Un escándalo detrás de otro, con el consiguiente nuevo durogolpe para el papa Francisco. Según indiscreciones periodísticas,el nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, elarzobispo jesuita español Luis Ladaria Ferrer, nombrado apenashace tres días sucesor del cardenal alemán, crítico delpontífice argentino, Gerhard Muller, tiene una grave sombra en supasado eclesiástico: No haber denunciado a la justicia a un curapederasta condenado por la Iglesia, que como laico siguiócometiendo abusos sexuales contra menores.
Monseñor Ladaria había sido nombrado en 2008 segundo en lajerarquía de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En aqueltiempo, el titular del exSanto Oficio, era el estadunidense WilliamLevada. Ambos firmaron el decreto de condena del padre GianniTrotta “culpable de delitos con menores contra el sextocomandamiento”.
En el texto se agregaba que “el papa Benedicto XVI ha decididocon suprema e inapelable sentencia que por el bien de la Iglesia sele aplique la dimisión del estado clerical y de la Pequeña Obrade la Divina Providencia”, la orden a la que Trottapertenecía.
A continuación, se inició la cobertura del culpable, indicandoa Trotta que debía “hacer todo lo posible para que su nuevacondición no provoque escándalo a los fieles”.
Según el cotidiano La Repubblica y el semanario L’Espresso.“En vez de denunciar al pederasta a la magistratura, el ahoranuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe(monseñor Ladaria, ndr) descargaba la responsabilidad devigilancia en el instituto al que pertenecía el maníaco.
A este respecto, el diario de Roma habla de un contra sentido“visto que el obispo, el párroco y el superior de la orden notienen ninguna influencia sobre un sacerdote que ya ha sidoreducido al estado laical”.
De esta manera, el excura Trotta decidió seguir viviendo en unlugar cerca de Foggia, sur de Italia, haciéndose pasar por unentrenador de futbolistas adolescentes. Ninguna familia se enterode nada porque la Curia y el Instituto de la pequeña Obra de laDivina Providencia callaron.
Fue así que de 2012 a 2014 Gianni Trotta abuso sexualmente deonce menores. Solo en abril de 2015 gracias a la denuncia de lospadres de un adolescente de 12 años, el pederasta fue arrestadopor orden de la fiscal de Bari, Susana Filoni y en junio de 2016Trotta fue condenado a ocho años de cárcel. Dentro de unos díascomenzará un nuevo proceso por los abusos a otros niños yadolescentes.
Los medios subrayan que si la Congregación para la Doctrina dela Fe y la curia hubieran denunciado a Trotta a la justicia, lasvíctimas habrían “sido salvadas del horror”.
Si desde el punto de vista ético el comportamiento de Ladaria yLevada, en aquel entonces máximos responsables de la Doctrina dela Fe, “es reprobable”, desde el punto de vista canónico notenían la obligación de denunciar ya que los Tratados de Letránentre Italia y la Santa Sede, firmados en los años veintedispusieron que los eclesiásticos no tienen obligación dedenunciar las conductas de sus subordinados aunque tengaimportancia penal.
Sin embargo, concluyen los medios, “el hecho es que monseñorLuis Ladaria, nuevo prefecto nombrado por Francisco, habría podidosalvar a varios adolescentes si tan solo hubiese antepuesto losintereses de los más débiles a los de la Iglesia”. Esta era unpraxis “normal” y casi una consigna dentro de la Iglesia: nodenunciar a los pederastas para no crear escándalo.
Hace apenas cuatro días, el “ministro” de economía delVaticano, el cardenal George Pell, fue acusado de abusos sexualespor la justicia de su país, Australia.