/ miércoles 16 de marzo de 2016

Occidente se pierde en especulaciones

Carlos Siula / El Sol de México

Corresponsal

PARÍS, Francia. (OEM-Informex).- Un primer grupo de avionesrusos de combate comenzó a retirarse de Siria en cumplimiento dela orden de “repliegue parcial” impartida el lunes por elpresidente Vladimir Putin. Pero, al mismo tiempo, una escuadrillarusa bombardeó posiciones del movimiento yihadista EstadoIslámico (EI) en la ciudad histórica de Palmira.

La televisión de Moscú “tanto las cadenas privadas como lasemisoras del Estado” mostraron numerosas imágenes de los avionesrusos Su-24M cuando despegaban del aeropuerto militar de Khmeimim,cerca de Lataqia, que es la principal base de operaciones de lasfuerzas rusas en Siria.

Al anunciar el repliegue de sus fuerzas, después de seis mesesen Siria, Putin había advertido que las dos bases que Rusiamantiene en el puerto de Tartus, así como el aeropuerto deKhmeimim, seguirán operando como antes.

Los expertos políticos, mientras tanto, se devanan el cerebropara tratar de explicar las razones que impulsaron al Kremlin aretirarse de Siria.

El analista ruso Alexander Shumilin consideró que la decisiónde Putin fue “oportuna” y “acertada”, pues el Kremlinaprovechó la primera oportunidad para “retirarse dignamente”de la amenaza de “ser absorbido por las arenas movedizas deSiria, evitando un segundo Afganistán”, tanto en términosmilitares como económicos.

El mayor riesgo es que “fracasen las conversaciones de paz yse agrave el conflicto en Siria”, lo que podría suponer paraRusia pagar “un alto precio en vidas humanas y en recursoseconómicos”.

El costo de la guerra es un parámetro que, sin duda, no estuvoausente de los cálculos de Putin. La intervención en Siria lecuesta al Kremlin por lo menos 3 millones de dólares diarios enmomentos en que enfrenta el derrumbe de los precios de lospetróleo y el impacto de las sanciones económicas adoptadas porOccidente en represalia por la anexión de Crimea en marzo de 2014y la injerencia rusa en el conflicto de Ucrania en apoyo de losseparatistas pro-rusos en el este del país.

La revista especializada Jane’s Defense Weekly calculó que,en realidad, la actual campaña rusa en Siria le cuesta a Putin 4millones de dólares diarios, lo que significaría mil 500 millonespor año. Algunos expertos aseguran incluso que esa estimación esdemasiado optimista. Esa cifra, en todo caso, parece insignificanteen comparación con los 1.2 billones de dólares anuales que leexige a Estados Unidos mantener su presencia en Irak.

La única diferencia es que un país puede mantener ese ritmodurante años y el otro enfrenta claros límites al cabo de ciertotiempo, como demostró la experiencia de la exURSS en Afganistánen los años 80.

La sangría económica fue una de las razones que obligaron aMoscú a replegarse de Afganistán en 1989 y que, in fine,precipitaron la caída del Muro de Berlín y aceleraron el derrumbedel bloque comunista en 1991.

Todos las biógrafos de Putin coinciden en destacar que elactual líder ruso nunca olvidó esa dramática experiencia, quesuele calificar como la mayor “tragedia estratégica del sigloXX”.

Comparado al enorme despliegue realizado por el aparato estatalde propaganda, los logros de la intervención en Siria, expuestosel lunes por el Kremlin y el ministerio de Defensa, tienen unaspecto “muy pobre”, según el politólogo ruso AndreiPiontkovski. “Se esperaba una estrepitosa victoria final y, encambio, nos encontramos frente a un repliegue sin pena nigloria”, sostiene Piontkovski.

Si las tropas del Gobierno de Bashar al Assad consiguenrecuperar el control de la ciudad histórica de Palmira, que cayóen poder de los yihadistas en mayo de 2015, Rusia puede argumentarque salvó un tesoro histórico de la humanidad al impedir que elEstado Islámico continuara destruyendo uno de los tesorosarqueológicos más importantes de la humanidad. (Algunas fuentesantigubernamentales denuncian que, por el contrario, los bombardeosrusos están dañando aun más los vestigios de esa ciudadhistórica, ubicada a 210 kilómetros al este de Damasco, yponiendo en peligro la vida de miles de civiles).

El director del Centro de Tecnología Política ruso, AlexeiMakarkin, piensa que, con el anuncio de retirada parcial defuerzas, “Putin envió un mensaje claro a Assad para que sedecida a negociar”. De acuerdo con su análisis, “Rusia noquiere perder su posición en Siria y por eso apoya al actualrégimen. Eso no significa que se aferre precisamente a la figurade Assad y por el contrario permite pensar que está abierto atodas las hipótesis, a condición de que pueda preservar susintereses estratégicos”, conjeturó.

El lunes, el jefe del Kremlin le encargó a Lavrov queintensifique el papel de Moscú en las negociaciones con laoposición siria en el marco de las discusiones de Ginebra paraposibilitar un acuerdo político definitivo que conduzca a lapaz.

Salem al Muslet, portavoz de la oposición a Bachar el Assad,nucleada en el Consejo Nacional Sirio (CNS), calificó la actitudde Putin como ambivalente, pues apoya al régimen, pero al mismo locoloca ante la obligación de negociar seriamente. “Si es así,es un buen comienzo para empezar a buscar una soluciónpolítica”, concluyó.

Más audaz en su interpretación, Alexei Malashenko estápersuadido de que la decisión de replegar una parte delcontingente en Siria “forma parte de un acuerdo entre Rusia yOccidente” que podría implicar una moderación de las sancioneseconómicas. Malashenko, profesor en el Centro Carnegie de Moscú,cree “en todo caso” que “Rusia seguirá involucrada enSiria”. Ese punto de vista es compartido, aunque en términosmás marciales, por el senador ruso Viktor Ozerov: “noabandonaremos Siria a su suerte”, advirtió.

Putin conservó todas las cartas en su manga porque, hastaahora, Moscú no ha dado a conocer detalles sobre el númeroconcreto de fuerzas a retirar ni sobre un posible calendario,aspectos que inducen a pensar que no hay un compromiso claro derepliegue. También significa que, ante una involución de lasituación militar, podría revertirse en caso necesario. Por suparte, el viceministro de Defensa, Nikolay Pankov, aseguró que laaviación militar rusa continuará bombardeando objetivosyihadistas en el país. “Esa prematuro afirmar que el terrorismofue derrotado”, aclaró.

Las verdaderas razones del repliegue de Moscú son tan pocoevidentes que la emisora Eco de Moscú lanzó una encuesta entresus auditores que está basada en cuatro preguntas: ¿cree ustedque el repliegue anunciado por el presidente se debe a que se hancumplido los objetivos en la lucha contra el terrorismointernacional, a que se ha comprendido la imposibilidad de lograruna victoria militar en Siria, a un acuerdo secreto con Occidentepara aliviar las sanciones o al miedo a provocar una reacciónnegativa de la población ante las legislativas rusas del próximootoño?

Aún no se conocen los resultados, pero los interrogantes sonsuficientemente explícitos como para imaginar el desconcierto quecreó la decisión de Putin en los medios políticos y en laopinión pública. Para que sea eficaz, una decisión políticadebe ser siempre comprendida por la opinión pública.

Carlos Siula / El Sol de México

Corresponsal

PARÍS, Francia. (OEM-Informex).- Un primer grupo de avionesrusos de combate comenzó a retirarse de Siria en cumplimiento dela orden de “repliegue parcial” impartida el lunes por elpresidente Vladimir Putin. Pero, al mismo tiempo, una escuadrillarusa bombardeó posiciones del movimiento yihadista EstadoIslámico (EI) en la ciudad histórica de Palmira.

La televisión de Moscú “tanto las cadenas privadas como lasemisoras del Estado” mostraron numerosas imágenes de los avionesrusos Su-24M cuando despegaban del aeropuerto militar de Khmeimim,cerca de Lataqia, que es la principal base de operaciones de lasfuerzas rusas en Siria.

Al anunciar el repliegue de sus fuerzas, después de seis mesesen Siria, Putin había advertido que las dos bases que Rusiamantiene en el puerto de Tartus, así como el aeropuerto deKhmeimim, seguirán operando como antes.

Los expertos políticos, mientras tanto, se devanan el cerebropara tratar de explicar las razones que impulsaron al Kremlin aretirarse de Siria.

El analista ruso Alexander Shumilin consideró que la decisiónde Putin fue “oportuna” y “acertada”, pues el Kremlinaprovechó la primera oportunidad para “retirarse dignamente”de la amenaza de “ser absorbido por las arenas movedizas deSiria, evitando un segundo Afganistán”, tanto en términosmilitares como económicos.

El mayor riesgo es que “fracasen las conversaciones de paz yse agrave el conflicto en Siria”, lo que podría suponer paraRusia pagar “un alto precio en vidas humanas y en recursoseconómicos”.

El costo de la guerra es un parámetro que, sin duda, no estuvoausente de los cálculos de Putin. La intervención en Siria lecuesta al Kremlin por lo menos 3 millones de dólares diarios enmomentos en que enfrenta el derrumbe de los precios de lospetróleo y el impacto de las sanciones económicas adoptadas porOccidente en represalia por la anexión de Crimea en marzo de 2014y la injerencia rusa en el conflicto de Ucrania en apoyo de losseparatistas pro-rusos en el este del país.

La revista especializada Jane’s Defense Weekly calculó que,en realidad, la actual campaña rusa en Siria le cuesta a Putin 4millones de dólares diarios, lo que significaría mil 500 millonespor año. Algunos expertos aseguran incluso que esa estimación esdemasiado optimista. Esa cifra, en todo caso, parece insignificanteen comparación con los 1.2 billones de dólares anuales que leexige a Estados Unidos mantener su presencia en Irak.

La única diferencia es que un país puede mantener ese ritmodurante años y el otro enfrenta claros límites al cabo de ciertotiempo, como demostró la experiencia de la exURSS en Afganistánen los años 80.

La sangría económica fue una de las razones que obligaron aMoscú a replegarse de Afganistán en 1989 y que, in fine,precipitaron la caída del Muro de Berlín y aceleraron el derrumbedel bloque comunista en 1991.

Todos las biógrafos de Putin coinciden en destacar que elactual líder ruso nunca olvidó esa dramática experiencia, quesuele calificar como la mayor “tragedia estratégica del sigloXX”.

Comparado al enorme despliegue realizado por el aparato estatalde propaganda, los logros de la intervención en Siria, expuestosel lunes por el Kremlin y el ministerio de Defensa, tienen unaspecto “muy pobre”, según el politólogo ruso AndreiPiontkovski. “Se esperaba una estrepitosa victoria final y, encambio, nos encontramos frente a un repliegue sin pena nigloria”, sostiene Piontkovski.

Si las tropas del Gobierno de Bashar al Assad consiguenrecuperar el control de la ciudad histórica de Palmira, que cayóen poder de los yihadistas en mayo de 2015, Rusia puede argumentarque salvó un tesoro histórico de la humanidad al impedir que elEstado Islámico continuara destruyendo uno de los tesorosarqueológicos más importantes de la humanidad. (Algunas fuentesantigubernamentales denuncian que, por el contrario, los bombardeosrusos están dañando aun más los vestigios de esa ciudadhistórica, ubicada a 210 kilómetros al este de Damasco, yponiendo en peligro la vida de miles de civiles).

El director del Centro de Tecnología Política ruso, AlexeiMakarkin, piensa que, con el anuncio de retirada parcial defuerzas, “Putin envió un mensaje claro a Assad para que sedecida a negociar”. De acuerdo con su análisis, “Rusia noquiere perder su posición en Siria y por eso apoya al actualrégimen. Eso no significa que se aferre precisamente a la figurade Assad y por el contrario permite pensar que está abierto atodas las hipótesis, a condición de que pueda preservar susintereses estratégicos”, conjeturó.

El lunes, el jefe del Kremlin le encargó a Lavrov queintensifique el papel de Moscú en las negociaciones con laoposición siria en el marco de las discusiones de Ginebra paraposibilitar un acuerdo político definitivo que conduzca a lapaz.

Salem al Muslet, portavoz de la oposición a Bachar el Assad,nucleada en el Consejo Nacional Sirio (CNS), calificó la actitudde Putin como ambivalente, pues apoya al régimen, pero al mismo locoloca ante la obligación de negociar seriamente. “Si es así,es un buen comienzo para empezar a buscar una soluciónpolítica”, concluyó.

Más audaz en su interpretación, Alexei Malashenko estápersuadido de que la decisión de replegar una parte delcontingente en Siria “forma parte de un acuerdo entre Rusia yOccidente” que podría implicar una moderación de las sancioneseconómicas. Malashenko, profesor en el Centro Carnegie de Moscú,cree “en todo caso” que “Rusia seguirá involucrada enSiria”. Ese punto de vista es compartido, aunque en términosmás marciales, por el senador ruso Viktor Ozerov: “noabandonaremos Siria a su suerte”, advirtió.

Putin conservó todas las cartas en su manga porque, hastaahora, Moscú no ha dado a conocer detalles sobre el númeroconcreto de fuerzas a retirar ni sobre un posible calendario,aspectos que inducen a pensar que no hay un compromiso claro derepliegue. También significa que, ante una involución de lasituación militar, podría revertirse en caso necesario. Por suparte, el viceministro de Defensa, Nikolay Pankov, aseguró que laaviación militar rusa continuará bombardeando objetivosyihadistas en el país. “Esa prematuro afirmar que el terrorismofue derrotado”, aclaró.

Las verdaderas razones del repliegue de Moscú son tan pocoevidentes que la emisora Eco de Moscú lanzó una encuesta entresus auditores que está basada en cuatro preguntas: ¿cree ustedque el repliegue anunciado por el presidente se debe a que se hancumplido los objetivos en la lucha contra el terrorismointernacional, a que se ha comprendido la imposibilidad de lograruna victoria militar en Siria, a un acuerdo secreto con Occidentepara aliviar las sanciones o al miedo a provocar una reacciónnegativa de la población ante las legislativas rusas del próximootoño?

Aún no se conocen los resultados, pero los interrogantes sonsuficientemente explícitos como para imaginar el desconcierto quecreó la decisión de Putin en los medios políticos y en laopinión pública. Para que sea eficaz, una decisión políticadebe ser siempre comprendida por la opinión pública.

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