Hace 25 años, tras acceder rápidamente en el sector conservador de la jerarquía eclesial, llegó a la Ciudad de México el entonces joven obispo Norberto Rivera Carrera para convertirse en el nuevo Primado de México, en sustitución del cardenal Ernesto Corripio Ahumada, por nombramiento del Papa Juan Pablo II.
Rivera Carrera nació el 6 de junio de 1942 en La Purísima, Tepehuanes, Durango donde realizó sus estudios religiosos. Fue ordenado sacerdote el 3 de julio de 1966, en Roma, por el Papa Pablo VI.
Logró una carrera ascendente dentro del clero católico integrando el "Club de Roma", el grupo más conservador al interior de la Iglesia católica en México y con fuerte influencia en la Conferencia Episcopal mexicana.
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Primado
Era el 29 de septiembre de 1994 cuando llegó a su fin el gobierno pastoral, de casi 17 años, del entonces cardenal Ernesto Corripio Ahumada. Quedaban grandes pendientes para su sucesor como los trabajos religiosos en un territorio marcado por la pobreza, la marginación y el subdesarrollo.
Casi nueve meses después, la Santa Sede anunció la decisión del Papa Juan Pablo II: Sería Norberto Rivera Carrera, segundo obispo de Tehuacán, Puebla, y de tan sólo 53 años de edad, quien se convertiría en el responsable de la Arquidiócesis Primada de México.
Desde su juventud estuvo fuertemente marcado por quien fuera obispo de Ciudad Obregón, José Torres Castañeda y posteriormente por uno de sus principales mentores: el arzobispo de Durango Antonio López Aviña.
Fue él quien le dio un gran impulso en su trayectoria eclesial, lo apoyó para que estudiara en Roma y hasta lo consagró como obispo de Tehuacán en 1985, diócesis en la que tuvo duros enfrentamientos con la teología de la liberación.
De acuerdo al periodista Guillermo Gazanini, en esa época había quien señalaba que “monseñor Rivera no era el idóneo para suceder al cardenal Corripio Ahumada; sin embargo, él estuvo dispuesto a cumplir con los designios de Juan Pablo II".
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Ya como cardenal de la Iglesia católica y arzobispo de México, logró que el Papa Juan Pablo II visitará en dos ocasiones nuestro país, la última de ellas en 2002 para canonizar al santo indígena Juan Diego. Sin embargo, uno de sus principales objetivos en materia religiosa se quedó pendiente por cuestiones políticas: la canonización del sacerdote jesuita y mártir, Miguel Agustín Pro.
En lo político, también se le recuerda por la buena relación que mantuvo con Andrés Manuel López Obrador cuando este fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Incluso, el tabasqueño apoyó el proyecto de la Plaza Mariana.
Durante su arzobispado, el cardenal Rivera tuvo una serie de problemáticas que enfrentar en la Ciudad de México tanto por posturas religiosas, éticas, de administración, políticas y también sociales. Sin embargo, el más grande y que lo persigue hasta ahora fueron los abusos sexuales y actos de pederastia cometidos por sacerdotes, entre ellos el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel.
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Conflictos como la polémica iniciada por el abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg sobre la inexistencia del acontecimiento Guadalupano. También las acusaciones por el presunto encubrimiento a sacerdotes pederastas, las grillas internas entre obispos auxiliares, monseñores e incluso sacerdotes, así como los constantes enfrentamientos con sectores de izquierda por temas como el aborto, la eutanasia y las uniones igualitarias.
La histórica renuncia de Benedicto XVI al ejercicio del papado y la posterior elección del Papa Francisco debilitaron al sector conservador de la Iglesia mexicana.
Durante la visita de Francisco a México, de la cual Rivera Carrera fue excluido en su organización, durante su discurso en la Catedral Metropolitana llamó a los obispos mexicanos que no se comportaran como príncipes y que se acercaran más a su rebaño. Esto se interpretó como un mensaje al Arzobispo.
La ruptura de Rivera con El Vaticano llegó cuando cumplió 75 años, fecha en el que todos los obispos deben de presentar su renuncia. El pontífice aceptó rápidamente la renuncia de Rivera como arzobispo de México y nombrara al cardenal Carlos Aguiar Retes, perteneciente a un sector opositor al Grupo Roma dentro del Episcopado.
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