/ viernes 28 de agosto de 2015

Familias habitan un cementerio empujados por la pobreza en Camboya

Phnom Penh.- Habitan cientos de personas con losdifuntos, entre tumbas y lápidas, en una comunidad que se vioobligada a ocupar un cementerio vietnamita al sur de Phnom Penhpara hacer frente a la pobreza y desigualdad.

En Thmor San, un área de la población de DoeumSleng, los sepulcros se entremezclan con hogares donde forman partedel mobiliario doméstico, mientras los niños juegan entre laslosas de piedra y los adultos preparan la comida encima de ellas.Ra Maly, que a sus 38 años ya es abuela, se trasladó con sufamilia al lúgubre vecindario hace 10 años después de que suanterior vivienda se desplomara a causa de la extracción de arenaen la ribera del río Mekong. "Me tuve que mudar porque mi casacolapsó", lamenta la mujer mientras se detiene y señala unatumba que integra la pared de una chabola. En otros casos, lasfamilias ocuparon el terreno tras migrar del mundo rural en buscade oportunidades laborales y, frente a las altas rentas de PhnomPenh, aceptaron la necrópolis como un mal menor. "Hay personas quese despiertan muy pronto y dicen que ven a los espíritus caminandopero no quiero hablar porque hay niños delante", admite sinmuestras de miedo Maly. "A veces vivir con los fantasmas es mejorque vivir con las personas", añade la mujer mientras de fondosuena música tradicional camboyana, motocicletas, niños jugando yalgún borracho que habla solo. Académicos, como la antropóloganorteamericana Courney Work, han documentado la extendida creenciaen los espíritus en Camboya, donde forman parte de la realidaddiaria de las personas y son honrados en los hogares con pequeñosaltares o "casas de espíritus". Sin embargo, en Thmor San loshabitantes tienen otras preocupaciones; como miles de camboyanossubsisten con el pequeño mercadeo, la venta de basura y la ayudade las ONG.

[caption id="attachment_22360" align="alignleft"width="300"]Las familias ocuparon el terreno tras migrar del mundo rural. Foto:Cortesía[/caption]

Sakun, jefe de proyecto de la organización FriendsInternational, enumera entre los problemas de Thmor San el"alcohol, la violencia doméstica, la malnutrición, la falta deescolarización, el abuso de menores, el trabajo infantil, lasenfermedades como VIH y las inundaciones". Según las autoridadeslocales, cinco niños han muerto por el VIH y diez han fallecidopor las inundaciones durante la época de lluvias entre 2007 y 2013en el área. Otro de los problemas a los que se enfrentan loshabitantes del cementerio es la relación con los familiares de losdifuntos al registrarse el derribo de tumbas o que fueran tapadascon cemento para levantar nuevas casas. El sexagenario jefe delpueblo Keiv Chang, que vive en una casa de ladrillos alejado delcementerio, asegura que desde 2005 ya no se permite enterrar a másmuertos y solo se permite construir cuando los familiares retiranlos restos del difunto. "En sus días religiosos (como el añonuevo del calendario lunar) los vietnamitas pueden ir a visitar asus ancestros y dejar algo de comida", argumenta Chang al minimizaralgunas disputas entre visitantes y residentes ocurridas en elpasado. La paz en la comunidad, que creció sobre todo a principiosde los noventa, es especialmente importante ya que al menos unadecena de las familias del cementerio son camboyanas de origenvietnamita, lo que es un posible germen de conflictos tribales enel camposanto. (EFE)

Phnom Penh.- Habitan cientos de personas con losdifuntos, entre tumbas y lápidas, en una comunidad que se vioobligada a ocupar un cementerio vietnamita al sur de Phnom Penhpara hacer frente a la pobreza y desigualdad.

En Thmor San, un área de la población de DoeumSleng, los sepulcros se entremezclan con hogares donde forman partedel mobiliario doméstico, mientras los niños juegan entre laslosas de piedra y los adultos preparan la comida encima de ellas.Ra Maly, que a sus 38 años ya es abuela, se trasladó con sufamilia al lúgubre vecindario hace 10 años después de que suanterior vivienda se desplomara a causa de la extracción de arenaen la ribera del río Mekong. "Me tuve que mudar porque mi casacolapsó", lamenta la mujer mientras se detiene y señala unatumba que integra la pared de una chabola. En otros casos, lasfamilias ocuparon el terreno tras migrar del mundo rural en buscade oportunidades laborales y, frente a las altas rentas de PhnomPenh, aceptaron la necrópolis como un mal menor. "Hay personas quese despiertan muy pronto y dicen que ven a los espíritus caminandopero no quiero hablar porque hay niños delante", admite sinmuestras de miedo Maly. "A veces vivir con los fantasmas es mejorque vivir con las personas", añade la mujer mientras de fondosuena música tradicional camboyana, motocicletas, niños jugando yalgún borracho que habla solo. Académicos, como la antropóloganorteamericana Courney Work, han documentado la extendida creenciaen los espíritus en Camboya, donde forman parte de la realidaddiaria de las personas y son honrados en los hogares con pequeñosaltares o "casas de espíritus". Sin embargo, en Thmor San loshabitantes tienen otras preocupaciones; como miles de camboyanossubsisten con el pequeño mercadeo, la venta de basura y la ayudade las ONG.

[caption id="attachment_22360" align="alignleft"width="300"]Las familias ocuparon el terreno tras migrar del mundo rural. Foto:Cortesía[/caption]

Sakun, jefe de proyecto de la organización FriendsInternational, enumera entre los problemas de Thmor San el"alcohol, la violencia doméstica, la malnutrición, la falta deescolarización, el abuso de menores, el trabajo infantil, lasenfermedades como VIH y las inundaciones". Según las autoridadeslocales, cinco niños han muerto por el VIH y diez han fallecidopor las inundaciones durante la época de lluvias entre 2007 y 2013en el área. Otro de los problemas a los que se enfrentan loshabitantes del cementerio es la relación con los familiares de losdifuntos al registrarse el derribo de tumbas o que fueran tapadascon cemento para levantar nuevas casas. El sexagenario jefe delpueblo Keiv Chang, que vive en una casa de ladrillos alejado delcementerio, asegura que desde 2005 ya no se permite enterrar a másmuertos y solo se permite construir cuando los familiares retiranlos restos del difunto. "En sus días religiosos (como el añonuevo del calendario lunar) los vietnamitas pueden ir a visitar asus ancestros y dejar algo de comida", argumenta Chang al minimizaralgunas disputas entre visitantes y residentes ocurridas en elpasado. La paz en la comunidad, que creció sobre todo a principiosde los noventa, es especialmente importante ya que al menos unadecena de las familias del cementerio son camboyanas de origenvietnamita, lo que es un posible germen de conflictos tribales enel camposanto. (EFE)

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