/ domingo 22 de enero de 2017

Papa Francisco y Trump serán protagonistas de duelo ético

Más allá de las frases y los mensajes de oportunidadprotocolaria y en respeto a las reglas de la diplomaciainternacional, el papa Francisco y el nuevo presidente de EstadosUnidos, Donald Trump, serán protagonistas en los próximos mesesde un duelo ético, religioso y social. Esa es la previsiónprácticamente unánime que se vislumbra dentro y fuera delVaticano.

No es un misterio que entre el jefe de la Iglesia católica y elnuevo comandante en jefe estadunidense existen varios temas deprofundo contraste, comenzando por la inmigración, la amenaza dedeportaciones masivas y la edificación de un muro por una parte, yla defensa a ultranza de los derechos de quien llama a la puerta deun país en busca de una vida mejor, por la otra.

Y esta constatación no se modificó tampoco después del sobriomensaje enviado a Trump, tras su victoria electora, el pasado 8 denoviembre por parte del secretario de Estado del Vaticano y jefe dela diplomacia papal, cardenal Pietro Parolin, el cual se dirigió asu interlocutor con palabras conciliadoras, tomando nota“respetuosamente de la voluntad manifestada por el puebloestadunidense a través de este ejercicio de democracia”. Parolinfelicitó al nuevo presidente, auspiciando que “su Gobierno puedaser verdaderamente fructífero” y prometiendo rezos para que“el Señor lo ilumine y lo sostenga en el servicio de supatria”, precisando que “hoy es necesario trabajar todos paracambiar la situación mundial, que es una situación de graveconflicto”.

La mano tendida del “primer ministro” del Estado pontificiose registró después de las duras palabras de Francisco, el cual,en febrero de 2016, cuando regresaba a Roma tras su visita aMéxico, dijo que quien favorece la construcción de muros entrelos pueblos, en vez de puentes, “no es cristiano”. Trumpreaccionó airado, afirmando que era “vergonzoso” que alguien,en este caso el Papa, pusiera en tela de juicio la fe de otrapersona y acusándolo de intromisión en la campaña electoral.

Por su parte, el mismo Bergoglio envió hace dos días unmensaje de felicitación a Trump tras su investidura comopresidente 45 de la primera potencia mundial, pidiéndolesignificativamente que no se olvide de los pobres, de losmarginados y necesitados, los cuales, “como Lázaro, se paranante nuestra puerta”. Le pidió también que defienda la dignidadhumana y la libertad “en todo el mundo”, garantizándole almismo tiempo sus oraciones, para que “Dios todopoderoso leconceda sabiduría y fortaleza en el ejercicio de su alto cargo”.“Rezo para que sus decisiones –subrayó además Francisco-,sean guiadas por los ricos valores espirituales y éticos que hanforjado la historia del pueblo estadunidense”.

Y bien, no son pocos los que vaticinan que esta “paz armada”podrá terminar si Trump cumple sus amenazas contra la inmigracióny respecto al muro en la frontera con México, induciendo de esamanera a Francisco a enfrentarlo desde el punto de vistaestrictamente moral y social. También porque en caso contrarioBergoglio podría ser acusado de incoherencia con sus principios ysu interminable y continua cruzada en favor de los migrantes.

En todo este contexto, hay quien, paradójicamente, afirma queDonald Trump “debe mucho de su elección al mismo pontíficeargentino”, como subrayó Alberto Melloni, destacado historiador,del cristianismo, en particular del Concilio Vaticano II, ydirector de la Fundación para las ciencias religiosas JuanXXIII.

El nuevo presidente de Estados Unidos –recordó Melloni-,conto con el apoyo del 52 por ciento del electorado católico, ysobre todo, del 81 por ciento de los evangelistas y en esto “nopuede dejar de agradecer a Francisco” por haberlo acusado de noser cristiano a causa de su proyecto del muro en la frontera conMéxico.

Es decir –aclaró Melloni su concepto-, “la resistencia deFrancisco suscito un antagonismo en Trump, que desencadenó elpresbiteriano dominical que está dentro de él, que de esa manerase reforzó de frente al electorado evangélico como hombre capazde no dejarse intimidar por el Papa”.

Según el estudioso, “Francisco nunca ha reconocido comoliberatorio el rol de Estados Unidos en América Latina, alcontrario, lo ha considerado opresivo”.

En este contexto, tras afirmar que será interesante asistirpróximamente al “duelo” entre el nuevo Gobierno estadunidensey el Estado apostólico, Melloni acusó a Trump de poseer “lacultura del enfrentamiento, que no puede más que llevar a seriasconsecuencias...”.

Asimismo, según el historiador, “es difícil prever si elepiscopado estadunidense se comportará de manera compacta”,considerando sus divisiones entre las almas conservadoras que sereconocen en Trump y los impulsos progresistas. Se trata–precisó-de un catolicismo muy dividido y polarizado, hecho demilitancia y de intensas tensiones éticas, muy diferente aleuropeo.

No será fácil, pero con Donald Trump estará más marcado elprotagonismo que Francisco pide a sus hombres (en este caso alclero de Estados Unidos) para que se ocupen más de marginados ypobres, y menos de aborto (considerado un principio no negociable“ya conocido”) y de derechos de los homosexuales, porejemplo.

Melloni dijo también que “a la Iglesia puede convenir hacerun discurso anti-abortista cuando hay un Gobierno hostil sobreestos temas, por el contrario, si el poder público prevéenfrentamientos y limitaciones, no tomará posición”.

Más allá de las frases y los mensajes de oportunidadprotocolaria y en respeto a las reglas de la diplomaciainternacional, el papa Francisco y el nuevo presidente de EstadosUnidos, Donald Trump, serán protagonistas en los próximos mesesde un duelo ético, religioso y social. Esa es la previsiónprácticamente unánime que se vislumbra dentro y fuera delVaticano.

No es un misterio que entre el jefe de la Iglesia católica y elnuevo comandante en jefe estadunidense existen varios temas deprofundo contraste, comenzando por la inmigración, la amenaza dedeportaciones masivas y la edificación de un muro por una parte, yla defensa a ultranza de los derechos de quien llama a la puerta deun país en busca de una vida mejor, por la otra.

Y esta constatación no se modificó tampoco después del sobriomensaje enviado a Trump, tras su victoria electora, el pasado 8 denoviembre por parte del secretario de Estado del Vaticano y jefe dela diplomacia papal, cardenal Pietro Parolin, el cual se dirigió asu interlocutor con palabras conciliadoras, tomando nota“respetuosamente de la voluntad manifestada por el puebloestadunidense a través de este ejercicio de democracia”. Parolinfelicitó al nuevo presidente, auspiciando que “su Gobierno puedaser verdaderamente fructífero” y prometiendo rezos para que“el Señor lo ilumine y lo sostenga en el servicio de supatria”, precisando que “hoy es necesario trabajar todos paracambiar la situación mundial, que es una situación de graveconflicto”.

La mano tendida del “primer ministro” del Estado pontificiose registró después de las duras palabras de Francisco, el cual,en febrero de 2016, cuando regresaba a Roma tras su visita aMéxico, dijo que quien favorece la construcción de muros entrelos pueblos, en vez de puentes, “no es cristiano”. Trumpreaccionó airado, afirmando que era “vergonzoso” que alguien,en este caso el Papa, pusiera en tela de juicio la fe de otrapersona y acusándolo de intromisión en la campaña electoral.

Por su parte, el mismo Bergoglio envió hace dos días unmensaje de felicitación a Trump tras su investidura comopresidente 45 de la primera potencia mundial, pidiéndolesignificativamente que no se olvide de los pobres, de losmarginados y necesitados, los cuales, “como Lázaro, se paranante nuestra puerta”. Le pidió también que defienda la dignidadhumana y la libertad “en todo el mundo”, garantizándole almismo tiempo sus oraciones, para que “Dios todopoderoso leconceda sabiduría y fortaleza en el ejercicio de su alto cargo”.“Rezo para que sus decisiones –subrayó además Francisco-,sean guiadas por los ricos valores espirituales y éticos que hanforjado la historia del pueblo estadunidense”.

Y bien, no son pocos los que vaticinan que esta “paz armada”podrá terminar si Trump cumple sus amenazas contra la inmigracióny respecto al muro en la frontera con México, induciendo de esamanera a Francisco a enfrentarlo desde el punto de vistaestrictamente moral y social. También porque en caso contrarioBergoglio podría ser acusado de incoherencia con sus principios ysu interminable y continua cruzada en favor de los migrantes.

En todo este contexto, hay quien, paradójicamente, afirma queDonald Trump “debe mucho de su elección al mismo pontíficeargentino”, como subrayó Alberto Melloni, destacado historiador,del cristianismo, en particular del Concilio Vaticano II, ydirector de la Fundación para las ciencias religiosas JuanXXIII.

El nuevo presidente de Estados Unidos –recordó Melloni-,conto con el apoyo del 52 por ciento del electorado católico, ysobre todo, del 81 por ciento de los evangelistas y en esto “nopuede dejar de agradecer a Francisco” por haberlo acusado de noser cristiano a causa de su proyecto del muro en la frontera conMéxico.

Es decir –aclaró Melloni su concepto-, “la resistencia deFrancisco suscito un antagonismo en Trump, que desencadenó elpresbiteriano dominical que está dentro de él, que de esa manerase reforzó de frente al electorado evangélico como hombre capazde no dejarse intimidar por el Papa”.

Según el estudioso, “Francisco nunca ha reconocido comoliberatorio el rol de Estados Unidos en América Latina, alcontrario, lo ha considerado opresivo”.

En este contexto, tras afirmar que será interesante asistirpróximamente al “duelo” entre el nuevo Gobierno estadunidensey el Estado apostólico, Melloni acusó a Trump de poseer “lacultura del enfrentamiento, que no puede más que llevar a seriasconsecuencias...”.

Asimismo, según el historiador, “es difícil prever si elepiscopado estadunidense se comportará de manera compacta”,considerando sus divisiones entre las almas conservadoras que sereconocen en Trump y los impulsos progresistas. Se trata–precisó-de un catolicismo muy dividido y polarizado, hecho demilitancia y de intensas tensiones éticas, muy diferente aleuropeo.

No será fácil, pero con Donald Trump estará más marcado elprotagonismo que Francisco pide a sus hombres (en este caso alclero de Estados Unidos) para que se ocupen más de marginados ypobres, y menos de aborto (considerado un principio no negociable“ya conocido”) y de derechos de los homosexuales, porejemplo.

Melloni dijo también que “a la Iglesia puede convenir hacerun discurso anti-abortista cuando hay un Gobierno hostil sobreestos temas, por el contrario, si el poder público prevéenfrentamientos y limitaciones, no tomará posición”.

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