/ lunes 24 de febrero de 2020

En Siria no hay lugar para escapar, prevén catástrofe humanitaria

Tres millones de civiles peligran antela guerra entre Damasco y Ankara, en donde hasta las “zonas seguras” también son atacadas

DAMASCO. Los tres millones de personas que viven en Idlib, el último bastión bajo control rebelde en el noreste de Siria, se están quedando sin opciones de huida ante la ofensiva lanzada por las fuerzas de Bashar al Assad con el apoyo de Rusia, lo cual amenaza con provocar una catástrofe humanitaria de dimensiones no vistas desde hace décadas.

Desde el pasado 1 de diciembre, más de 900.000 civiles se han visto desplazados ante el avance de las fuerzas sirias en su ofensiva para recuperar el último reducto controlado por los rebeldes que se alzaron en armas contra Al Assad en 2011, dominado en la actualidad por la alianza yihadista HayatTahrir al Sham (HTS). La situación se ha deteriorado especialmente en las dos últimas semanas, con 300.000 nuevos desplazados.

"Localidades enteras han quedado vacías a medida que un número creciente de civiles huye hacia el norte a zonas consideradas como más seguras que rápidamente se están reduciendo ante la continuación de los avances territoriales" de las fuerzas gubernamentales, explica a Europa Press David Swanson, portavoz regional de la ONU para la crisis en Siria.

Quienes huyen, muchos de los cuales se han visto desplazados en varias ocasiones recientemente, "no tienen otras opciones", incide Swanson, que reconoce que es particularmente "alarmante" el hecho de que "la línea de combate se está acercando peligrosamente a las zonas en las que gente ha huido en busca de seguridad, incluidos campos para desplazados y refugios".

El Gobierno sirio se ha hecho con el control de la carretera que une Alepo, segunda ciudad del país, con Damasco, y continúa ahora su avance hacia el oeste. La mayoría de las comunidades a lo largo de esta carretera, conocida como M5, al sur de la ciudad de Alepo hasta Jan Sheijun "han quedado vacías", indica el portavoz de la ONU, que precisa que solo en la última semana más de 40.000 personas han huido del oeste de Alepo.

LA SITUACIÓN ES DESESPERADA

La preocupación por la falta de escapatoria la comparte también Médicos Sin Fronteras (MSF). "La población se enfrenta a una situación desesperada", resalta el coordinador general de la ONG para Siria, Julien Delozanne, subrayando que ahora "se están produciendo ataques en áreas que se consideraban seguras".

"Quienes huyen hacia el norte están siendo presionados en un territorio cada vez más pequeño cercado entre la línea del frente, por el este, y la frontera turca cerrada hacia el oeste", ilustra en un comunicado, advirtiendo de que las ya de por sí duras condiciones en los campos de desplazados podrían empeorar "si la operación militar continúa" y aumenta la llegada de personas.

"Cada vez que se intensifican los bombardeos, llegan nuevos desplazados", indica por su parte un médico de MSF en el campo de Deir Hassan. "La mayoría no encuentran refugio en las ciudades a las que huyen, por lo que se ven obligadas a montar sus tiendas donde pueden", añade.

La presencia de tiendas de campaña, carpas y lonas aumenta "cuanto más te acercas a la frontera turca", resalta, subrayando que "los que no pueden pagar una tienda de campaña comparten la carpa con otras familias". "También ves a personas en los bordes de las carreteras y debajo de olivos con mantas. Algunos huyeron con nada más que la ropa que llevaban puesta", ilustra.

"Las únicas personas que se han quedado son las que no pueden pagar un vehículo o no saben a dónde acudir", comenta por su parte MustafaAjaj, director del centro de salud apoyado por MSF en Takad. "Estamos trasladando nuestros suministros sanitarios a otro lugar y estoy buscando un lugar seguro para reanudar nuestras actividades en un área donde las necesidades médicas son cada vez más urgentes", alerta.

Según MSF, el hospital de la ciudad de Al Atareb, al que la ONG había enviado kits de emergencia, cerró este domingo tras los ataques contra la ciudad, mientras que el de Darat-Izaa también cerró el lunes por temor a ser bombardeado. Como resultado de ellos, denuncia la organización médica, actualmente no queda ningún hospital en funcionamiento en la zona rural del oeste de Alepo.

TURQUÍA MANTIENE CERRADA SU FRONTERA

Turquía, que acoge a más de 3,5 millones de refugiados sirios en su territorio, mantiene cerrada su frontera si bien, como señala Swanson, sí que autoriza la entrada a "casos médicos, personas con una vulnerabilidad aguda y familiares de sirios bajo protección temporal" en el país.

Por el momento, Ankara no ha dado a entender que esté dispuesta a abrir la frontera, como ya le han pedido algunas ONG ante el cariz que está adquiriendo la situación en Idlib, donde además la crudeza del invierno y la nieve están haciendo mella en los desplazados.

En este sentido, Swanson ha indicado que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) mantiene discusiones de forma regular con Turquía para "ampliar las categorías" de personas a las que se permite cruzar la frontera, en particular las que se encuentran en peligro, "a medida que la crisis evoluciona".

Por su parte, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, propuso el martes la apertura de corredores humanitarios para permitir la salida de civiles. Sin embargo, como reconoce Swanson, "muchas personas se muestran recelosas a trasladarse a zonas bajo control gubernamental".

GARANTIZAR LA PROTECCIÓN DE LOS CIVILES

Así las cosas, según Swanson, "la ONU insta a todas las partes, y aquellos con influencia sobre ellas, a garantizar la protección de civiles e infraestructuras civiles, en línea con sus obligaciones bajo el Derecho Internacional Humanitario", advirtiendo de que la situación en Idlib ya era complicada antes de la nueva ofensiva, puesto que había 400.000 desplazados de la operación anterior entre abril y agosto.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha llamado a un "alto el fuego inmediato", insistiendo en que "no hay una solución militar". Si el alto el fuego no llega, "está será una crisis humanitaria catastrófica que el mundo no ha visto en décadas", advierte Swanson.

"El sufrimiento de estas personas sería inmenso", previene el portavoz de la ONU, reconociendo que esta "podría resultar ser la mayor ola de desplazamiento en los nueve años de conflicto sirio cuando termine".

DAMASCO. Los tres millones de personas que viven en Idlib, el último bastión bajo control rebelde en el noreste de Siria, se están quedando sin opciones de huida ante la ofensiva lanzada por las fuerzas de Bashar al Assad con el apoyo de Rusia, lo cual amenaza con provocar una catástrofe humanitaria de dimensiones no vistas desde hace décadas.

Desde el pasado 1 de diciembre, más de 900.000 civiles se han visto desplazados ante el avance de las fuerzas sirias en su ofensiva para recuperar el último reducto controlado por los rebeldes que se alzaron en armas contra Al Assad en 2011, dominado en la actualidad por la alianza yihadista HayatTahrir al Sham (HTS). La situación se ha deteriorado especialmente en las dos últimas semanas, con 300.000 nuevos desplazados.

"Localidades enteras han quedado vacías a medida que un número creciente de civiles huye hacia el norte a zonas consideradas como más seguras que rápidamente se están reduciendo ante la continuación de los avances territoriales" de las fuerzas gubernamentales, explica a Europa Press David Swanson, portavoz regional de la ONU para la crisis en Siria.

Quienes huyen, muchos de los cuales se han visto desplazados en varias ocasiones recientemente, "no tienen otras opciones", incide Swanson, que reconoce que es particularmente "alarmante" el hecho de que "la línea de combate se está acercando peligrosamente a las zonas en las que gente ha huido en busca de seguridad, incluidos campos para desplazados y refugios".

El Gobierno sirio se ha hecho con el control de la carretera que une Alepo, segunda ciudad del país, con Damasco, y continúa ahora su avance hacia el oeste. La mayoría de las comunidades a lo largo de esta carretera, conocida como M5, al sur de la ciudad de Alepo hasta Jan Sheijun "han quedado vacías", indica el portavoz de la ONU, que precisa que solo en la última semana más de 40.000 personas han huido del oeste de Alepo.

LA SITUACIÓN ES DESESPERADA

La preocupación por la falta de escapatoria la comparte también Médicos Sin Fronteras (MSF). "La población se enfrenta a una situación desesperada", resalta el coordinador general de la ONG para Siria, Julien Delozanne, subrayando que ahora "se están produciendo ataques en áreas que se consideraban seguras".

"Quienes huyen hacia el norte están siendo presionados en un territorio cada vez más pequeño cercado entre la línea del frente, por el este, y la frontera turca cerrada hacia el oeste", ilustra en un comunicado, advirtiendo de que las ya de por sí duras condiciones en los campos de desplazados podrían empeorar "si la operación militar continúa" y aumenta la llegada de personas.

"Cada vez que se intensifican los bombardeos, llegan nuevos desplazados", indica por su parte un médico de MSF en el campo de Deir Hassan. "La mayoría no encuentran refugio en las ciudades a las que huyen, por lo que se ven obligadas a montar sus tiendas donde pueden", añade.

La presencia de tiendas de campaña, carpas y lonas aumenta "cuanto más te acercas a la frontera turca", resalta, subrayando que "los que no pueden pagar una tienda de campaña comparten la carpa con otras familias". "También ves a personas en los bordes de las carreteras y debajo de olivos con mantas. Algunos huyeron con nada más que la ropa que llevaban puesta", ilustra.

"Las únicas personas que se han quedado son las que no pueden pagar un vehículo o no saben a dónde acudir", comenta por su parte MustafaAjaj, director del centro de salud apoyado por MSF en Takad. "Estamos trasladando nuestros suministros sanitarios a otro lugar y estoy buscando un lugar seguro para reanudar nuestras actividades en un área donde las necesidades médicas son cada vez más urgentes", alerta.

Según MSF, el hospital de la ciudad de Al Atareb, al que la ONG había enviado kits de emergencia, cerró este domingo tras los ataques contra la ciudad, mientras que el de Darat-Izaa también cerró el lunes por temor a ser bombardeado. Como resultado de ellos, denuncia la organización médica, actualmente no queda ningún hospital en funcionamiento en la zona rural del oeste de Alepo.

TURQUÍA MANTIENE CERRADA SU FRONTERA

Turquía, que acoge a más de 3,5 millones de refugiados sirios en su territorio, mantiene cerrada su frontera si bien, como señala Swanson, sí que autoriza la entrada a "casos médicos, personas con una vulnerabilidad aguda y familiares de sirios bajo protección temporal" en el país.

Por el momento, Ankara no ha dado a entender que esté dispuesta a abrir la frontera, como ya le han pedido algunas ONG ante el cariz que está adquiriendo la situación en Idlib, donde además la crudeza del invierno y la nieve están haciendo mella en los desplazados.

En este sentido, Swanson ha indicado que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) mantiene discusiones de forma regular con Turquía para "ampliar las categorías" de personas a las que se permite cruzar la frontera, en particular las que se encuentran en peligro, "a medida que la crisis evoluciona".

Por su parte, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, propuso el martes la apertura de corredores humanitarios para permitir la salida de civiles. Sin embargo, como reconoce Swanson, "muchas personas se muestran recelosas a trasladarse a zonas bajo control gubernamental".

GARANTIZAR LA PROTECCIÓN DE LOS CIVILES

Así las cosas, según Swanson, "la ONU insta a todas las partes, y aquellos con influencia sobre ellas, a garantizar la protección de civiles e infraestructuras civiles, en línea con sus obligaciones bajo el Derecho Internacional Humanitario", advirtiendo de que la situación en Idlib ya era complicada antes de la nueva ofensiva, puesto que había 400.000 desplazados de la operación anterior entre abril y agosto.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha llamado a un "alto el fuego inmediato", insistiendo en que "no hay una solución militar". Si el alto el fuego no llega, "está será una crisis humanitaria catastrófica que el mundo no ha visto en décadas", advierte Swanson.

"El sufrimiento de estas personas sería inmenso", previene el portavoz de la ONU, reconociendo que esta "podría resultar ser la mayor ola de desplazamiento en los nueve años de conflicto sirio cuando termine".

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