/ lunes 14 de noviembre de 2016

Bulgaria y Moldavia: dos victorias de Putin

  • En los dos países ganaron presidentes prorrusos

PARÍS, Francia. (OEM-Informex) – Sin moverse de su sillón enel Kremlin, el presidente ruso Vladimir Putin se aseguró ayer dospiezas importantes en el tablero estratégico de Europa: sindisparar un tiro, Bulgaria y Moldavia pasaron al campo prorruso,gracias a las victorias electorales obtenidas por candidatossostenidos por Moscú.

En un contexto extremadamente tenso por las consecuencias de laanexión de Crimea, una eventual modificación de los actualesequilibrios en Europa del este, podría tener graves consecuenciasa nivel global.

En la elección presidencial de Bulgaria, miembro de la UniónEuropea (UE) y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte(OTAN), el ex general socialista Roumen Radev, de 53 años, reunió58 por ciento de los votos, utilizando como principal argumento decampaña un “acercamiento con Rusia”.

Su adversaria, la candidata conservadora Tsetska Tsacheva,apenas totalizó algo más de 35 por ciento, según los primerossondeos.

Su aplastante derrota precipitó la renuncia del primer ministroBoyko Borisov, lo que probablemente conducirá a nuevas eleccioneslegislativas, que pueden dejar a Radev con el monopolio delpoder.

Ese resultado, en realidad, marca un espectacular regreso deRusia a Bulgaria, país que fue uno de los aliados más fieles delKremlin durante la época del imperio soviético.

No se trata de un secreto: aunque el futuro presidente sepresentó como independiente, su candidatura fue apoyada por elPartido Socialista, que es -–simplemente– el nombre adoptadopor el ex Partido Comunista, después de la caída de la ex URSS.Radev, que hasta hace pocos meses era el jefe de la fuerza aérea,hizo sus primeras armas como militar en la época de la UniónSoviética. Es por esa razón que sus adversarios lo han bautizadoel “general rojo”.

Esas sospechas sobre sus simpatías por Moscú se acentuaroncuando el ex embajador búlgaro en Moscú, Ilian Vassilev,denunció que el Partido Socialista había coordinado lacandidatura de Radev en estrecho contacto con el Kremlin.

Sus posiciones en la campaña, en todo caso, no dejan ningunaduda sobre su orientación en materia internacional: se pronuncióen “forma categórica" por el "inmediato" levantamiento de lassanciones impuestas por la UE contra Rusia por la anexión deCrimea. Por otra parte, respalda en forma incondicional laposición de Moscú sobre el conflicto en Ucrania: "La realidadmuestra que sobre la península (de Crimea) ondea la bandera rusa ydebemos aceptar esta realidad", declaró.

Radev argumenta que las sanciones afectan la economía búlgara,muy dependiente de Rusia, especialmente en el sectorenergético.

Su llegada al poder amenaza con debilitar en forma considerable,las posiciones occidentales en el tablero estratégico europeo.Aunque no ha cesado de proclamar su “lealtad” a la UE y laOTAN, considera que “la pertenencia a esas organizaciones no debeponer a Rusia como un enemigo”.

Otro punto de fricción puede surgir si concreta su alineamientocon los países como Hungría, Polonia y República Checa, que seniegan a recibir migrantes en su territorio.

El mismo escenario se produjo en la elección presidencial enMoldavia —uno de los países más pobres de Europa—, donde elcandidato pro-ruso Igor Dodon derrotó por 55.5 por ciento a 44.5por ciento a su rival pro-europea Maia Sandu.

Ex ministro de Economía que comenzó su carrera apoyando elacercamiento de Moldavia con la UE, Dodon, de 41 años, prometióconvocar rápidamente a un referéndum sobre la “orientacióngeopolítica” del país, que podría poner en peligro el acuerdode asociación firmado en 2013 con Bruselas.

Después de ese tratado, el Kremlin congeló la mayoría de lasimportaciones procedentes de Moldavia y —en sentido inverso—mejoró sus relaciones con la República de Transnistria, amputadaal territorio moldavo desde 1991.

Famoso por la firmeza de sus convicciones, este excelentejugador de ajedrez considera a Putin como su modelo. Durante lacampaña prometió “restaurar el orden” en su país y defenderlos “valores tradicionales”.

Aunque se trata de un peón poco significativo sobre el tableroeuropeo, Moscú no desdeñará aumentar su influencia en Moldavia,aunque solo sea para perturbar a la UE, que había convertido a esepaís en modelo de un nuevo tipo de relación regional. Esaexperiencia le costó algo más de 800 millones de euros ensubvenciones, una suma que ahora parece demasiado elevada enrelación al resultado. A pesar de esa inversión, la opiniónpública, —que hasta hace poco tiempo apoyaba en forma abrumadoralas relaciones con Europa— se sintió decepcionada con la UE ycon una clase política totalmente desprestigiada y cómplice deuna oligarquía que no vacila en saquear los cofres de los bancos:en 2015, desaparecieron sin explicación unos mil millones dedólares, cifra que representa 15 por ciento del PIB. Ese “robodel siglo” causó estragos en la opinión pública de ese país,donde 40 por ciento de la población vive con menos de 5 dólarespor día.

Los resultados en Bulgaria y Moldavia, en todo caso, constituyenun serio revés para los aliados occidentales y en particular parala UE, que demorará mucho tiempo en volver recuperar la confianzadel país en los ideales europeos.

Frente a ese panorama, no resulta difícil imaginar a Putin,sentado en su sillón en el Kremlin, frotándose las manos desatisfacción.

  • En los dos países ganaron presidentes prorrusos

PARÍS, Francia. (OEM-Informex) – Sin moverse de su sillón enel Kremlin, el presidente ruso Vladimir Putin se aseguró ayer dospiezas importantes en el tablero estratégico de Europa: sindisparar un tiro, Bulgaria y Moldavia pasaron al campo prorruso,gracias a las victorias electorales obtenidas por candidatossostenidos por Moscú.

En un contexto extremadamente tenso por las consecuencias de laanexión de Crimea, una eventual modificación de los actualesequilibrios en Europa del este, podría tener graves consecuenciasa nivel global.

En la elección presidencial de Bulgaria, miembro de la UniónEuropea (UE) y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte(OTAN), el ex general socialista Roumen Radev, de 53 años, reunió58 por ciento de los votos, utilizando como principal argumento decampaña un “acercamiento con Rusia”.

Su adversaria, la candidata conservadora Tsetska Tsacheva,apenas totalizó algo más de 35 por ciento, según los primerossondeos.

Su aplastante derrota precipitó la renuncia del primer ministroBoyko Borisov, lo que probablemente conducirá a nuevas eleccioneslegislativas, que pueden dejar a Radev con el monopolio delpoder.

Ese resultado, en realidad, marca un espectacular regreso deRusia a Bulgaria, país que fue uno de los aliados más fieles delKremlin durante la época del imperio soviético.

No se trata de un secreto: aunque el futuro presidente sepresentó como independiente, su candidatura fue apoyada por elPartido Socialista, que es -–simplemente– el nombre adoptadopor el ex Partido Comunista, después de la caída de la ex URSS.Radev, que hasta hace pocos meses era el jefe de la fuerza aérea,hizo sus primeras armas como militar en la época de la UniónSoviética. Es por esa razón que sus adversarios lo han bautizadoel “general rojo”.

Esas sospechas sobre sus simpatías por Moscú se acentuaroncuando el ex embajador búlgaro en Moscú, Ilian Vassilev,denunció que el Partido Socialista había coordinado lacandidatura de Radev en estrecho contacto con el Kremlin.

Sus posiciones en la campaña, en todo caso, no dejan ningunaduda sobre su orientación en materia internacional: se pronuncióen “forma categórica" por el "inmediato" levantamiento de lassanciones impuestas por la UE contra Rusia por la anexión deCrimea. Por otra parte, respalda en forma incondicional laposición de Moscú sobre el conflicto en Ucrania: "La realidadmuestra que sobre la península (de Crimea) ondea la bandera rusa ydebemos aceptar esta realidad", declaró.

Radev argumenta que las sanciones afectan la economía búlgara,muy dependiente de Rusia, especialmente en el sectorenergético.

Su llegada al poder amenaza con debilitar en forma considerable,las posiciones occidentales en el tablero estratégico europeo.Aunque no ha cesado de proclamar su “lealtad” a la UE y laOTAN, considera que “la pertenencia a esas organizaciones no debeponer a Rusia como un enemigo”.

Otro punto de fricción puede surgir si concreta su alineamientocon los países como Hungría, Polonia y República Checa, que seniegan a recibir migrantes en su territorio.

El mismo escenario se produjo en la elección presidencial enMoldavia —uno de los países más pobres de Europa—, donde elcandidato pro-ruso Igor Dodon derrotó por 55.5 por ciento a 44.5por ciento a su rival pro-europea Maia Sandu.

Ex ministro de Economía que comenzó su carrera apoyando elacercamiento de Moldavia con la UE, Dodon, de 41 años, prometióconvocar rápidamente a un referéndum sobre la “orientacióngeopolítica” del país, que podría poner en peligro el acuerdode asociación firmado en 2013 con Bruselas.

Después de ese tratado, el Kremlin congeló la mayoría de lasimportaciones procedentes de Moldavia y —en sentido inverso—mejoró sus relaciones con la República de Transnistria, amputadaal territorio moldavo desde 1991.

Famoso por la firmeza de sus convicciones, este excelentejugador de ajedrez considera a Putin como su modelo. Durante lacampaña prometió “restaurar el orden” en su país y defenderlos “valores tradicionales”.

Aunque se trata de un peón poco significativo sobre el tableroeuropeo, Moscú no desdeñará aumentar su influencia en Moldavia,aunque solo sea para perturbar a la UE, que había convertido a esepaís en modelo de un nuevo tipo de relación regional. Esaexperiencia le costó algo más de 800 millones de euros ensubvenciones, una suma que ahora parece demasiado elevada enrelación al resultado. A pesar de esa inversión, la opiniónpública, —que hasta hace poco tiempo apoyaba en forma abrumadoralas relaciones con Europa— se sintió decepcionada con la UE ycon una clase política totalmente desprestigiada y cómplice deuna oligarquía que no vacila en saquear los cofres de los bancos:en 2015, desaparecieron sin explicación unos mil millones dedólares, cifra que representa 15 por ciento del PIB. Ese “robodel siglo” causó estragos en la opinión pública de ese país,donde 40 por ciento de la población vive con menos de 5 dólarespor día.

Los resultados en Bulgaria y Moldavia, en todo caso, constituyenun serio revés para los aliados occidentales y en particular parala UE, que demorará mucho tiempo en volver recuperar la confianzadel país en los ideales europeos.

Frente a ese panorama, no resulta difícil imaginar a Putin,sentado en su sillón en el Kremlin, frotándose las manos desatisfacción.

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