/ domingo 23 de julio de 2017

Cumhuriyet, un diario en el banquillo de acusados en el Día Mundial de la Libertad de Prensa

Por Can Dündar | Colaboración especial parala OEM

La policía cayó a primera hora dela mañana. Todo el mundo dormía, no había salido elsol.

En la madrugada del 31 de octubre,la policía allanó los hogares de 13 periodistas: el editor enjefe de un diario, el director ejecutivo, columnistas, asesoreslegales, reporteros, el defensor del lector, el editor de lasección libros, el caricaturista, el contador.

Todos eran figuras importantes delCumhuriyet, el periódico más antiguo y prestigioso de Turquía.Mientras intentaban calmar a sus hijos aterrados y medio dormidos,debieron presenciar cómo los policías daban vuelta a sus casas,revisaban sus archivos e incautaban sus computadoras. Trasdetenerlos, primero los llevaron al departamento central depolicía, después a un hospital para una revisación médica, yfinalmente a la cárcel más grande del país, donde fueronalojados en celdas de aislamiento, sin tener la menor idea deldelito que se les imputaba. Y tuvieron que esperar 151 días paraenterarse Recién ese día llegó la acusación: instigar ycolaborar con organizaciones terroristas armadas.

Me imagino que se estaránpreguntando con cuáles.

Con el mismo PKK (Partido de losTrabajadores de Kurdistán) con el que el gobierno había mantenidonegociaciones de paz tres años antes, y con el Movimiento deGülen, que justamente forma parte del cogobierno del país desdehace una década.

Lo que es más gracioso es que losmismos periodistas que ahora eran acusados de ser gülenistas sonlos que venían advirtiendo sobre los peligros que entraña elMovimiento de Gülen.

¿Y las evidencias de dichacomplicidad?

Los informes, las entrevistas, lostitulares, los tuits y las columnas que eran críticas hacia elgobierno. En otras palabras, serían juzgados por hacerperiodismo.

En mi calidad de exeditor en jefedel diario, me convertí en el acusado número uno, por “alterarla política editorial del diario”. Mi primera reacción fueexclamar, “¿Y entonces? ¿Desde cuándo los fiscales establecenla política editorial de los diarios?”

La respuesta es obvia: desde elacoso que sufren los medios de parte del presidente Erdogan en subúsqueda de poder absoluto.

La campaña de aplastamiento deldisenso empezó el año pasado, cuando Erdogan acusó a susexaliados del Movimiento de Gülen de estar detrás del intento degolpe del 15 de julio. Era la oportunidad “enviada por Dios”para deshacerse de una vez por todas de sus opositores, y elpresidente se abocó a purgar el gabinete y los ministerios de losgülenistas que él mismo había nombrado. Tras asegurarse la sumadel poder con la declaración del estado de emergencia, el 20 dejulio, se ocupó de darle un marco constitucional a ese régimen defacto a través de un referéndum que se realizó bajo el imperiode la ley marcial “civil”, una reforma que fue rechazada por lamitad de la población, a pesar de todas las restricciones y de lascuestionadas prácticas de la Comisión Electoral.

Turquía zafó del golpe de Estadodel 15 de julio de 2016 pero fue víctima de un contragolpe llevadoa cabo por Erdogan el 20 de julio. No se trata de un gobiernomilitar, sino de un Estado policial.

Desde el intento de golpe, elnúmero de periodistas encarcelados se cuadruplicó: pasó de 30 a120, entre ellos el contingente del diario Cumhuriyet, y Turquíase convirtió en “la cárcel de periodistas más grande delmundo”.

La Reforma Constitucional elevó aErdogan a la estatura de gobernante único: un solo hombre paragobernar el Poder Ejecutivo, el Parlamento y la Justicia, a cargodel mecanismo de selección y nombramiento de jueces y fiscales. Nosorprende entonces que todas y cada una de las apelaciones de losperiodistas hayan sido rechazadas. Salvo unas pocas excepciones, yacasi no quedaban medios de comunicación que pudieran hacerse ecode semejante evolución de los acontecimientos: un periodista presoes un rehén que sirve para silenciar a muchos otros que estánafuera. Ese fue el método utilizado para silenciar al Cumhuriyet,uno de los últimos bastiones de la prensa libre enTurquía.

Hasta se llevaron preso al chico queservía el té y manejaba la cafetería del diario: su crimen fuehaber dicho al pasar “¡Si viniera Erdogan no le serviría ni unté!”. El agente de policía que estaba de guardia en el diariolo escuchó y se lo informó a sus superiores. Créase o no, aldía siguiente a nuestro chico del té se lo llevaron detenido bajoel cargo de “insultar al presidente”.

El Cumhuriyet deberá presentarse el24 de julio ante los tribunales. El equipo editorial en plenoestará por primera vez cara a cara frente al juez, después de 267días. Además de defenderse a sí mismos, estarán defendiendo lalibertad de prensa, así como una democracia que lucha por su vidaen manos de un déspota.

Si se trata de una coincidencia,ciertamente sería una ironía de la vida:

El 24 de julio, en Turquía secelebra el aniversario del levantamiento de la censura, y se loconmemora desde 1908 como el Día de la Libertad de Prensa. Esteaño, el Díade la Libertad de Prensa será conmemorado en Turquíacomo el Día de la Lucha por la Libertad de Prensa, en lascárceles, en los tribunales y en el exilio.

Todos nuestros colegas estáninvitados a sumarse.

* Can Dündar es el ganador del Golden PenofFreedom 2017, el premio anual de la Asociación Mundial dePeriódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA)

Por Can Dündar | Colaboración especial parala OEM

La policía cayó a primera hora dela mañana. Todo el mundo dormía, no había salido elsol.

En la madrugada del 31 de octubre,la policía allanó los hogares de 13 periodistas: el editor enjefe de un diario, el director ejecutivo, columnistas, asesoreslegales, reporteros, el defensor del lector, el editor de lasección libros, el caricaturista, el contador.

Todos eran figuras importantes delCumhuriyet, el periódico más antiguo y prestigioso de Turquía.Mientras intentaban calmar a sus hijos aterrados y medio dormidos,debieron presenciar cómo los policías daban vuelta a sus casas,revisaban sus archivos e incautaban sus computadoras. Trasdetenerlos, primero los llevaron al departamento central depolicía, después a un hospital para una revisación médica, yfinalmente a la cárcel más grande del país, donde fueronalojados en celdas de aislamiento, sin tener la menor idea deldelito que se les imputaba. Y tuvieron que esperar 151 días paraenterarse Recién ese día llegó la acusación: instigar ycolaborar con organizaciones terroristas armadas.

Me imagino que se estaránpreguntando con cuáles.

Con el mismo PKK (Partido de losTrabajadores de Kurdistán) con el que el gobierno había mantenidonegociaciones de paz tres años antes, y con el Movimiento deGülen, que justamente forma parte del cogobierno del país desdehace una década.

Lo que es más gracioso es que losmismos periodistas que ahora eran acusados de ser gülenistas sonlos que venían advirtiendo sobre los peligros que entraña elMovimiento de Gülen.

¿Y las evidencias de dichacomplicidad?

Los informes, las entrevistas, lostitulares, los tuits y las columnas que eran críticas hacia elgobierno. En otras palabras, serían juzgados por hacerperiodismo.

En mi calidad de exeditor en jefedel diario, me convertí en el acusado número uno, por “alterarla política editorial del diario”. Mi primera reacción fueexclamar, “¿Y entonces? ¿Desde cuándo los fiscales establecenla política editorial de los diarios?”

La respuesta es obvia: desde elacoso que sufren los medios de parte del presidente Erdogan en subúsqueda de poder absoluto.

La campaña de aplastamiento deldisenso empezó el año pasado, cuando Erdogan acusó a susexaliados del Movimiento de Gülen de estar detrás del intento degolpe del 15 de julio. Era la oportunidad “enviada por Dios”para deshacerse de una vez por todas de sus opositores, y elpresidente se abocó a purgar el gabinete y los ministerios de losgülenistas que él mismo había nombrado. Tras asegurarse la sumadel poder con la declaración del estado de emergencia, el 20 dejulio, se ocupó de darle un marco constitucional a ese régimen defacto a través de un referéndum que se realizó bajo el imperiode la ley marcial “civil”, una reforma que fue rechazada por lamitad de la población, a pesar de todas las restricciones y de lascuestionadas prácticas de la Comisión Electoral.

Turquía zafó del golpe de Estadodel 15 de julio de 2016 pero fue víctima de un contragolpe llevadoa cabo por Erdogan el 20 de julio. No se trata de un gobiernomilitar, sino de un Estado policial.

Desde el intento de golpe, elnúmero de periodistas encarcelados se cuadruplicó: pasó de 30 a120, entre ellos el contingente del diario Cumhuriyet, y Turquíase convirtió en “la cárcel de periodistas más grande delmundo”.

La Reforma Constitucional elevó aErdogan a la estatura de gobernante único: un solo hombre paragobernar el Poder Ejecutivo, el Parlamento y la Justicia, a cargodel mecanismo de selección y nombramiento de jueces y fiscales. Nosorprende entonces que todas y cada una de las apelaciones de losperiodistas hayan sido rechazadas. Salvo unas pocas excepciones, yacasi no quedaban medios de comunicación que pudieran hacerse ecode semejante evolución de los acontecimientos: un periodista presoes un rehén que sirve para silenciar a muchos otros que estánafuera. Ese fue el método utilizado para silenciar al Cumhuriyet,uno de los últimos bastiones de la prensa libre enTurquía.

Hasta se llevaron preso al chico queservía el té y manejaba la cafetería del diario: su crimen fuehaber dicho al pasar “¡Si viniera Erdogan no le serviría ni unté!”. El agente de policía que estaba de guardia en el diariolo escuchó y se lo informó a sus superiores. Créase o no, aldía siguiente a nuestro chico del té se lo llevaron detenido bajoel cargo de “insultar al presidente”.

El Cumhuriyet deberá presentarse el24 de julio ante los tribunales. El equipo editorial en plenoestará por primera vez cara a cara frente al juez, después de 267días. Además de defenderse a sí mismos, estarán defendiendo lalibertad de prensa, así como una democracia que lucha por su vidaen manos de un déspota.

Si se trata de una coincidencia,ciertamente sería una ironía de la vida:

El 24 de julio, en Turquía secelebra el aniversario del levantamiento de la censura, y se loconmemora desde 1908 como el Día de la Libertad de Prensa. Esteaño, el Díade la Libertad de Prensa será conmemorado en Turquíacomo el Día de la Lucha por la Libertad de Prensa, en lascárceles, en los tribunales y en el exilio.

Todos nuestros colegas estáninvitados a sumarse.

* Can Dündar es el ganador del Golden PenofFreedom 2017, el premio anual de la Asociación Mundial dePeriódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA)

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