/ domingo 19 de marzo de 2017

Europa, alarmada por la salud mental de Trump, lo califican de peligro

“¡Está clínicamente loco! Este hombre es un peligro para elmundo”, exclamó el viernes pasado un alto dirigente de la UniónEuropea (UE) mientras miraba con asombro las imágenes detelevisión que llegaban desde Washington sobre la reunión de lacanciller alemana Angela Merkel con Donald Trump.

Inclinado hacia adelante en un sillón de cuero beige en elsalón oval de la Casa Blanca -en una clásica posición dedefensa-, el presidente de la primera potencia mundial dirigía lavista hacia los fotógrafos, miraba el suelo y fingía ignorar lapresencia de Merkel. Cuando la canciller se acercó parapreguntarle si quería estrechar su mano -como pedían losperiodistas-, Trump simuló no escucharla, como un niño caprichosoenojado con sus padres.

La escena que transcurría a 6 mil 200 kilómetros de Bruselasprovocó el efecto de una descarga eléctrica en la gran sala dereunión de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE,ubicada en el piso13, del edificio Berlaymont, donde se habíancongregado los principales dirigentes del bloque.

- ¡Es un demente!-, volvió a repetir con desazón el altofuncionario.

El episodio del viernes confirmó los profundos temores quetienen los dirigentes europeos desde que Trump ingresó a la CasaBlanca, el 20 de enero pasado. En apenas 58 días, el hombre quepuede pulsar el botón que permite disparar 4 mil 018 ojivasnucleares demostró que era inestable, ciclotímico, bipolar,psicópata narcisista, megalómano, paranoico, obsesivo,desconectado de la realidad, impulsivo, híper reactivo a lacrítica, veleidoso, arbitrario, acomplejado, rencoroso, caprichosoy sujeto a frecuentes explosiones de ira.

“Cuando imagina algo, nadie puede persuadirlo de locontrario”, admitió el representante republicano ChuckFleischmann.

Eso explica su obsesión con el expresidente Barack Obama, quedesde hace años es su enemigo número uno. Hace un tiempo loacusó de no haber nacido en Estados Unidos y ahora de haberordenado que los servicios de espionaje “pincharan” susteléfonos, versiones desmentidas por las más altas autoridadesdel país. “Semejante acusación debe ser probada”, lo desafióel senador republicano John McCain.

No es un secreto para nadie que -aterradas por los alarmantessignos de su patología-, varias cancillerías europeasencomendaron a los mejores especialistas de sus países queestudien la personalidad de Trump y que formulen recomendacionessobre la forma de tratar con un personaje de esas características.En ese sentido se inspiraron de la experiencia del primer ministrocanadiense, Justin Trudeau, que antes de viajar a Washingtondecidió entrenarse, como haría un deportista, para evitar queDonald Trump repitiera el apretón de manos de 21 segundos que lehabía infligido días antes al jefe de gobierno japonés, ShinzoAbe.

Tanto en Europa como en Estados Unidos, los temores sobre lasalud mental de Trump comenzaron a surgir, en verdad, antes de sullegada a la Casa Blanca. El candidato republicano “es un enfermomental peligroso [que está] temperamentalmente incapacitado paraser presidente”, había advertido en plena campaña electoral elpsiquiatra John D. Gartner. “Sus trastornos de personalidad loconvierten en un hombre potencialmente peligroso para él mismo,para los otros y para el mundo entero”, afirmó ese especialistade la depresión y de comportamientos bipolares que desde hace másde 20 años enseña en la universidad Johns Hopkins de Baltimore(Maryland).

Persuadido de que Trump es un “sicópata narcisista, paranoicoy desconectado de la realidad”, un "Frankenstein psiquiátrico",en febrero último lanzó una petición apelando a la destituciónde Trump, que recogió la firma de unos 25 mil médicos, siquiatrasy otros especialistas en disturbios de comportamiento.

Conocido por sus simpatías demócratas, Gartner fue acusado dehaber realizado un diagnóstico subjetivo. “Durante el gobiernode George W. Bush estuve en desacuerdo con casi todas susdecisiones político, pero jamás evoqué su salud mental. Estecaso es diferente porque se trata de un enfermo peligroso. Comomédico, tengo el deber de alertar al público”, sostuvo.

Conocido popularmente por su libro En busca de Bill Clinton. Unabiografía psicológica, Gartner afirma que Trump tiene unapersonalidad de “un narcisista maligno”, una “patologíaincurable” que es diferente y más peligrosa que el clásicodesorden narcisista de personalidad.

El "narcisismo maligno” es una grave enfermedad mentalidentificada en los años 1960 por el sicólogo estadunidense ErichFromm, quien la definió como “la quinta esencia del mal”, unapatología incurable para la cual no se conoce ningúntratamiento.

A una conclusión análoga llegó Judith Herman, profesora depsiquiatría de Harvard. Junto con otros dos eminentes colegas dela Universidad de California le escribió una carta a Barack Obamaproponiéndole que realice una evaluación médica y psiquiátricadel candidato. “Su inestabilidad mental -que incluyemegalomanía, impulsividad, híper reacción a la crítica yaparente incapacidad para realizar una distinción entre fantasíay realidad- nos induce a interrogarnos sobre su capacidad paraasumir las inmensas responsabilidades de su función”.

En la misma época la congresista demócrata Karen Bass firmóuna petición con otras 36 mil personas reclamando un examensiquiátrico de urgencia del candidato presidencial.

Otros representantes demócratas expresaron dudas similares.

A fin de calmar esas pasiones, el congresista demócrata JerroldNadler, de Nueva York, se ilusionó pensando que -una vez instaladoen la Casa Blanca- el nuevo secretario de Defensa, general JamesMattis, conocido entre sus colegas militares como Mad Dog (Perroloco), sería capaz de contener los desbordes temperamentales deTrump y los excesos del Director Nacional de Seguridad, generalMike Flynn, que tampoco es un modelo de equilibrio y de prudencia.Pocos días después de asumir, Flynn tuvo que renunciar -para noser destituido- por los imprudentes contactos que mantuvo con elembajador ruso en Washington durante la campaña.

Esas reuniones en el salón oval pueden ser cruciales, tanto enforma positiva como negativa. “Su comportamiento depende de suentorno, del cual espera permanentemente su aprobación. Como nosabe administrar sus emociones ni sus frustraciones -según eldoctor Arnold Becker-, funciona sobre el modo binario amor-odio,que nutre su dependencia al elogio, y amigo-enemigo que exacerbasus tendencias agresivas y el impulso de venganza”.

Su cuadro clínico le impide fijar la atención más de tresminutos. Por eso es que, apenas elegido, se rehusaba a leer losbriefings preparados por las agencias que integran la comunidad deinteligencia. Ahora sus colaboradores pidieron que esos resúmenesultraconfidenciales sobre la situación internacional se resuman atres párrafos por tema, cada uno de ellos ilustrado con fotos,mapas o gráficos simples. Esa solicitud sugiere, en otraspalabras, que sus hombres de confianza la atribuyen el mismo nivelde comprensión que un niño de 12 años.

Por eso es, posiblemente, pasa largas horas por la noche mirandolas noticias del canal conservador Fox News o los sitiosconspiracionistas que proliferan por internet. Esa forma deintoxicarse con informaciones falsas lo indujo a cometer erroresgraves, como anunciar un atentado terrorista inexistente en Suecia-desmentido en términos irónicos por el Gobierno de Estocolmo- oinsistir en que Obama “pinchó” sus teléfonos.

La doctora Lynne Meyer teme que el aumento de las tensiones,propias de la atmósfera que existe en el salón oval, puedanagravar su tendencia a la agresividad. "El aspecto más inquietantees la combinación de varios factores. Como funciona de maneraimpulsiva, colérica y negando la realidad -advierte-, por ahoraresponde a las críticas mediante tweets violentos o agresionesverbales. ¿Qué le impedirá mañana replicar por lafuerza?”

“¡Está clínicamente loco! Este hombre es un peligro para elmundo”, exclamó el viernes pasado un alto dirigente de la UniónEuropea (UE) mientras miraba con asombro las imágenes detelevisión que llegaban desde Washington sobre la reunión de lacanciller alemana Angela Merkel con Donald Trump.

Inclinado hacia adelante en un sillón de cuero beige en elsalón oval de la Casa Blanca -en una clásica posición dedefensa-, el presidente de la primera potencia mundial dirigía lavista hacia los fotógrafos, miraba el suelo y fingía ignorar lapresencia de Merkel. Cuando la canciller se acercó parapreguntarle si quería estrechar su mano -como pedían losperiodistas-, Trump simuló no escucharla, como un niño caprichosoenojado con sus padres.

La escena que transcurría a 6 mil 200 kilómetros de Bruselasprovocó el efecto de una descarga eléctrica en la gran sala dereunión de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE,ubicada en el piso13, del edificio Berlaymont, donde se habíancongregado los principales dirigentes del bloque.

- ¡Es un demente!-, volvió a repetir con desazón el altofuncionario.

El episodio del viernes confirmó los profundos temores quetienen los dirigentes europeos desde que Trump ingresó a la CasaBlanca, el 20 de enero pasado. En apenas 58 días, el hombre quepuede pulsar el botón que permite disparar 4 mil 018 ojivasnucleares demostró que era inestable, ciclotímico, bipolar,psicópata narcisista, megalómano, paranoico, obsesivo,desconectado de la realidad, impulsivo, híper reactivo a lacrítica, veleidoso, arbitrario, acomplejado, rencoroso, caprichosoy sujeto a frecuentes explosiones de ira.

“Cuando imagina algo, nadie puede persuadirlo de locontrario”, admitió el representante republicano ChuckFleischmann.

Eso explica su obsesión con el expresidente Barack Obama, quedesde hace años es su enemigo número uno. Hace un tiempo loacusó de no haber nacido en Estados Unidos y ahora de haberordenado que los servicios de espionaje “pincharan” susteléfonos, versiones desmentidas por las más altas autoridadesdel país. “Semejante acusación debe ser probada”, lo desafióel senador republicano John McCain.

No es un secreto para nadie que -aterradas por los alarmantessignos de su patología-, varias cancillerías europeasencomendaron a los mejores especialistas de sus países queestudien la personalidad de Trump y que formulen recomendacionessobre la forma de tratar con un personaje de esas características.En ese sentido se inspiraron de la experiencia del primer ministrocanadiense, Justin Trudeau, que antes de viajar a Washingtondecidió entrenarse, como haría un deportista, para evitar queDonald Trump repitiera el apretón de manos de 21 segundos que lehabía infligido días antes al jefe de gobierno japonés, ShinzoAbe.

Tanto en Europa como en Estados Unidos, los temores sobre lasalud mental de Trump comenzaron a surgir, en verdad, antes de sullegada a la Casa Blanca. El candidato republicano “es un enfermomental peligroso [que está] temperamentalmente incapacitado paraser presidente”, había advertido en plena campaña electoral elpsiquiatra John D. Gartner. “Sus trastornos de personalidad loconvierten en un hombre potencialmente peligroso para él mismo,para los otros y para el mundo entero”, afirmó ese especialistade la depresión y de comportamientos bipolares que desde hace másde 20 años enseña en la universidad Johns Hopkins de Baltimore(Maryland).

Persuadido de que Trump es un “sicópata narcisista, paranoicoy desconectado de la realidad”, un "Frankenstein psiquiátrico",en febrero último lanzó una petición apelando a la destituciónde Trump, que recogió la firma de unos 25 mil médicos, siquiatrasy otros especialistas en disturbios de comportamiento.

Conocido por sus simpatías demócratas, Gartner fue acusado dehaber realizado un diagnóstico subjetivo. “Durante el gobiernode George W. Bush estuve en desacuerdo con casi todas susdecisiones político, pero jamás evoqué su salud mental. Estecaso es diferente porque se trata de un enfermo peligroso. Comomédico, tengo el deber de alertar al público”, sostuvo.

Conocido popularmente por su libro En busca de Bill Clinton. Unabiografía psicológica, Gartner afirma que Trump tiene unapersonalidad de “un narcisista maligno”, una “patologíaincurable” que es diferente y más peligrosa que el clásicodesorden narcisista de personalidad.

El "narcisismo maligno” es una grave enfermedad mentalidentificada en los años 1960 por el sicólogo estadunidense ErichFromm, quien la definió como “la quinta esencia del mal”, unapatología incurable para la cual no se conoce ningúntratamiento.

A una conclusión análoga llegó Judith Herman, profesora depsiquiatría de Harvard. Junto con otros dos eminentes colegas dela Universidad de California le escribió una carta a Barack Obamaproponiéndole que realice una evaluación médica y psiquiátricadel candidato. “Su inestabilidad mental -que incluyemegalomanía, impulsividad, híper reacción a la crítica yaparente incapacidad para realizar una distinción entre fantasíay realidad- nos induce a interrogarnos sobre su capacidad paraasumir las inmensas responsabilidades de su función”.

En la misma época la congresista demócrata Karen Bass firmóuna petición con otras 36 mil personas reclamando un examensiquiátrico de urgencia del candidato presidencial.

Otros representantes demócratas expresaron dudas similares.

A fin de calmar esas pasiones, el congresista demócrata JerroldNadler, de Nueva York, se ilusionó pensando que -una vez instaladoen la Casa Blanca- el nuevo secretario de Defensa, general JamesMattis, conocido entre sus colegas militares como Mad Dog (Perroloco), sería capaz de contener los desbordes temperamentales deTrump y los excesos del Director Nacional de Seguridad, generalMike Flynn, que tampoco es un modelo de equilibrio y de prudencia.Pocos días después de asumir, Flynn tuvo que renunciar -para noser destituido- por los imprudentes contactos que mantuvo con elembajador ruso en Washington durante la campaña.

Esas reuniones en el salón oval pueden ser cruciales, tanto enforma positiva como negativa. “Su comportamiento depende de suentorno, del cual espera permanentemente su aprobación. Como nosabe administrar sus emociones ni sus frustraciones -según eldoctor Arnold Becker-, funciona sobre el modo binario amor-odio,que nutre su dependencia al elogio, y amigo-enemigo que exacerbasus tendencias agresivas y el impulso de venganza”.

Su cuadro clínico le impide fijar la atención más de tresminutos. Por eso es que, apenas elegido, se rehusaba a leer losbriefings preparados por las agencias que integran la comunidad deinteligencia. Ahora sus colaboradores pidieron que esos resúmenesultraconfidenciales sobre la situación internacional se resuman atres párrafos por tema, cada uno de ellos ilustrado con fotos,mapas o gráficos simples. Esa solicitud sugiere, en otraspalabras, que sus hombres de confianza la atribuyen el mismo nivelde comprensión que un niño de 12 años.

Por eso es, posiblemente, pasa largas horas por la noche mirandolas noticias del canal conservador Fox News o los sitiosconspiracionistas que proliferan por internet. Esa forma deintoxicarse con informaciones falsas lo indujo a cometer erroresgraves, como anunciar un atentado terrorista inexistente en Suecia-desmentido en términos irónicos por el Gobierno de Estocolmo- oinsistir en que Obama “pinchó” sus teléfonos.

La doctora Lynne Meyer teme que el aumento de las tensiones,propias de la atmósfera que existe en el salón oval, puedanagravar su tendencia a la agresividad. "El aspecto más inquietantees la combinación de varios factores. Como funciona de maneraimpulsiva, colérica y negando la realidad -advierte-, por ahoraresponde a las críticas mediante tweets violentos o agresionesverbales. ¿Qué le impedirá mañana replicar por lafuerza?”

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