/ sábado 29 de abril de 2017

Francia está viviendo la transformación política más profunda de los últimos 60 años

PARIS, Francia – Con los asombrosos resultados de la primeravuelta de la elección presidencial, Francia comenzó a vivir latransformación política más profunda desde el derrumbe de la IVRepública, hace 60 años.

Historiadores, politólogos y filósofos reconocen que el paísingresó en una nueva era política.

La primera razón es la ausencia en la segunda vuelta del 7 demayo de los dos partidos que estructuraron la vida institucionalfrancesa desde los años 70: republicanos (gaullistas) ysocialistas quedaron reducidos a una función periférica que puededesequilibrar aun más un balance de fuerzas en plenamutación.

El segundo motivo es la aceptación social que alcanzó elFrente Nacional (FN) de extrema derecha en los últimos 15 añosdesde que el fundador del partido, Jean-Marie Le Pen, llegó albalotaje en 2002 con 16,86%. Entre la primera y la segunda vuelta,el FN solo ganó un punto frente a Jacques Chirac, que lo derrotópor 82,2% contra 17,8%. Este año, en cambio, Marine Le Pentotalizó el domingo pasado 21,9% de los sufragios y ahora lossondeos le acuerdan por lo menos 38% para la segunda vuelta.

En tercer lugar, eso significa que más de un tercio delelectorado considera al FN como un “partido normal” del sistemainstitucional. En 2002, por otra parte, Chirac se negó a debatircon Jean-Marie Le Pen por considerarlo “indigno” de participaren el juego democrático. Hoy nadie se escandaliza ante laperspectiva de un debate entre Marine Le Pen y el candidatosocial-liberal Emmanuel Macron.

En cuarto término, el enigmático silencio del líder deultra-izquierda Jean-Luc Melenchon, que se negó a impartirconsignas de voto para el balotaje a sus 7 millones de votantes,dinamitó el frente republicano que se formaba tradicionalmentepara neutralizar al FN. En 2002, todos los días habíamanifestaciones contra el “peligro que representa la extremaderecha”. En esta elección, los pocos actos convocados hastaahora solo reunieron algunos centenares de participantes. Lostradicionales desfiles del 1° de mayo también se harán en ordendisperso: por un lado la central obrera CGT y sus aliadosfilo-comunistas y, por el otro, los sindicatos y partidos“reformistas”.

Otra transformación esencial del panorama político es elcambio que se operó en la naturaleza del debate electoral. Lacontroversia dejó de ser a favor o contra Le Pen o totalitarismovs democracia para transformarse en una discusión sobre temaspuntuales (por o contra permanencia en el sistema euro, a favor oen contra de la salida de la Unión Europea o divergencias sobre lainmigración, la globalización u otros temas transversales).

Por otro lado, el FN —que se presenta como representante delpueblo contra las élites— se apoderó del lugar que ocupabatradicionalmente la izquierda y se transformó en el partido de laprotesta, como antes el Partido Comunista. Esa inversión de rolespermitió que, además de su caudal natural, el FN canalizara elllamado “voto de la cólera”, como Donald Trump en EstadosUnidos.

El séptimo motivo fue aportado el jueves por NicolasDupont-Aignan, candidato del partido de derecha De Pie Francia, quefirmó un “acuerdo de gobierno” con el FN. A cambio, Le Pen leprometió nombrarlo primer ministro en caso de llegar al poder. Esla primera vez en la historia del país que un dirigente que seproclama “gaullista” pacta con un partido de extrema derechaque profesa valores antagónicos con la ideología del generalCharles de Gaulle.

“Melenchon y Dupont-Aignan hicieron saltar el cordónsanitario que protegía la democracia francesa”, comentóMatthieu Croissaneau, director de la redacción y analista delsemanario L’Obs (ex Nouvel Observateur).

Por último, aun si el domingo sale derrotada de las urnas,Marine Le Pen se convertirá automáticamente en la principalfigura política del país y en jefa de la oposición al nuevogobierno. Todo dependerá de sus posibilidades de lograr en laselecciones parlamentarias de junio una fuerte representación en laAsamblea Nacional. Pero aun así, la consolidación de unimportante polo de extrema derecha en el escenario políticopermitirá tener una idea de la dimensión que tiene la actualdescomposición —algunos prefieren decir recomposición— delsistema francés.

PARIS, Francia – Con los asombrosos resultados de la primeravuelta de la elección presidencial, Francia comenzó a vivir latransformación política más profunda desde el derrumbe de la IVRepública, hace 60 años.

Historiadores, politólogos y filósofos reconocen que el paísingresó en una nueva era política.

La primera razón es la ausencia en la segunda vuelta del 7 demayo de los dos partidos que estructuraron la vida institucionalfrancesa desde los años 70: republicanos (gaullistas) ysocialistas quedaron reducidos a una función periférica que puededesequilibrar aun más un balance de fuerzas en plenamutación.

El segundo motivo es la aceptación social que alcanzó elFrente Nacional (FN) de extrema derecha en los últimos 15 añosdesde que el fundador del partido, Jean-Marie Le Pen, llegó albalotaje en 2002 con 16,86%. Entre la primera y la segunda vuelta,el FN solo ganó un punto frente a Jacques Chirac, que lo derrotópor 82,2% contra 17,8%. Este año, en cambio, Marine Le Pentotalizó el domingo pasado 21,9% de los sufragios y ahora lossondeos le acuerdan por lo menos 38% para la segunda vuelta.

En tercer lugar, eso significa que más de un tercio delelectorado considera al FN como un “partido normal” del sistemainstitucional. En 2002, por otra parte, Chirac se negó a debatircon Jean-Marie Le Pen por considerarlo “indigno” de participaren el juego democrático. Hoy nadie se escandaliza ante laperspectiva de un debate entre Marine Le Pen y el candidatosocial-liberal Emmanuel Macron.

En cuarto término, el enigmático silencio del líder deultra-izquierda Jean-Luc Melenchon, que se negó a impartirconsignas de voto para el balotaje a sus 7 millones de votantes,dinamitó el frente republicano que se formaba tradicionalmentepara neutralizar al FN. En 2002, todos los días habíamanifestaciones contra el “peligro que representa la extremaderecha”. En esta elección, los pocos actos convocados hastaahora solo reunieron algunos centenares de participantes. Lostradicionales desfiles del 1° de mayo también se harán en ordendisperso: por un lado la central obrera CGT y sus aliadosfilo-comunistas y, por el otro, los sindicatos y partidos“reformistas”.

Otra transformación esencial del panorama político es elcambio que se operó en la naturaleza del debate electoral. Lacontroversia dejó de ser a favor o contra Le Pen o totalitarismovs democracia para transformarse en una discusión sobre temaspuntuales (por o contra permanencia en el sistema euro, a favor oen contra de la salida de la Unión Europea o divergencias sobre lainmigración, la globalización u otros temas transversales).

Por otro lado, el FN —que se presenta como representante delpueblo contra las élites— se apoderó del lugar que ocupabatradicionalmente la izquierda y se transformó en el partido de laprotesta, como antes el Partido Comunista. Esa inversión de rolespermitió que, además de su caudal natural, el FN canalizara elllamado “voto de la cólera”, como Donald Trump en EstadosUnidos.

El séptimo motivo fue aportado el jueves por NicolasDupont-Aignan, candidato del partido de derecha De Pie Francia, quefirmó un “acuerdo de gobierno” con el FN. A cambio, Le Pen leprometió nombrarlo primer ministro en caso de llegar al poder. Esla primera vez en la historia del país que un dirigente que seproclama “gaullista” pacta con un partido de extrema derechaque profesa valores antagónicos con la ideología del generalCharles de Gaulle.

“Melenchon y Dupont-Aignan hicieron saltar el cordónsanitario que protegía la democracia francesa”, comentóMatthieu Croissaneau, director de la redacción y analista delsemanario L’Obs (ex Nouvel Observateur).

Por último, aun si el domingo sale derrotada de las urnas,Marine Le Pen se convertirá automáticamente en la principalfigura política del país y en jefa de la oposición al nuevogobierno. Todo dependerá de sus posibilidades de lograr en laselecciones parlamentarias de junio una fuerte representación en laAsamblea Nacional. Pero aun así, la consolidación de unimportante polo de extrema derecha en el escenario políticopermitirá tener una idea de la dimensión que tiene la actualdescomposición —algunos prefieren decir recomposición— delsistema francés.

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