SAO PAULO. EL Tribunal supremo de Brasil suspendió una orden de traslado del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva de su celda en la Policía Federal en Curitiba (sur) a una cárcel común de Sao Paulo, en una jornada que reavivó los pedidos de revisión de su caso.
Por 10 votos contra uno, el Supremo Tribunal Federal (STF) decidió mantener al líder histórico de la izquierda en la sala de la sede policial de Curitiba hasta analizar si el exjuez y actual ministro de Justicia, Sergio Moro, fue parcial al condenarlo por corrupción.
Una magistrada regional había ordenado previamente el traslado, atendiendo un pedido de la policía que alega diversos trastornos ocasionados por la custodia de Lula debido a la aglomeración de sus partidarios y adversarios en los alrededores de su lugar de reclusión y a las numerosas visitas de personalidades brasileñas y extranjeras que recibe.
El exmandatario, de 73 años, debía ser transferido de Curitiba -donde purga una pena de casi 9 años de cárcel- a la Penitenciaria II de Tremembé, a unos 150 km de la capital de Sao Paulo (sudeste).
La jueza explicó que la decisión buscaba "reducir los costos humanos y financieros inherentes a la custodia" y "proporcionarle [a Lula] mejores condiciones de resocialización", en un establecimiento "cerca de su medio social y familiar".
Los abogados de Lula enviaron un pedido urgente para que el Tribunal suspendiera la operación, alegando que si las autoridades no pueden custodiarlo donde se encuentra, deberían concederle libertad plena y no colocarlo en una situación de mayor vulnerabilidad jurídica y personal.
Lula recibió la noticia del fallo del STF "con serenidad", dijo uno de sus abogados, Manoel Caetano Ferreira, tras reunirse con el exmandatario.
"Evidentemente que estaba indignado. Todos sabemos que su prisión es injusta, él se considera y es considerado como un preso político", pero "ya dijo más de una vez que confía en el Supremo", agregó.
El profesor de Derecho Michael Mohallem, de la Fundación Getulio Vargas (FVG), considera "razonable" el pedido de la defensa de mantener a Lula en una "sala" especial y no una "celda", en función de su calidad de expresidente al que aún le caben recursos judiciales.
Lula cumple una condena de 8 años y 10 meses de prisión, por acusación de sobornos de Petrobras.