/ viernes 4 de septiembre de 2020

Tiraderos tóxicos, las zonas muertas de México

Radiación, desechos infecciosos y venenos químicos fueron depositados en terrenos de diferentes puntos del país sin las debidas precauciones y exponiendo a los habitantes al peligro

Desde desechos hospitalarios mal tratados, residuos de la industria petroquímica y hasta elementos radioactivos han sido depositados en tiraderos a lo largo y ancho del país exponiendo a diversos venenos a la flora, fauna y hasta a los propios seres humanos que habitan cerca.

Aunque muchos de éstos ya no operan o dejaron de recibir desechos hace mucho tiempo, el daño al ecosistema se considera irreversible por la cantidad y tipos de contaminantes que alojan, volviendo inhabitables las zonas aledañas o envenenado tanto los mantos acuíferos cercanos como la vegetación de la que se alimentan los animales.

El Chernobyl mexicano

En el cementerio nuclear de Samalayuca, en Chihuahua, se enterraron desechos contaminados con Cobalto 60, y aun cuando se considera que ya no hay toxicidad, todavía falta una última inspección para cerrar esa historia trágica que cimbró al mundo. En Ciudad Juárez unas 4 mil personas estuvieron expuestas a esa radiación.

La historia comenzó el 6 de diciembre de 1983, cuando Vicente Sotelo Alardín, trabajador de mantenimiento del Centro Médico de Especialidades, en Ciudad Juárez, junto con su amigo Ricardo Hernández, robaron y vendieron como chatarra una bomba de Cobalto 60 comprada en 1977 y que estaba arrumbada en el hospital.

El artefacto pesaba unos 100 kilos, por lo que lo desmontaron y perforaron el cilindro que contenía el material radiactivo, es decir, unos 6 mil balines de 1 milímetro de diámetro que se fueron regando por el camino al yonque Fénix, donde vendieron todo por mil quinientos pesos.

Ahí, los gránulos se mezclaron con otros fierros, de donde se envió material a dos fundiciones: Aceros de Chihuahua (Achisa), una fábrica de varilla de construcción en la capital del estado; y Falcon, fabricante de soportes para mesa. Se estima que, para enero de 1984, la varilla y los soportes resultantes ya habían sido exportados a Estados Unidos y el interior de México.

Foto El Heraldo de Juárez | Archivo

En total, Achisa habría producido 6 mil toneladas de varilla contaminada, entre el 6 de diciembre de 1983 y el 3 de enero de 1984 De esa cantidad, mil toneladas fueron exportadas a Estados Unidos y las 5 mil restantes se distribuyeron en el interior del país.

Por su parte, la maquiladora Falcon de México, la otra empresa que adquirió chatarra contaminada en el yonque Fénix de la Ciudad Juárez, produjo unas 30 mil bases metálicas para mesa, que se distribuyeron en 20 estados de la Unión Americana.

El 16 de enero de 1984, el laboratorio nacional de Los Álamos, ubicado en Nuevo México, Estados Unidos, detectó la presencia de radiactividad en las inmediaciones: un camión cargado de varilla se había extraviado y pasó cerca del laboratorio.

Así fue como se conoció del problema cuyas investigaciones llevaron hasta el yonque referido en Juárez y a quien sustrajo la bomba de Cobalto 60.

Los medidores detectaron que la camioneta arrojaba en algunas partes casi 1000 rads, la radiación equivalente a 20 mil radiografías.

En Juárez se implementó una campaña para recuperar tanto los balines diminutos, como piezas contaminadas, incluidas las varillas.

En los archivos de periódico El Fronterizo, que circulaba en Ciudad Juárez, se documentó el 20 de marzo de 1984, la utilización de helicópteros estadounidenses para detectar las piezas radioactivas, uno de cuyos lotes fue encontrado en la colonia Luis Echeverría, en una construcción.

Foto El Heraldo de Juárez | Archivo

En total, se habló de que unas mil toneladas de materiales nunca fueron localizadas. Se les perdió la huella y cientos de viviendas habrían sido construidas con esos contaminantes radioactivos que entre otros daños pudieran causar cáncer a sus moradores.

A principios de noviembre de 1984 se seleccionó el que había de ser el sitio definitivo para depositar los desechos contaminados recuperados, localizado en las colindancias del ejido El Vergel, a unos 50 kilómetros de la zona urbana del municipio de Juárez, habiéndose previamente asegurado el consentimiento de los ejidatarios. Hasta este sitio, denominado La Piedrera, se transportó el material, así como los tambos con gránulos y otros materiales contaminados.

Se confinaron varillas, materiales no utilizados, bases metálicas, chatarra, tierra, escoria y plasta contaminada, con un total de 29 mil 181 toneladas de material.

A pesar de los esfuerzos que hubo para recuperar todo, luego de haber estado en diferentes sitios, nunca se dio un informe exacto de esos lugares con riesgo de contaminación.

Así lo consigna René Franco Barreno, consultor ambiental en Juárez., quien habla de la “tremenda contaminación que provocó este incidente a una extensa cantidad de suelo fronterizo durante la existencia de este ‘confinamiento provisional”.

Dijo que fueron muchos sitios los afectados, entre ellos el deshuesadero del Yonque Fénix, los caminos de la ruta de transporte del material, las fundidoras, los lugares provisionales, de tal manera que “los daños a la salud humana fueron incalculables, y jamás supimos bien a bien las consecuencias reales”.

En el informe de la Comisión Nacional de Energía Nuclear y Salvaguardias elaborado en 1984, se estimó que aproximadamente cuatro mil personas resultaron expuestas a la radiación en diferentes grados.

Para finales de 1984, se efectuaron reconocimientos en casi 17 mil 600 construcciones y se presumía que ya había sido empleada la varilla contaminada en varias de las mismas, donde se había decidido la demolición de 814.

Para José Luis Rodríguez, uno de los activistas que luchó contra la instalación del tiradero radioactivo en Sierra Blanca, Estados Unidos, por las posibles afectaciones a México, el hecho de que hayan instalado un cementerio nuclear en Ciudad Juárez es ridículo, porque no reúne las condiciones de seguridad.

Foto El Heraldo de Juárez | Archivo

Son unos 500 metros cuadrados elaborados de concreto, recubiertos con plomo. Ahí yacen 10 mil toneladas de fierros y vehículos, incluida la camioneta donde se transportó la bomba de Cobalto 60. Para delimitar el predio, se cuenta con alambre de púas, pero en algunos tramos está caído y hay algunos pocos señalamientos con una calaverita que indica peligro, dice.

Agrega que el “cementerio”, además, viola un convenio binacional firmado en 1983, donde se acordó por parte de Estados Unidos y México (presidentes Ronald Reagan y Miguel De la Madrid), que en una franja de 100 kilómetros hacia cada lado de la frontera, no se podría construir un confinamiento que representara un peligro para el medio ambiente.

Y lo cierto, dice, es que el cementerio nuclear de Juárez representa una vergüenza, porque construyeron cuatro tumbas bajo tierra para sepultar los desechos radioactivos, sin embargo una quinta la dejaron al aire libre, con toneladas de materiales de metal contaminados expuestos a la vista.

Tan sólo de Chihuahua, trasladaron a ese lugar 110 toneladas que se detectaron en una zona denominada Nombre de Dios.

Eso significa, comenta, que todo ser vivo que pudiera haber tenido contacto con esos metales expuestos, seguramente se intoxicó, como pudieran ser toda la fauna del lugar, tales como las liebres.

Cytar, el cementerio industrial

Como si se tratara de un camino abandonado del Viejo Oeste, con plantas rodadoras, maleza crecida y una entrada que ahora recuerda los cercos de las rancherías, así se encuentra lo que hace más de 20 años era conocido como Cytrar.

Sin embargo, esto está muy alejado de lo que se vivía por el año de 1998, cuando en un predio en medio del monte, en el kilómetro 15 de la carretera federal número 15, tramo Hermosillo-Guaymas, decenas de personas de grupos ambientalistas, se manifestaban por fuera del tiradero tóxico para exigir su cierre.

Actualmente el sitio luce abandonado y con los estragos del tiempo, sin embargo, es difícil su acceso, no por la inerte cerca de palos y alambres de púas que ahora fungen como puerta, así como la caseta abandonada que en su momento albergó a guardias que impedían el paso, sino por lo retirado del lugar de confinamiento, pues hay un largo camino de alrededor de 3 kilómetros, hasta llegar a unos cerros, custodios que permanecen firmes en el lugar.

Información proporcionada por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) señala que los residuos confirmados son de materiales generados en la industria automotriz, polvos de fundidoras, materiales sólidos contaminados con solventes y aceites, tierras contaminadas, filtros de aceite, recipientes vacíos, adhesivos plásticos, diversa basura industrial, remanentes sólidos de pintura, lodos de plantas de tratamiento, residuos de tintas, balastras, rebabas, selladoras, uretatos, aserrín, tierras diatomeaceas, entre otros.

Foto Carlos Villalba

Durante cinco años, de 1989 a 1996, este confinamiento fue operado por el Parque Industrial de Hermosillo, así como el Ayuntamiento de Hermosillo; pero en 1997 y 1998, pasó a manos de la empresa Técnicas Medioambientales, S.A. de C.V. (Tecmed), misma que adquirió las instalaciones a través de una licitación que hizo el Ayuntamiento de Hermosillo.

Sin embargo, el 25 de noviembre de 1998, mediante el Oficio No. DOO.-800-6232 el Instituto Nacional de Ecología negó la renovación del permiso al Cytrar, por lo que se fue a un litigio internacional ante el Centro Internacional de Arreglos de Diferencias Relativas a la Inversión (Ciadi), mismo que el Gobierno de México perdió y la sentencia lo obligó a indemnizar a Tecmed con poco más de 5 millones 533 mil dólares, más intereses anuales hasta saldar el pago total.

El pago finiquito se hizo hasta el 29 de febrero de 2004, por el monto de 7 millones 200 mil dólares, con lo que se hicieron los trámites legales de entrega-recepción del confinamiento por la Comisión de Avalúo y Bienes Nacionales (Cabin) y su posterior entrega a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

Ya en el 2007 la Semarnat firmó un convenio con el Gobierno estatal para que se hiciera una evaluación de riesgo ambiental, el cual entre el estado y Universidad de Sonora realizaron con fondos de la dependencia federal. Del estudio se concluyó que: "La transferencia de los contaminantes es factible sólo por vía eólica y para eliminarla es necesario realizar el cierre técnico de las celdas 1 y 2, del ex confinamiento, evitando así problemas de salud humana y contaminación del medio ambiente".

Posteriormente, la Semarnat realizó el proyecto ejecutivo de obras de ingeniería civil y ambiental para el cierre técnico de las celdas 1 y 2, para lo cual se hizo un recubrimiento superior con el sistema multibarrera y sistemas auxiliares. Ya para el 2009, se efectuó el cierre técnico, cuyo resguardo y monitoreo quedó a cargo de Semarnat.

Aunque el confinamiento tóxico, está fuera de la mancha urbana, está cercano al llamado "Cerrito de la Virgen", lugar de culto católico al que acuden miles de personas anualmente, además de que la urbanización ya daba tintes por el año de 1998 de extenderse hacia el sur, lo cual preocupó a ciudadanos y grupos ambientalistas.

Rosa Maria O’Leary Franco, fue una de las activistas que se opuso a la operación del Cytrar y a la empresa de origen española Tecmed, incluso organizaron un plantón para exigir el cierre inmediato y estudios ambientales.

"En 1996, 1997, empezamos a darnos cuenta que estaban trayendo basura tóxica de Estados Unidos, el ingeniero Juan Manuel Llano denunció cómo estaban entrando góndolas sin ningún cuidado, góndolas del tren abiertas y camiones que venían todos los días del norte hacia Hermosillo", recordó.

Foto Carlos Villalba

Una vez que se dieron cuenta de la gravedad del asunto y sin el apoyo de las autoridades, que por aquellos años eran a nivel municipal Gastón González Guerra, en el estado Manlio Fabio Beltrones y en la Federación Carlos Salinas de Gortari, iniciaron con la lucha contra la contaminación.

"Era un tiradero, nomás iban y tiraban, vaciaban las góndolas sin ningún cuidado para los trabajadores, los trabajadores en traje de ranchero. Nosotros estuvimos ahí un mes, en las puertas del Cytrar hasta que nos quitaron los del GOES (grupo de la Policía Estatal), después estuvimos siete meses en la Plaza Zaragoza, nos desalojaron esa vez el 15 de septiembre", lamentó O’Leary Franco.

Sin embargo, había juicios que habían iniciado, encabezados por el abogado Domingo Gutiérrez, hasta que lograron que se cerrara el confinamiento, pero sólo evitaron que se abrieran siete celdas más, las cuales eran de gran tamaño.

"Había juicios, interpusimos hasta la Comisión de Cooperación Ambiental, que era con el Tratado de Libre Comercio en Canadá, agotamos todos los recursos y en noviembre de 1998 se cerró el Cytrar, pero se quedaron ahí casi 300 mil toneladas de tóxicos que Semarnat en contubernio con varios investigadores y Profepa, dijeron que no había problema que ahí se quedara", aseguró.

Actualmente cómo lo señalan las autoridades, ya no se reciben desechos tóxicos, pero se quedaron los que ya estaban bajo sellos confinados y con un monitoreo que no ha sido renovado con nuevos estudios, por lo que se desconoce si hay un riesgo para la flora, fauna y para las miles de familias que ahora viven en colonias como Villas del Sur, Haciendas del Sur, Agaves, entre otras.

Cerro de la Cruz, el precio del petróleo

Desde 1995, el Cerro de la Cruz, ubicado en la comunidad salmantina de San José de Uluapan, se ha convertido en el tiradero tóxico más peligroso de Guanajuato, pues sigue activo, olvidado y enfermando a cientos de personas.

Eb 1995, la empresa Químicos y Derivados S.A. (Quidesa) compró terrenos ejidales ubicados en el ejido Cerrito de la Cruz, donde se ubicaban varios socavones, pues anteriormente de esa zona extraían tezontle y tepetate.

Foto José Almanza | El Sol de Salamanca

Quidesa compró esos terrenos, para ahí tirar los lodos de petróleo que usaban para sus productos en la Refinería Ingeniero Antonio M. Amor. Los habitantes de la zona se mostraron incrédulos, pues decían que se contaminarían las tierras, pero los directivos de la empresa convencieron a los ejidatarios, pues les dijeron que esos lodos de petróleo, al ser quemados, ayudarían a sus tierras.

Cada socavón tenía una altura de 30 metros y fueron alrededor de siete los que llenaron con lodos. Y vino lo previsible: incendios que afectaron al Cerrito de la Cruz y comenzó la problemática.

En 1998 se dio el primer accidente que comprobaba la peligrosidad de ese tiradero tóxico. Unos niños se encontraban jugando en la zona y accidentalmente uno de ellos cayó a uno de los socavones y murió quemado por los químicos que había en esa zona. Uno de sus amigos intentó sacarlo y su pierna tocó los lodos, lo cual produjo que ésta se le gangrenara y a los pocos días se le tuvo que amputar el pie.

Foto José Almanza | El Sol de Salamanca

Desde entonces, al llegar y entrar al lugar sólo hay un pequeño anuncio que advierte “No entrar, propiedad privada”, pero que no alerta sobre lo peligroso del lugar y de los materiales depositados.

En 2010 los habitantes de la colonia empezaron a notar distintas afectaciones a la salud dentro de las cuáles resaltan hemorragias nasales sin motivo aparente, asmas, alergias, enfermedades respiratorias, gástricos, renales y una decena de fallecimiento por cáncer.

También los lodos han provocado la contaminación de las fuentes de agua, al grado que los habitantes utilizan agua de garrafón para lavarse.

Foto José Almanza | El Sol de Salamanca

El 9 de diciembre de 2011, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente sancionó económicamente por primera vez a Quidesa y le dio 120 días para sanear el cerro de La Cruz. Además, la procuraduría exigió ser informada de la cantidad exacta de residuos peligrosos depositados en el sitio, ya que se estimaba que eran más de 40 mil toneladas.

El 10 de abril del 2013 el procurador federal de la Profepa, Francisco Moreno Merino, acudió personalmente a Salamanca para clausurar Quidesa. Informó a la prensa que una auditoría de la procuraduría había comprobado que la compañía vertía a cielo abierto y de manera ilegal lodos tóxicos en el Cerrito de la Cruz. Se le impuso una multa de 750 mil pesos y la prohibición expresa de continuar operaciones hasta que no terminase de realizar las acciones de remediación del lugar.

Foto José Almanza | El Sol de Salamanca

A principios de 2014, después de 9 meses de clausura, Quidesa asumió el compromiso de retirar 200 toneladas de deshechos tóxicos cada mes; no obstante, en julio del 2014 sólo se habían retirado alrededor de tres mil y desde entonces el Cerrito de la Cruz quedó en el abandono. En 2017 la empresa Quidesa se declaró en quiebra económica y abandonó desde entonces esta situación.

Las Matas, bomba de tiempo

Desde hace más de 20 años, el basurero Las Matas, en el ejido Tacoteno, del municipio de Minatitlán, Veracruz, ha sido un vertedero a cielo abierto que, entre los más de 2 millones de desechos sólidos que ha recibido durante ese tiempo, también fue ocupado como deposito de lodos tóxicos y residuos peligrosos biológico-infecciosos (RPBI) de hospitales, entre otros considerados como dañinos, que causan afectaciones a la salud, a la naturaleza y al medio ambiente.

Las Matas se encuentra en una superficie aproximada de 60 hectáreas cercanas a la zona de humedales del río Coatzacoalcos y durante años ha provocado malestar entre habitantes y grupos de ecologistas, que, a la fecha, reclaman la construcción de un relleno sanitario en ese lugar. La mayor afectación es en alrededor de 26 hectáreas.

Actualmente, la Semarnat, la Sedema y los ayuntamientos de Minatitlán, Coatzacoalcos y Cosoleacaque, que le han dado uso a ese basurero, desarrollan una estrategia de remediación, sin que se contemple convertirlo en un relleno sanitario, con base en el proyecto "Hacia basura cero", presentado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, durante una visita realizada a Minatitlán el 1 de febrero de este año.

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De acuerdo con informes de la Semarnat, en ese lugar la basura se maneja sin control y de manera desordenada, lo que también ha provocado la proliferación de zopilotes, roedores e insectos, entre otro tipo de fauna nociva que da paso a un ambiente insalubre.

Aunque entre los lugareños hay quienes dicen que en Las Matas también se han depositado desechos industriales, oficialmente no se ha comprobado la versión. Sin embargo, habitantes no se cansan de señalar que incluso se han generado nubes tóxicas que pudieron haber dado paso a catástrofes.

Otro riesgo latente son los cables de alta tensión que cruzan por el basurero y la cercanía con ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), pues los incendios y explosiones han sido frecuentes por la gran cantidad de material combustible, biogás o metano, que produce la descomposición de los residuos orgánicos, a los que no se les da un final adecuado y generan alta contaminación tóxica que, según habitantes, ponen en riesgo su salud.

Foto Alba Guzmán | Diario de Xalapa


El basurero ha servido como fuente de ingreso para pepenadores de esa región, que incluso conviven diariamente con los obreros, choferes y macheteros de las unidades recolectoras de basura.

La actividad que realizan es de riesgo, pues en cualquier momento podrían sufrir afectaciones por las condiciones que existen, como explosiones y otro tipo de eventos catastróficos, a causa del tendido de la CFE, que puede verse a simple vista sobre los desechos, y los ductos de Pemex que pasan cerca.

De acuerdo con la Semarnat, para definir el bulbo de contaminación y realizar el saneamiento de los vertederos que integran el tiradero se tiene que cumplir con estudios previos de topografía y de geofísica, con tal de determinar la morfología de los sitios que integran el tiradero, sin omitir las condiciones en las que se encuentran los residuos confinados y analizar su comportamiento como riesgo ambiental.

También es necesario definir la situación que guarda el tiradero, con base en la norma oficial mexicana NOM-83/SEMARNAT-2003.

Foto Alba Guzmán | Diario de Xalapa

Basta con acercarse a la zona del basurero para percibir la pestilencia provocada por el acumulamiento excesivo de basura, que no ha tenido un confinamiento adecuado. En el lugar pueden verse palas mecánicas apenas reacomodando los desechos, pues ya no hay espacio.

Desde 1997, el basurero ha recibido todo tipo de desechos, incluso residuos tóxicos o peligrosos, que generan lixiviados en agravio de la zona de humedales del río Coatzacoalcos y mantos freáticos.

Entre los penadores hay quienes dicen que han encontrado jeringas usadas y otros residuos que podrían provenir de hospitales, además de residuos de aceites y otros residuos peligrosos, ante la falta de un control adecuado en el basurero.

El ayuntamiento de Minatitlán es el responsable de pagar una renta a los ejidatarios, dueños de la superficie, que actualmente se encuentra repleta de basura de Minatitlán, Coatzacoalcos y Cosoleacaque.

Foto Alba Guzmán | Diario de Xalapa

Ya existe un conflicto entre los ejidatarios y el ayuntamiento, pues los primeros ya no quieren recibir más desechos, según a causa de la elevada contaminación, y la autoridad municipal exige que se cumpla con el contrato. El pago de renta ha sido de los 7 mil a los 10 mil pesos mensuales, según comprobantes de pago facilitados por lugareños.

A causa del conflicto, el ayuntamiento de Coatzacoalcos se vio en la necesidad de llevar sus desechos a un basurero en Villa Allende, dentro de su territorio.

El 15 de julio de este año, la Semarnat dio a conocer que, en coordinación con la Sedema, se trabaja en el saneamiento de Las Matas y en un sitio alterno para la correcta disposición de los residuos, sin que se pretenda su rehabilitación para relleno sanitario, pues se determinó que la zona no es apta.

Las acciones que se desarrollarán son para contar con un espacio alterno que cumpla con la normatividad vigente para el depósito de los residuos sólidos urbanos que generan esos tres municipios y para lo anterior se publicó en Compranet el estudio de mercado que busca recabar comentarios que serán tomados en cuenta para lanzar la convocatoria de la licitación.

Foto Alba Guzmán | Diario de Xalapa

Con el programa "Hacia basura cero", el gobierno federal es el principal responsable de trabajar en las 26 hectáreas donde se acumula la basura en Las Matas, a fin de reducir el impacto ambiental y proteger la salud de la población.

El proyecto o la intención de acabar con el problema del basurero Las Matas ha pasado por varias administraciones estatales, la de Miguel Alemán Velasco (1998-2004), Fidel Herrera Beltrán (2004-2010), Javier Duarte de Ochoa (2010-2016) y Miguel Ángel Yúnes Linares (2016-2018), además los dos años que lleva la de Cuitláhuac García Jiménez y de las administraciones municipales de Minatitlán desde ese entonces.

La tarde del 14 de agosto, autoridades de los tres niveles de gobierno se reunieron a puerta cerrada en Minatitlán para darle seguimiento al tema de Las Matas.

Foto Alba Guzmán | Diario de Xalapa


Con información de Roberto Bahena/El Sol de Hermosillo, Manuel Delgado/El Sol de Salamanca y Miguel Salazar/Diario de Xalapa

Desde desechos hospitalarios mal tratados, residuos de la industria petroquímica y hasta elementos radioactivos han sido depositados en tiraderos a lo largo y ancho del país exponiendo a diversos venenos a la flora, fauna y hasta a los propios seres humanos que habitan cerca.

Aunque muchos de éstos ya no operan o dejaron de recibir desechos hace mucho tiempo, el daño al ecosistema se considera irreversible por la cantidad y tipos de contaminantes que alojan, volviendo inhabitables las zonas aledañas o envenenado tanto los mantos acuíferos cercanos como la vegetación de la que se alimentan los animales.

El Chernobyl mexicano

En el cementerio nuclear de Samalayuca, en Chihuahua, se enterraron desechos contaminados con Cobalto 60, y aun cuando se considera que ya no hay toxicidad, todavía falta una última inspección para cerrar esa historia trágica que cimbró al mundo. En Ciudad Juárez unas 4 mil personas estuvieron expuestas a esa radiación.

La historia comenzó el 6 de diciembre de 1983, cuando Vicente Sotelo Alardín, trabajador de mantenimiento del Centro Médico de Especialidades, en Ciudad Juárez, junto con su amigo Ricardo Hernández, robaron y vendieron como chatarra una bomba de Cobalto 60 comprada en 1977 y que estaba arrumbada en el hospital.

El artefacto pesaba unos 100 kilos, por lo que lo desmontaron y perforaron el cilindro que contenía el material radiactivo, es decir, unos 6 mil balines de 1 milímetro de diámetro que se fueron regando por el camino al yonque Fénix, donde vendieron todo por mil quinientos pesos.

Ahí, los gránulos se mezclaron con otros fierros, de donde se envió material a dos fundiciones: Aceros de Chihuahua (Achisa), una fábrica de varilla de construcción en la capital del estado; y Falcon, fabricante de soportes para mesa. Se estima que, para enero de 1984, la varilla y los soportes resultantes ya habían sido exportados a Estados Unidos y el interior de México.

Foto El Heraldo de Juárez | Archivo

En total, Achisa habría producido 6 mil toneladas de varilla contaminada, entre el 6 de diciembre de 1983 y el 3 de enero de 1984 De esa cantidad, mil toneladas fueron exportadas a Estados Unidos y las 5 mil restantes se distribuyeron en el interior del país.

Por su parte, la maquiladora Falcon de México, la otra empresa que adquirió chatarra contaminada en el yonque Fénix de la Ciudad Juárez, produjo unas 30 mil bases metálicas para mesa, que se distribuyeron en 20 estados de la Unión Americana.

El 16 de enero de 1984, el laboratorio nacional de Los Álamos, ubicado en Nuevo México, Estados Unidos, detectó la presencia de radiactividad en las inmediaciones: un camión cargado de varilla se había extraviado y pasó cerca del laboratorio.

Así fue como se conoció del problema cuyas investigaciones llevaron hasta el yonque referido en Juárez y a quien sustrajo la bomba de Cobalto 60.

Los medidores detectaron que la camioneta arrojaba en algunas partes casi 1000 rads, la radiación equivalente a 20 mil radiografías.

En Juárez se implementó una campaña para recuperar tanto los balines diminutos, como piezas contaminadas, incluidas las varillas.

En los archivos de periódico El Fronterizo, que circulaba en Ciudad Juárez, se documentó el 20 de marzo de 1984, la utilización de helicópteros estadounidenses para detectar las piezas radioactivas, uno de cuyos lotes fue encontrado en la colonia Luis Echeverría, en una construcción.

Foto El Heraldo de Juárez | Archivo

En total, se habló de que unas mil toneladas de materiales nunca fueron localizadas. Se les perdió la huella y cientos de viviendas habrían sido construidas con esos contaminantes radioactivos que entre otros daños pudieran causar cáncer a sus moradores.

A principios de noviembre de 1984 se seleccionó el que había de ser el sitio definitivo para depositar los desechos contaminados recuperados, localizado en las colindancias del ejido El Vergel, a unos 50 kilómetros de la zona urbana del municipio de Juárez, habiéndose previamente asegurado el consentimiento de los ejidatarios. Hasta este sitio, denominado La Piedrera, se transportó el material, así como los tambos con gránulos y otros materiales contaminados.

Se confinaron varillas, materiales no utilizados, bases metálicas, chatarra, tierra, escoria y plasta contaminada, con un total de 29 mil 181 toneladas de material.

A pesar de los esfuerzos que hubo para recuperar todo, luego de haber estado en diferentes sitios, nunca se dio un informe exacto de esos lugares con riesgo de contaminación.

Así lo consigna René Franco Barreno, consultor ambiental en Juárez., quien habla de la “tremenda contaminación que provocó este incidente a una extensa cantidad de suelo fronterizo durante la existencia de este ‘confinamiento provisional”.

Dijo que fueron muchos sitios los afectados, entre ellos el deshuesadero del Yonque Fénix, los caminos de la ruta de transporte del material, las fundidoras, los lugares provisionales, de tal manera que “los daños a la salud humana fueron incalculables, y jamás supimos bien a bien las consecuencias reales”.

En el informe de la Comisión Nacional de Energía Nuclear y Salvaguardias elaborado en 1984, se estimó que aproximadamente cuatro mil personas resultaron expuestas a la radiación en diferentes grados.

Para finales de 1984, se efectuaron reconocimientos en casi 17 mil 600 construcciones y se presumía que ya había sido empleada la varilla contaminada en varias de las mismas, donde se había decidido la demolición de 814.

Para José Luis Rodríguez, uno de los activistas que luchó contra la instalación del tiradero radioactivo en Sierra Blanca, Estados Unidos, por las posibles afectaciones a México, el hecho de que hayan instalado un cementerio nuclear en Ciudad Juárez es ridículo, porque no reúne las condiciones de seguridad.

Foto El Heraldo de Juárez | Archivo

Son unos 500 metros cuadrados elaborados de concreto, recubiertos con plomo. Ahí yacen 10 mil toneladas de fierros y vehículos, incluida la camioneta donde se transportó la bomba de Cobalto 60. Para delimitar el predio, se cuenta con alambre de púas, pero en algunos tramos está caído y hay algunos pocos señalamientos con una calaverita que indica peligro, dice.

Agrega que el “cementerio”, además, viola un convenio binacional firmado en 1983, donde se acordó por parte de Estados Unidos y México (presidentes Ronald Reagan y Miguel De la Madrid), que en una franja de 100 kilómetros hacia cada lado de la frontera, no se podría construir un confinamiento que representara un peligro para el medio ambiente.

Y lo cierto, dice, es que el cementerio nuclear de Juárez representa una vergüenza, porque construyeron cuatro tumbas bajo tierra para sepultar los desechos radioactivos, sin embargo una quinta la dejaron al aire libre, con toneladas de materiales de metal contaminados expuestos a la vista.

Tan sólo de Chihuahua, trasladaron a ese lugar 110 toneladas que se detectaron en una zona denominada Nombre de Dios.

Eso significa, comenta, que todo ser vivo que pudiera haber tenido contacto con esos metales expuestos, seguramente se intoxicó, como pudieran ser toda la fauna del lugar, tales como las liebres.

Cytar, el cementerio industrial

Como si se tratara de un camino abandonado del Viejo Oeste, con plantas rodadoras, maleza crecida y una entrada que ahora recuerda los cercos de las rancherías, así se encuentra lo que hace más de 20 años era conocido como Cytrar.

Sin embargo, esto está muy alejado de lo que se vivía por el año de 1998, cuando en un predio en medio del monte, en el kilómetro 15 de la carretera federal número 15, tramo Hermosillo-Guaymas, decenas de personas de grupos ambientalistas, se manifestaban por fuera del tiradero tóxico para exigir su cierre.

Actualmente el sitio luce abandonado y con los estragos del tiempo, sin embargo, es difícil su acceso, no por la inerte cerca de palos y alambres de púas que ahora fungen como puerta, así como la caseta abandonada que en su momento albergó a guardias que impedían el paso, sino por lo retirado del lugar de confinamiento, pues hay un largo camino de alrededor de 3 kilómetros, hasta llegar a unos cerros, custodios que permanecen firmes en el lugar.

Información proporcionada por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) señala que los residuos confirmados son de materiales generados en la industria automotriz, polvos de fundidoras, materiales sólidos contaminados con solventes y aceites, tierras contaminadas, filtros de aceite, recipientes vacíos, adhesivos plásticos, diversa basura industrial, remanentes sólidos de pintura, lodos de plantas de tratamiento, residuos de tintas, balastras, rebabas, selladoras, uretatos, aserrín, tierras diatomeaceas, entre otros.

Foto Carlos Villalba

Durante cinco años, de 1989 a 1996, este confinamiento fue operado por el Parque Industrial de Hermosillo, así como el Ayuntamiento de Hermosillo; pero en 1997 y 1998, pasó a manos de la empresa Técnicas Medioambientales, S.A. de C.V. (Tecmed), misma que adquirió las instalaciones a través de una licitación que hizo el Ayuntamiento de Hermosillo.

Sin embargo, el 25 de noviembre de 1998, mediante el Oficio No. DOO.-800-6232 el Instituto Nacional de Ecología negó la renovación del permiso al Cytrar, por lo que se fue a un litigio internacional ante el Centro Internacional de Arreglos de Diferencias Relativas a la Inversión (Ciadi), mismo que el Gobierno de México perdió y la sentencia lo obligó a indemnizar a Tecmed con poco más de 5 millones 533 mil dólares, más intereses anuales hasta saldar el pago total.

El pago finiquito se hizo hasta el 29 de febrero de 2004, por el monto de 7 millones 200 mil dólares, con lo que se hicieron los trámites legales de entrega-recepción del confinamiento por la Comisión de Avalúo y Bienes Nacionales (Cabin) y su posterior entrega a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

Ya en el 2007 la Semarnat firmó un convenio con el Gobierno estatal para que se hiciera una evaluación de riesgo ambiental, el cual entre el estado y Universidad de Sonora realizaron con fondos de la dependencia federal. Del estudio se concluyó que: "La transferencia de los contaminantes es factible sólo por vía eólica y para eliminarla es necesario realizar el cierre técnico de las celdas 1 y 2, del ex confinamiento, evitando así problemas de salud humana y contaminación del medio ambiente".

Posteriormente, la Semarnat realizó el proyecto ejecutivo de obras de ingeniería civil y ambiental para el cierre técnico de las celdas 1 y 2, para lo cual se hizo un recubrimiento superior con el sistema multibarrera y sistemas auxiliares. Ya para el 2009, se efectuó el cierre técnico, cuyo resguardo y monitoreo quedó a cargo de Semarnat.

Aunque el confinamiento tóxico, está fuera de la mancha urbana, está cercano al llamado "Cerrito de la Virgen", lugar de culto católico al que acuden miles de personas anualmente, además de que la urbanización ya daba tintes por el año de 1998 de extenderse hacia el sur, lo cual preocupó a ciudadanos y grupos ambientalistas.

Rosa Maria O’Leary Franco, fue una de las activistas que se opuso a la operación del Cytrar y a la empresa de origen española Tecmed, incluso organizaron un plantón para exigir el cierre inmediato y estudios ambientales.

"En 1996, 1997, empezamos a darnos cuenta que estaban trayendo basura tóxica de Estados Unidos, el ingeniero Juan Manuel Llano denunció cómo estaban entrando góndolas sin ningún cuidado, góndolas del tren abiertas y camiones que venían todos los días del norte hacia Hermosillo", recordó.

Foto Carlos Villalba

Una vez que se dieron cuenta de la gravedad del asunto y sin el apoyo de las autoridades, que por aquellos años eran a nivel municipal Gastón González Guerra, en el estado Manlio Fabio Beltrones y en la Federación Carlos Salinas de Gortari, iniciaron con la lucha contra la contaminación.

"Era un tiradero, nomás iban y tiraban, vaciaban las góndolas sin ningún cuidado para los trabajadores, los trabajadores en traje de ranchero. Nosotros estuvimos ahí un mes, en las puertas del Cytrar hasta que nos quitaron los del GOES (grupo de la Policía Estatal), después estuvimos siete meses en la Plaza Zaragoza, nos desalojaron esa vez el 15 de septiembre", lamentó O’Leary Franco.

Sin embargo, había juicios que habían iniciado, encabezados por el abogado Domingo Gutiérrez, hasta que lograron que se cerrara el confinamiento, pero sólo evitaron que se abrieran siete celdas más, las cuales eran de gran tamaño.

"Había juicios, interpusimos hasta la Comisión de Cooperación Ambiental, que era con el Tratado de Libre Comercio en Canadá, agotamos todos los recursos y en noviembre de 1998 se cerró el Cytrar, pero se quedaron ahí casi 300 mil toneladas de tóxicos que Semarnat en contubernio con varios investigadores y Profepa, dijeron que no había problema que ahí se quedara", aseguró.

Actualmente cómo lo señalan las autoridades, ya no se reciben desechos tóxicos, pero se quedaron los que ya estaban bajo sellos confinados y con un monitoreo que no ha sido renovado con nuevos estudios, por lo que se desconoce si hay un riesgo para la flora, fauna y para las miles de familias que ahora viven en colonias como Villas del Sur, Haciendas del Sur, Agaves, entre otras.

Cerro de la Cruz, el precio del petróleo

Desde 1995, el Cerro de la Cruz, ubicado en la comunidad salmantina de San José de Uluapan, se ha convertido en el tiradero tóxico más peligroso de Guanajuato, pues sigue activo, olvidado y enfermando a cientos de personas.

Eb 1995, la empresa Químicos y Derivados S.A. (Quidesa) compró terrenos ejidales ubicados en el ejido Cerrito de la Cruz, donde se ubicaban varios socavones, pues anteriormente de esa zona extraían tezontle y tepetate.

Foto José Almanza | El Sol de Salamanca

Quidesa compró esos terrenos, para ahí tirar los lodos de petróleo que usaban para sus productos en la Refinería Ingeniero Antonio M. Amor. Los habitantes de la zona se mostraron incrédulos, pues decían que se contaminarían las tierras, pero los directivos de la empresa convencieron a los ejidatarios, pues les dijeron que esos lodos de petróleo, al ser quemados, ayudarían a sus tierras.

Cada socavón tenía una altura de 30 metros y fueron alrededor de siete los que llenaron con lodos. Y vino lo previsible: incendios que afectaron al Cerrito de la Cruz y comenzó la problemática.

En 1998 se dio el primer accidente que comprobaba la peligrosidad de ese tiradero tóxico. Unos niños se encontraban jugando en la zona y accidentalmente uno de ellos cayó a uno de los socavones y murió quemado por los químicos que había en esa zona. Uno de sus amigos intentó sacarlo y su pierna tocó los lodos, lo cual produjo que ésta se le gangrenara y a los pocos días se le tuvo que amputar el pie.

Foto José Almanza | El Sol de Salamanca

Desde entonces, al llegar y entrar al lugar sólo hay un pequeño anuncio que advierte “No entrar, propiedad privada”, pero que no alerta sobre lo peligroso del lugar y de los materiales depositados.

En 2010 los habitantes de la colonia empezaron a notar distintas afectaciones a la salud dentro de las cuáles resaltan hemorragias nasales sin motivo aparente, asmas, alergias, enfermedades respiratorias, gástricos, renales y una decena de fallecimiento por cáncer.

También los lodos han provocado la contaminación de las fuentes de agua, al grado que los habitantes utilizan agua de garrafón para lavarse.

Foto José Almanza | El Sol de Salamanca

El 9 de diciembre de 2011, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente sancionó económicamente por primera vez a Quidesa y le dio 120 días para sanear el cerro de La Cruz. Además, la procuraduría exigió ser informada de la cantidad exacta de residuos peligrosos depositados en el sitio, ya que se estimaba que eran más de 40 mil toneladas.

El 10 de abril del 2013 el procurador federal de la Profepa, Francisco Moreno Merino, acudió personalmente a Salamanca para clausurar Quidesa. Informó a la prensa que una auditoría de la procuraduría había comprobado que la compañía vertía a cielo abierto y de manera ilegal lodos tóxicos en el Cerrito de la Cruz. Se le impuso una multa de 750 mil pesos y la prohibición expresa de continuar operaciones hasta que no terminase de realizar las acciones de remediación del lugar.

Foto José Almanza | El Sol de Salamanca

A principios de 2014, después de 9 meses de clausura, Quidesa asumió el compromiso de retirar 200 toneladas de deshechos tóxicos cada mes; no obstante, en julio del 2014 sólo se habían retirado alrededor de tres mil y desde entonces el Cerrito de la Cruz quedó en el abandono. En 2017 la empresa Quidesa se declaró en quiebra económica y abandonó desde entonces esta situación.

Las Matas, bomba de tiempo

Desde hace más de 20 años, el basurero Las Matas, en el ejido Tacoteno, del municipio de Minatitlán, Veracruz, ha sido un vertedero a cielo abierto que, entre los más de 2 millones de desechos sólidos que ha recibido durante ese tiempo, también fue ocupado como deposito de lodos tóxicos y residuos peligrosos biológico-infecciosos (RPBI) de hospitales, entre otros considerados como dañinos, que causan afectaciones a la salud, a la naturaleza y al medio ambiente.

Las Matas se encuentra en una superficie aproximada de 60 hectáreas cercanas a la zona de humedales del río Coatzacoalcos y durante años ha provocado malestar entre habitantes y grupos de ecologistas, que, a la fecha, reclaman la construcción de un relleno sanitario en ese lugar. La mayor afectación es en alrededor de 26 hectáreas.

Actualmente, la Semarnat, la Sedema y los ayuntamientos de Minatitlán, Coatzacoalcos y Cosoleacaque, que le han dado uso a ese basurero, desarrollan una estrategia de remediación, sin que se contemple convertirlo en un relleno sanitario, con base en el proyecto "Hacia basura cero", presentado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, durante una visita realizada a Minatitlán el 1 de febrero de este año.

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De acuerdo con informes de la Semarnat, en ese lugar la basura se maneja sin control y de manera desordenada, lo que también ha provocado la proliferación de zopilotes, roedores e insectos, entre otro tipo de fauna nociva que da paso a un ambiente insalubre.

Aunque entre los lugareños hay quienes dicen que en Las Matas también se han depositado desechos industriales, oficialmente no se ha comprobado la versión. Sin embargo, habitantes no se cansan de señalar que incluso se han generado nubes tóxicas que pudieron haber dado paso a catástrofes.

Otro riesgo latente son los cables de alta tensión que cruzan por el basurero y la cercanía con ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), pues los incendios y explosiones han sido frecuentes por la gran cantidad de material combustible, biogás o metano, que produce la descomposición de los residuos orgánicos, a los que no se les da un final adecuado y generan alta contaminación tóxica que, según habitantes, ponen en riesgo su salud.

Foto Alba Guzmán | Diario de Xalapa


El basurero ha servido como fuente de ingreso para pepenadores de esa región, que incluso conviven diariamente con los obreros, choferes y macheteros de las unidades recolectoras de basura.

La actividad que realizan es de riesgo, pues en cualquier momento podrían sufrir afectaciones por las condiciones que existen, como explosiones y otro tipo de eventos catastróficos, a causa del tendido de la CFE, que puede verse a simple vista sobre los desechos, y los ductos de Pemex que pasan cerca.

De acuerdo con la Semarnat, para definir el bulbo de contaminación y realizar el saneamiento de los vertederos que integran el tiradero se tiene que cumplir con estudios previos de topografía y de geofísica, con tal de determinar la morfología de los sitios que integran el tiradero, sin omitir las condiciones en las que se encuentran los residuos confinados y analizar su comportamiento como riesgo ambiental.

También es necesario definir la situación que guarda el tiradero, con base en la norma oficial mexicana NOM-83/SEMARNAT-2003.

Foto Alba Guzmán | Diario de Xalapa

Basta con acercarse a la zona del basurero para percibir la pestilencia provocada por el acumulamiento excesivo de basura, que no ha tenido un confinamiento adecuado. En el lugar pueden verse palas mecánicas apenas reacomodando los desechos, pues ya no hay espacio.

Desde 1997, el basurero ha recibido todo tipo de desechos, incluso residuos tóxicos o peligrosos, que generan lixiviados en agravio de la zona de humedales del río Coatzacoalcos y mantos freáticos.

Entre los penadores hay quienes dicen que han encontrado jeringas usadas y otros residuos que podrían provenir de hospitales, además de residuos de aceites y otros residuos peligrosos, ante la falta de un control adecuado en el basurero.

El ayuntamiento de Minatitlán es el responsable de pagar una renta a los ejidatarios, dueños de la superficie, que actualmente se encuentra repleta de basura de Minatitlán, Coatzacoalcos y Cosoleacaque.

Foto Alba Guzmán | Diario de Xalapa

Ya existe un conflicto entre los ejidatarios y el ayuntamiento, pues los primeros ya no quieren recibir más desechos, según a causa de la elevada contaminación, y la autoridad municipal exige que se cumpla con el contrato. El pago de renta ha sido de los 7 mil a los 10 mil pesos mensuales, según comprobantes de pago facilitados por lugareños.

A causa del conflicto, el ayuntamiento de Coatzacoalcos se vio en la necesidad de llevar sus desechos a un basurero en Villa Allende, dentro de su territorio.

El 15 de julio de este año, la Semarnat dio a conocer que, en coordinación con la Sedema, se trabaja en el saneamiento de Las Matas y en un sitio alterno para la correcta disposición de los residuos, sin que se pretenda su rehabilitación para relleno sanitario, pues se determinó que la zona no es apta.

Las acciones que se desarrollarán son para contar con un espacio alterno que cumpla con la normatividad vigente para el depósito de los residuos sólidos urbanos que generan esos tres municipios y para lo anterior se publicó en Compranet el estudio de mercado que busca recabar comentarios que serán tomados en cuenta para lanzar la convocatoria de la licitación.

Foto Alba Guzmán | Diario de Xalapa

Con el programa "Hacia basura cero", el gobierno federal es el principal responsable de trabajar en las 26 hectáreas donde se acumula la basura en Las Matas, a fin de reducir el impacto ambiental y proteger la salud de la población.

El proyecto o la intención de acabar con el problema del basurero Las Matas ha pasado por varias administraciones estatales, la de Miguel Alemán Velasco (1998-2004), Fidel Herrera Beltrán (2004-2010), Javier Duarte de Ochoa (2010-2016) y Miguel Ángel Yúnes Linares (2016-2018), además los dos años que lleva la de Cuitláhuac García Jiménez y de las administraciones municipales de Minatitlán desde ese entonces.

La tarde del 14 de agosto, autoridades de los tres niveles de gobierno se reunieron a puerta cerrada en Minatitlán para darle seguimiento al tema de Las Matas.

Foto Alba Guzmán | Diario de Xalapa


Con información de Roberto Bahena/El Sol de Hermosillo, Manuel Delgado/El Sol de Salamanca y Miguel Salazar/Diario de Xalapa

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