/ sábado 24 de junio de 2017

Extrema derecha europea entra en fase de repliegue

PARIS, Francia – El fantasma de la extrema derecha europea,que hace un año amenazaba con sumergir todo el continente con laviolencia de un tsunami, se encuentra ahora en pleno repliegue ysin la confianza de los electores que empiezan a comprender elverdadero alcance del espejismo populista.

El jueves último, los brexiters adoptaron una actitudextremadamente discreta cuando se cumplió el primer aniversariodel referéndum del 23 de junio de 2016, cuando 52% de losbritánicos se pronunciaron a favor de la ruptura con la UniónEuropea (UE). Ningún dirigente importante del partido xenófobo yeurófobo UKIP aceptó presentarse ante la televisión paraexplicar el estrepitoso fracaso de esa rebelión contra Bruselasque debía provocar la implosión de la UE y promover una ola denacionalismo en todo el continente.

Doce meses más tarde, el UKIP sufrió una descomunal derrota enlas recientes elecciones legislativas de Gran Bretaña, en las queperdió hasta el único diputado que tenía en la Cámara de losComunes. La primera ministra conservadora Theresa May, que habíacapitalizado la victoria del Brexit en ese referéndum paratreparse al poder, también fue humillada en las urnas y perdiólegitimidad para negociar en posición de fuerza un retiro de la UEfavorable al Reino Unido.

Peor aun: como demostró una reciente encuesta del institutoYouGouv, la opinión pública empieza a reconocer que losprincipales promotores del Brexit —los dirigentes del UKIP y losministros Boris Johnson y Michael Gove— mintieron sin piedadsobre la naturaleza de las relaciones entre el Reino Unido y la UE.Como el engaño tiene un precio, ahora también descubren que elcosto del divorcio con Bruselas será mucho más elevado de loanunciado inicialmente.

El primer indicio sobre el cambio de tendencia fue aportado porAustria en diciembre de 2016 con la derrota del candidato deextrema derecha en las elecciones presidenciales. Esa dinámica seconfirmó en marzo de este año cuando el inquietante líderracista Geert Wilders fracasó en su intento de izarse al poder enHolanda. Finlandia, a su vez, emitió otra señal sobre uno de losprincipales riesgos que aguarda a la extrema derecha europea.Empujado al precipicio por su ala más radicalizada, el partidopopulista de los Verdaderos Finlandeses abandonó la coalición degobierno y terminó escindido en dos grupúsculosirreconciliables.

El golpe de gracia sobrevino con la derrota del Frente Nacional(FN) en las recientes elecciones presidenciales y legislativas deFrancia. El FN, que estaba considerado como el partido de extremaderecha con mayores posibilidades de llegar al poder en Europa, sedesmoronó por el reflejo de supervivencia de una parte delelectorado francés, que votó en forma masiva por Emmanuel Macron,y sobre todo por la incompetencia de su líder. En el debatetelevisado con Macron, Marine Le Pen demostró que —como buenaparte de los dirigentes populistas— es temible desde una tribunapara atacar al gobierno, al sistema y a las élites, y destilarfake news o alternative facts, pero carece de programa y no tieneel mínimo nivel de preparación necesario para ejercer unaresponsabilidad gubernamental.

Como si fuera un eco de lo que ocurría en Francia, al mismotiempo el movimiento populista Cinco Estrellas de Beppe Grillosufrió una estrepitosa derrota en las elecciones municipales deItalia.

Esa dinámica también llegó a Alemania, donde la extremaderecha se encuentra en pleno proceso de repliegue cuando faltantres meses para las elecciones legislativas del 24 de septiembre.Arrollado por la popularidad de la canciller Angela Merkel, queaspira a ser reelegida para cumplir un cuarto mandato en el poder,el partido xenófobo y antieuropeo AfD (Alternativa para Alemania)perdió a su líder carismática Frauke Petry, reemplazada por eldúo Alexander Gauland y Alice Weidel, que serán los candidatos enseptiembre. Esa lucha interna y la intensa campaña de Merkelprovocaron el derrumbe del AfD en las intenciones de voto: en pocosmeses, su caudal cayó de 15% a menos de 10%, nivel que lepermitiría ingresar al Bundestag, pero no le garantiza convertirseen el tercer partido del país. Ese puesto lo ambiciosa laizquierda radical de Die Linke.

El electorado alemán, poco entusiasta con la idea de lanzarse auna aventura de extrema derecha de imprevisibles consecuencias,también pulverizó las expectativas del partido Pegida (EuropeosPatriotas contra la Islamización de Occidente). Ese movimientoanti-musulmán, lanzado en octubre de 2014 por Lutz Bachmann,tenía 14,2% en septiembre de 2016 y ahora cayó a menos de 7%.Muchos analistas políticos creen que en las próximas eleccionesno reunirá el 5% necesario para ingresar al Bundestag.

La última prueba de fuego serán las elecciones legislativasanticipadas de Austria, convocadas para el 15 de octubre. Por elmomento, el Partido de la Libertad (FPÖ) de extrema derecha lideralas encuestas con cerca de 30% de los votos, por delante de los dospartidos gobernantes. Pero en Austria podría producirse un remakedel caso francés, pues la gran esperanza para contener al líderneonazi Heinz-Christian Strache es el nuevo dirigente del PartidoPopular (ÖVP): Sebastian Kurz, de 30 años, considerado como elhombre más popular y más buen mozo del país, que suele serdefinido como “el Macron austriaco”. Esas característicaspueden abrirle las puertas de la gloria y, al mismo tiempo, darle aEuropa un suspiro de alivio.

PARIS, Francia – El fantasma de la extrema derecha europea,que hace un año amenazaba con sumergir todo el continente con laviolencia de un tsunami, se encuentra ahora en pleno repliegue ysin la confianza de los electores que empiezan a comprender elverdadero alcance del espejismo populista.

El jueves último, los brexiters adoptaron una actitudextremadamente discreta cuando se cumplió el primer aniversariodel referéndum del 23 de junio de 2016, cuando 52% de losbritánicos se pronunciaron a favor de la ruptura con la UniónEuropea (UE). Ningún dirigente importante del partido xenófobo yeurófobo UKIP aceptó presentarse ante la televisión paraexplicar el estrepitoso fracaso de esa rebelión contra Bruselasque debía provocar la implosión de la UE y promover una ola denacionalismo en todo el continente.

Doce meses más tarde, el UKIP sufrió una descomunal derrota enlas recientes elecciones legislativas de Gran Bretaña, en las queperdió hasta el único diputado que tenía en la Cámara de losComunes. La primera ministra conservadora Theresa May, que habíacapitalizado la victoria del Brexit en ese referéndum paratreparse al poder, también fue humillada en las urnas y perdiólegitimidad para negociar en posición de fuerza un retiro de la UEfavorable al Reino Unido.

Peor aun: como demostró una reciente encuesta del institutoYouGouv, la opinión pública empieza a reconocer que losprincipales promotores del Brexit —los dirigentes del UKIP y losministros Boris Johnson y Michael Gove— mintieron sin piedadsobre la naturaleza de las relaciones entre el Reino Unido y la UE.Como el engaño tiene un precio, ahora también descubren que elcosto del divorcio con Bruselas será mucho más elevado de loanunciado inicialmente.

El primer indicio sobre el cambio de tendencia fue aportado porAustria en diciembre de 2016 con la derrota del candidato deextrema derecha en las elecciones presidenciales. Esa dinámica seconfirmó en marzo de este año cuando el inquietante líderracista Geert Wilders fracasó en su intento de izarse al poder enHolanda. Finlandia, a su vez, emitió otra señal sobre uno de losprincipales riesgos que aguarda a la extrema derecha europea.Empujado al precipicio por su ala más radicalizada, el partidopopulista de los Verdaderos Finlandeses abandonó la coalición degobierno y terminó escindido en dos grupúsculosirreconciliables.

El golpe de gracia sobrevino con la derrota del Frente Nacional(FN) en las recientes elecciones presidenciales y legislativas deFrancia. El FN, que estaba considerado como el partido de extremaderecha con mayores posibilidades de llegar al poder en Europa, sedesmoronó por el reflejo de supervivencia de una parte delelectorado francés, que votó en forma masiva por Emmanuel Macron,y sobre todo por la incompetencia de su líder. En el debatetelevisado con Macron, Marine Le Pen demostró que —como buenaparte de los dirigentes populistas— es temible desde una tribunapara atacar al gobierno, al sistema y a las élites, y destilarfake news o alternative facts, pero carece de programa y no tieneel mínimo nivel de preparación necesario para ejercer unaresponsabilidad gubernamental.

Como si fuera un eco de lo que ocurría en Francia, al mismotiempo el movimiento populista Cinco Estrellas de Beppe Grillosufrió una estrepitosa derrota en las elecciones municipales deItalia.

Esa dinámica también llegó a Alemania, donde la extremaderecha se encuentra en pleno proceso de repliegue cuando faltantres meses para las elecciones legislativas del 24 de septiembre.Arrollado por la popularidad de la canciller Angela Merkel, queaspira a ser reelegida para cumplir un cuarto mandato en el poder,el partido xenófobo y antieuropeo AfD (Alternativa para Alemania)perdió a su líder carismática Frauke Petry, reemplazada por eldúo Alexander Gauland y Alice Weidel, que serán los candidatos enseptiembre. Esa lucha interna y la intensa campaña de Merkelprovocaron el derrumbe del AfD en las intenciones de voto: en pocosmeses, su caudal cayó de 15% a menos de 10%, nivel que lepermitiría ingresar al Bundestag, pero no le garantiza convertirseen el tercer partido del país. Ese puesto lo ambiciosa laizquierda radical de Die Linke.

El electorado alemán, poco entusiasta con la idea de lanzarse auna aventura de extrema derecha de imprevisibles consecuencias,también pulverizó las expectativas del partido Pegida (EuropeosPatriotas contra la Islamización de Occidente). Ese movimientoanti-musulmán, lanzado en octubre de 2014 por Lutz Bachmann,tenía 14,2% en septiembre de 2016 y ahora cayó a menos de 7%.Muchos analistas políticos creen que en las próximas eleccionesno reunirá el 5% necesario para ingresar al Bundestag.

La última prueba de fuego serán las elecciones legislativasanticipadas de Austria, convocadas para el 15 de octubre. Por elmomento, el Partido de la Libertad (FPÖ) de extrema derecha lideralas encuestas con cerca de 30% de los votos, por delante de los dospartidos gobernantes. Pero en Austria podría producirse un remakedel caso francés, pues la gran esperanza para contener al líderneonazi Heinz-Christian Strache es el nuevo dirigente del PartidoPopular (ÖVP): Sebastian Kurz, de 30 años, considerado como elhombre más popular y más buen mozo del país, que suele serdefinido como “el Macron austriaco”. Esas característicaspueden abrirle las puertas de la gloria y, al mismo tiempo, darle aEuropa un suspiro de alivio.

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