En un video corto a través de TikTok un influencer enseña a servir refresco de cola en un vaso sin que se hagan burbujas y se le derrame. Presume que es un life hack (truco de vida) que le gustará a sus seguidores.
“Si me hubieran enseñado esto en la primaria nunca hubiera tirado tantos refrescos en mi vida”, deja como moraleja a más de 498 mil seguidores que le dieron un like a su publicación.
Éste es uno de los comerciales simulados de bebidas que proliferan en las redes sociales, de fácil acceso, para los cuales no hay regulación y que son los que ahora bombardean a las nuevas generaciones.
El marketing agresivo en redes sociales como TikTok e Instagram –así como en sitios de videos como YouTube– para promover el consumo de refrescos, bebidas endulzadas y alimentos procesados, ha provocado que hasta 30 por ciento de los adolescentes y jóvenes, principales usuarios de estas plataformas, tengan sobrepeso y obesidad en México, asegura Simón Barquera, director del Área de Investigación en Políticas y Programas de Nutrición del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
“Hay un tipo de publicidad que no está debidamente regulada. En todas estas redes como TikTok, Instagram o YouTube promocionan productos sin que estén debidamente regulados, como lo hacen los influencers. Eso es un nicho que se debe de tomar con mucha seriedad”, sostiene Barquera.
El investigador alerta que esto es un veneno líquido, al igual que lo son las aguas embotelladas. Asegura que es determinante la publicidad agresiva dirigida por las compañías de comida chatarra a los escolares.
“Esta publicidad es una de las principales estrategias de manipulación para hacer modificación de estilo de vida. Es decir, hay un marketing agresivo y esa es la preocupación”.
La publicidad agresiva y la ingesta de comida ultraprocesada son responsables del grave problema de la obesidad que sigue en aumento en México después de 15 años de mediciones y acciones de la política pública, asegura el también coautor de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de México (Ensanut).
La comida rápida o fast food, malamente, se convirtió en la base de la alimentación de los mexicanosElizabeth Karina Piña, especialista del IPN
Es decir, las hamburguesas, pizzas, papas fritas y helados son comunes entre los alimentos de cuatro de cada diez personas en México, y eso hace que la obesidad y el sobrepeso sigan creciendo, coincide Elizabeth Karina Piña Morán, especialista de la Escuela Superior de Medicina del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Son los jóvenes y los adolescentes en donde se concentra el mayor incremento en los últimos años a pesar de las campañas para reducir el consumo de refrescos, bebidas edulcoradas, comida chatarra y la inclusión del etiquetado, según los datos de la Ensanut 2022.
Pese a todo, hay avances
A pesar de todo, afirma Barquera, las políticas públicas implementadas no han sido un fracaso: México ha sido el único país en el mundo que logró reducir la ingesta de cien mil toneladas al año en el consumo de productos chatarra.
Agregó que la más reciente encuesta muestra que 20 por ciento de la población dejó de consumir productos por los sellos y 60 por ciento de los mexicanos cambiaron a productos más saludables por el etiquetado.
“Me parece que vamos avanzando. Lo que pasa es que el problema es tan grande y la dieta es tan mala y hay tanta chatarra que se necesita hacer mucho más”.
Aun así la preocupación prevalece porque 70 por ciento de los adolescentes en México son consumidores habituales de bebidas azucaradas y refrescos.
Otro avance que citó Simón Barquera es que la última Ensanut por primera vez reporta que los niños menores de cinco años y en lactancia presentan una reducción de la incidencia y hay que esperar si en los próximos años se confirma la tendencia.
Pidió cambiar y ampliar el acceso al agua porque, incluso, ya hay investigaciones que señalan que en el futuro veremos un impacto en el sistema endócrino por el consumo de microplásticos de las aguas embotelladas.
Más jóvenes enfermos
El reto para nuestro país por el sobrepeso y la obesidad es enorme por lo que cuesta la atención de enfermedades crónicas y hasta 14 diferentes tipos de cáncer.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México destina hasta seis por ciento del Producto Interno Bruto para atender padecimientos como diabetes, hipertensión, afecciones pulmonares, enfermedades osteoarticulares y cáncer relacionados con el consumo de dietas poco saludables, la poca actividad y el sedentarismo.
“Es una cantidad inmensa de recursos que estamos destinando y se podrían dedicar a la educación, al desarrollo, a la infraestructura, en lugar de pagar los daños de la mala alimentación por consumo de bebidas y comida chatarra. Es la parte triste”.
Indicó que con el paso de los últimos 15 años en México es cada vez más frecuente ver enfermedades que antes eran raras en los adolescentes y jóvenes, es decir, que ahora son adquiridas por la población a edades más tempranas y son crónicas.
Por ejemplo, la diabetes llegaba a dar después de la quinta o sexta década de la vida y ahorita es común verla en la segunda década, incluso en la adolescencia. Lo mismo pasa con la hipertensión, los accidentes cerebrovasculares, infartos al miocardio, problemas renales y la cirrosis hepática por el consumo habitual y frecuente de bebidas azucaradas.
En el caso de los niños en edad escolar, se observa que cuatro de cada diez de ellos están en una condición de sobrepeso y obesidad por los malos hábitos alimenticios que no han cambiado a pesar de la regulación en las escuelas.
La ingesta de comida chatarra, ultra procesada, alimentos de producción industrial y las bebidas azucaradas, incluyendo la leches y yogures de sabores, hace que esos niños en la adolescencia y en la juventud sigan acumulando kilos.
En ese paso de adolescentes a adultos jóvenes las personas llegan a acumular el peso suficiente que los convierte en obesos o con sobrepeso, es decir, en una o menos de dos décadas los mexicanos deterioran su condición por el consumo de alimentos no saludables.
Piña Morán indica que la pandemia de Covid-19 ahondó las condiciones de sedentarismo porque el trabajo en casa se prolongó todo el día y a las familias se les facilitó pedir los alimentos a través de aplicaciones.
Los antojitos se volvieron cada vez más frecuentes, lo cual, combinado con la falta de movilidad, el bajo consumo de fibra, agua y no comer fruta, fueron factores del aumento de peso.
Consideró que las diferentes versiones de la estrategia para la prevención y control de la obesidad y el sobrepeso no son malas, pero lo que se requiere es fortalecer medidas enfocadas a la sensibilización de la población, la educación en alimentación y en salud.
Explicó que la gastronomía tradicional rural del país presenta alternativas saludables, tales como la tortilla porque tiene minerales, hierro, calcio, ácido fólico, pero también frijol, arroz, garbanzo.
Relató que al preguntar a la gente qué tipo de verduras conoce, lo único que mencionan es espinaca, acelga, zanahoria y chícharos, cuando hay una amplia variedad que son hasta más baratas.
En ello coincide Simón Barquera, quien resalta que cambiar el refresco por agua y tener una alimentación a base de cereales como arroz, frijoles, habas, lentejas, tortillas, fruta, verdura y algunas porciones de carnes y cacahuates resulta más barato y saludable.