El regreso a clases este 30 de agosto marca un cambio en la postura gubernamental frente a la pandemia.
➡️ Así será el regreso a clases presenciales el 30 de agosto
Desde marzo del 2020, el gobierno del presidente López Obrador había estado en un vaivén sobre qué hacer, cediendo en algunas áreas y resistiéndose en otras. Pero por fin, luego de año y medio, la 4T está separando del todo la decisión política de la data sobre contagios.
Durante la última semana, los nuevos casos a nivel nacional sumaron 130 mil, el máximo histórico para México, sin embargo, al mismo tiempo el gobierno está presionando a las familias para enviar a sus hijos a la escuela.
Puede usted contar con su propia opinión sobre la prudencia de regresar a los muchachos a la escuela cuando aún no se han vacunado todos, pero el caso mexicano no es único. De hecho, a la fecha, México se encuentra entre una minoría de naciones que mantienen el cierre completo de centros de estudio.
Según datos de la Universidad de Oxford, a agosto, apenas el 14% de 185 países con datos mantienen un cierre mandatorio de escuelas en todos los niveles.
En el resto de los países no hay cierre del todo (21%), sólo se da en ciertos niveles (24%) o se recomienda sin ser obligatorio (41%). Por ejemplo, en este último grupo se encuentra Estados Unidos, el epicentro mundial.
Para hacer memoria, nadie ha tenido un regreso a clases terso, ni siquiera el rigor alemán o suizo les salvó de reabrir las escuelas para luego volverlas a cerrar cuando llegó una tercera ola de contagios en Europa el año pasado.
Ahora, el que el regreso a clases sea una tendencia global a la que tarde o temprano México se iba a plegar no disculpa la falta de una estrategia clara por parte de la 4T para que sucediera ordenadamente. Es cierto que el desaseo y la improvisación que caracteriza a esta administración vienen a complicar aún más el escenario.
Es inadmisible que haya escuelas saqueadas, sin agua o luz, pero sí con mucha mugre acumulada de 17 meses.
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Sin embargo, en el polo opuesto cuesta trabajo dar la razón a los que "con datos en la mano" se azotan porque presuntamente se pone en riesgo a los niños si se regresa a las aulas con los contagios de hoy cuando ni siquiera pestañean ante las plazas comerciales, restaurantes, bares y pachangas que hoy abarrotan espacios más pequeños que un salón de clases.
Recordemos que en marzo del 2020 se promediaban 14 mil contagios semanales y nos encerramos a piedra y lodo todos los que pudimos para salir sólo por el garrafón y el súper. Apenas 10% de los casos que hay hoy.
Y aquí está el meollo. Hay en el mundo una nueva disociación entre la data de altos contagios y las conductas permitidas, tal y como ejemplifican la apertura económica total en los Estados Unidos, el turismo en Europa o los recientes Juegos Olímpicos en Japón.
Esto, ya sea por el cansancio de un encierro indefinido, la necesidad de abrir la economía o la revelación de que la cura causa más penas que la enfermedad.
Asimismo, en la medida que las dosis van avanzando, próximamente se podrá decir que todos los que no están vacunados es porque no quieren. Esta es ya una pandemia de los no vacunados.
Debido a la altísima cifra negra y casos asintomáticos desde un inicio la data de contagios ha sido un instrumento de política pública incompleto. Aún más en México donde se han hecho pruebas a cuentagotas.
La respuesta a la crisis va cambiando. Así como cada vez son menos los que usan tapetes sanitizantes, cubrebocas dentro del carro o desinfectan paquetes, la data de contagios está pasando a segundo término dado el hecho de que el virus no va a ir a ningún lado.
Nos estamos divorciando de las gráficas, pues. Si es bueno o malo, veremos.