Massachusetts, EU.- Ahmad Alkhalaf ha tenido unaño muy ocupado: asistió al último discursodel Estado de la Unión de Barack Obama comopresidente de Estados Unidos invitado por un congresista. Aprendióa andar en bicicleta y a patinar, tomó clases de artes marciales ygimnasia y pasó el verano jugando al futbol y nadando en un lagoen un campamento de día en los suburbios de Boston. Y recibió su primer par de brazos protésicos luego deperder los suyos hace tres años por una bomba que estalló en uncampo de refugiados matando además a tres de sus hermanos.Pero aunque el niño sirio afronta un nuevo año en su hogar deadopción, dijo que su sueño es reunirse con su madre ysus cuatro hermanos vivos, que viven en Estambul,Turquía.
"Quiero que mi mamá venga aquí", dijo unsábado mientras daba patadas a un balón en un parque. "Siento quela estoy perdiendo. Ha pasado demasiado tiempo. No puedosoportarlo más".
El padre de Ahmad, Dirgam Alkhalaf, apuntó que susesperanzas dependen en gran medida de si Donald Trumpcumple su promesa de frenar la entrada de sirios y musulmanes alpaís una vez llegue asuma la presidencia en enero. Alkhalaf ha solicitado asilo y espera pedirlo para toda lafamilia si él y Ahmad logran quedarse en el país.
"Solo puedo esperar que hará lo correcto",dijo Alkhalaf sobre Trump a través de un intérprete. "No importalo que diga la gente, soy optimista".
Alkhalaf explicó que no puede regresar aTurquía tras renunciar a su estatus de residenciatemporal allí. Regresar a Siria, a las afueras de la devastadaciudad de Aleppo donde vivía esta familia suní, tampoco es unaopción.
"En Siria no queda nada para nosotros. Nuestracasa está destrozada, el gobierno nos busca", dijo refiriéndoseal régimen del presidente sirio Bashar Assad, que según él fueel responsable del bombardeo de 2013. "No tengo a donde irsi Estados Unidos no me quiere".
Padre e hijo han estado viviendo con un grupo rotatorio defamilias musulmanas desde su llegada al país en junio de 2015gracias a un permiso médico para Ahmad.
Alkhalaf es guardia de seguridad en una mezquita. En juliorecibió un permiso de trabajo y ahora espera pasar pronto elexamen para la licencia de manejo. Lacarga emocional de la separación ha pasadofactura a la familia, explicó.
En Turquía, su hijo menor tiene problemas similares al asma, suesposa está siendo tratada de hipertensión y Ahmad no siempreduerme bien, un problema que comenzó con terroresnocturnos tras el bombardeo.
"Emocionalmente, estoy agotado", dijo Alkhalaf. "Siestuviéramos todos juntos, creo que muchos nos sentiríamos mejor.Es la mitad de la batalla".
Ahmad habla con su madre a menudo y sabe que tieneproblemas para mantener a sus hermanos. La familia vive engran medida de las ayudas de la comunidad musulmana en New Englandy de lo que Alkhalaf puede enviarles de su salario.
El pequeño intenta animar a su madrecontándole todas las cosas nuevas que está viviendo. "Intentohacer que esté feliz, pero es difícil", reconoció.
El pasado otoño comenzó a estudiar cuarto grado en una escuelaen los suburbios de Boston y está a la espera de un par deprótesis más avanzadas. Además espera entrar en elequipo de futbol esta primavera.
Los responsables del centro en el que estudia, HeightsElementary, dicen que los problemas de Ahmad no parecenafectar a su escolarización. Al contrario, se mostraronimpresionados con la rapidez con la que se adaptó a su nuevoentorno, donde recibe terapia física y ocupacional, clases delectura individuales y matemáticas y otros apoyos.