque a él le gustaba mucho el ferrocarril. Incluso cuando hacíamos fiesta en el sindicato, él iba a desayunar con nosotros”, subraya.

Un viaje real

Narciso recuerda con orgullo que en uno de sus trenes paseó al príncipe Carlos de Inglaterra en su visita a México, en marzo de 2002.

“Esa máquina la trajeron del norte para que la arreglara y la echara a andar. La compuse para pasear al príncipe 17 kilómetros, de una estación pequeña de Veracruz al puerto, donde lo esperaban las autoridades y los cadetes de Antón Lizardo”, asegura.

Dice que el tren es un carro presidencial del siglo XVIII de tres coches de pasajeros y el príncipe viajó en el último, que actualmente se encuentra en el museo. Cuando Carlos de Inglaterra se bajó, pasó de largo con su comitiva frente a Narciso, pero todos se quedaron sorprendidos cuando se regresó para saludarlo.

“Se dio la vuelta y se regresó a saludarme, cuándo vi dije: ‘me va a hablar en inglés’, pero no, me habló en español, y me dijo: ´cuiden este trenecito, en mi tierra tenemos trenes muy bonitos, pero como este no hay, el viaje me gustó mucho, estuvo excelente’”, recuerda orgulloso.


Carlos Slim, el príncipe carlos de Inglaterra y Juan Ramón de la Fuente, durante la visita que realizaron al Antiguo Palacio de Mineria. Foto: Cuartoscuro

Ferrocarrilero de corazón

Don Narciso Nava Martínez, que hoy tiene 87 años de edad, fue cofundador de la Asociación Civil “Amigos del Museo de los Ferrocarriles Mexicanos”.

Se ha mantenido activo difundiendo su legado a través de Ferreomodelismo, que él mismo elabora con sus propias manos. También apoya al Museo de los Ferrocarriles Mexicanos con sede en Puebla, a través de pláticas y talleres para niños, además de que participa en obras y cualquier actividad alusiva al mundo ferroviario.

Con su trabajo y dedicación se ganó un lugar en el mundo ferroviario, tanto que hasta participó en la película mexicana “El Atentado”, del director Jorge Fons Pérez, en 2010.

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“Cuando me jubilé, en 1993, conmigo se acabó la tradición familiar de ferrocarrileros”, remata.


Entre caminos de rieles y silbidos de locomotoras transcurrió la vida de Narciso Nava Martínez, quien desde muy pequeño sintió el llamado de la sangre que corría por sus venas para dedicarse al transporte ferroviario, que tantas satisfacciones le dio a lo largo de 43 años.

Originario del municipio de Oriental, Puebla, pertenece a la cuarta generación de una familia de ferrocarrileros que trascendió en la historia del país y que se ganó el derecho de ascender, puesto a puesto, por su entrega, estudio y dedicación.

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Para don Narciso los ferrocarriles lo fueron todo y hoy recuerda con emoción la carrera que inició en 1950 y que lo llevó a ser maquinista de caminos, ocupación que desempeñó con agrado y en la que tuvo oportunidad de hacer recorridos especiales y pasear a personalidades destacadas.

Su imagen de ferrocarrilero fue plasmada en el billete de 100 pesos conmemorativo del Centenario de la Revolución en la que fue protagonista a bordo de la locomotora 279.


Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Historia ferroviaria

“Entré al ferrocarril en 1950, acababa de salir de secundaria y tenía 16 años. Yo traía la sangre de ferrocarrilero porque mi papá, mi abuelo y mi bisabuelo también lo eran. Entre todos completamos más de 100 años de historia ferroviaria”, expone.

Su bisabuelo, Juan Martínez, fue jefe de estación al norte del país cuando todavía las máquinas eran de leña. Su abuelo, Pedro Martínez, fue el primer maquinista de caminos en México, labor que desempeñó en Saltillo, Coahuila, lugar donde reposan sus restos en un mausoleo en el que hay un monumento en su honor delimitado con cadenas de ferrocarril. Su padre, Leoncio Nava, no corrió con tanta suerte, pues en 1958 tuvo un accidente ferroviario que lo llevó a que le amputaran la pierna y su consecuente jubilación.

Narciso comenzó su profesión desempeñándose como similar B de locomotoras y después de 21 años de trabajo, estudio y dedicación, en los que también ocupó los puestos de similar A, fogonero de patio, maquinista de patio y fogonero de camino, obtuvo su ingeniería como maquinista de camino en la que se desempeñó 22 años.



Para ser ferrocarrilero se requería una formación especializada que exigía, además del trabajo de campo, preparación académica que era facilitada por el extinto Instituto de Capacitación de Ferrocarriles Nacionales de México.

“Para poder ascender había que preparase y para pagarse los estudios había que trabajar porque el ferrocarril nunca pagó la formación académica. Era estudiar una carrera porque cada ascenso (requería) un estudio diferente. Yo tuve siete exámenes para ser maquinista de camino y obtuve mi ingeniería en 1971”, subraya.

“Mi papá fue la persona que apagó el vapor. Él subió la última máquina de este tipo (con motor de combustión interna) a su pedestal en Oriental (Puebla) y ahí se mantiene desde hace 50 años”, señala dulce, su orgullosa hija.

Caminos sobre rieles

Narciso comenzó a recorrer los caminos de Puebla, Veracruz, Oaxaca, Morelos y México, que era su división, saliendo de la Estación del Ferrocarril Mexicano.

“Donde se necesitaba maquinista lo mandaban a uno. No sólo estuve en Puebla, también en Tehuacán, en San Lázaro, en Cuautla. Salí prestado a la división de Querétaro y San Juan del Río. En el ingenio de Atencingo (donde estuvo), con máquinas de vapor se movían las góndolas donde se cargaba la caña para abastecer la fábrica de azúcar”, detalla.

Refiere que durante la administración del gobernador Mariano Piña Olaya (1987-1993) se inauguró el tren suburbano de Apizaco a Puebla y él fue el maquinista que hizo el recorrido que trasladó al mandatario del estado y a la entonces gobernadora de Tlaxcala, Beatriz Paredes, en el viaje inaugural.

Retrato de un maquinista en una locomotora. Foto: Mediateca INAH

“Luego estuve a cargo del tren escénico (turístico) que iba de Cuautla a Yecapixtla en hora y media. En el viaje inaugural, el presidente de la República, Miguel de la Madrid, iba junto a mí, sentado en mi asiento, saludando a toda la gente que se había formado en la ruta”, narra.

Este tren turístico fue conocido en todo el mundo y muchos extranjeros venían a hacer el recorrido en el trenecito porque era el único que quedaba de vapor y de vía angosta.

“El gober precioso (Mario Marín, hoy preso) anduvo conmigo mucho tiempo. Lo llevé a varios lugares porque a él le gustaba mucho el ferrocarril. Incluso cuando hacíamos fiesta en el sindicato, él iba a desayunar con nosotros”, subraya.

Un viaje real

Narciso recuerda con orgullo que en uno de sus trenes paseó al príncipe Carlos de Inglaterra en su visita a México, en marzo de 2002.

“Esa máquina la trajeron del norte para que la arreglara y la echara a andar. La compuse para pasear al príncipe 17 kilómetros, de una estación pequeña de Veracruz al puerto, donde lo esperaban las autoridades y los cadetes de Antón Lizardo”, asegura.

Dice que el tren es un carro presidencial del siglo XVIII de tres coches de pasajeros y el príncipe viajó en el último, que actualmente se encuentra en el museo. Cuando Carlos de Inglaterra se bajó, pasó de largo con su comitiva frente a Narciso, pero todos se quedaron sorprendidos cuando se regresó para saludarlo.

“Se dio la vuelta y se regresó a saludarme, cuándo vi dije: ‘me va a hablar en inglés’, pero no, me habló en español, y me dijo: ´cuiden este trenecito, en mi tierra tenemos trenes muy bonitos, pero como este no hay, el viaje me gustó mucho, estuvo excelente’”, recuerda orgulloso.


Carlos Slim, el príncipe carlos de Inglaterra y Juan Ramón de la Fuente, durante la visita que realizaron al Antiguo Palacio de Mineria. Foto: Cuartoscuro

Ferrocarrilero de corazón

Don Narciso Nava Martínez, que hoy tiene 87 años de edad, fue cofundador de la Asociación Civil “Amigos del Museo de los Ferrocarriles Mexicanos”.

Se ha mantenido activo difundiendo su legado a través de Ferreomodelismo, que él mismo elabora con sus propias manos. También apoya al Museo de los Ferrocarriles Mexicanos con sede en Puebla, a través de pláticas y talleres para niños, además de que participa en obras y cualquier actividad alusiva al mundo ferroviario.

Con su trabajo y dedicación se ganó un lugar en el mundo ferroviario, tanto que hasta participó en la película mexicana “El Atentado”, del director Jorge Fons Pérez, en 2010.

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