/ martes 20 de agosto de 2019

Las montañas de basura importadas, "tesoro" de un pueblo en Indonesia

Bangun es uno de los numerosos pueblos pobres de la isla de Java -la más poblada de Indonesia- que se especializaron en el procesamiento de residuos, la mayoría importados de países occidentales

Keman se gana la vida hurgando en montañas de basura. Con una gran sonrisa, este habitante de Bangun, uno de los "pueblos de plásticos" de Indonesia especializado en el reciclaje, celebra haber podido de este modo financiar la educación de sus hijos.

Mientras muchos países buscan limitar el uso de plástico desechable, para Bangun la basura plástica importada es una valiosa fuente de ingresos.

Dos tercios de los habitantes separan y revenden botellas, envoltorios y vasos de plástico usados a las compañías de reciclaje para vivir.

"Tengo tres hijos, todos están en la universidad", dice con orgullo a la AFP Keman, caminando en un mar de basura que le llega a los tobillos.

"Todo eso ha sido posible gracias a mi duro trabajo que es revisar en la basura", explica este hombre de 52 años que, como muchos indonesios, sólo tiene un nombre.

Bangun es uno de los numerosos pueblos pobres de la isla de Java -la más poblada de Indonesia- que se especializaron en el procesamiento de residuos, la mayoría importados de países occidentales como Estados Unidos, Gran Bretaña o Bélgica, pero también de Oriente Medio.

Desde que China prohibió la importación de varias categorías de desechos el año pasado, el reciclaje mundial está en caos y los países occidentales buscan nuevos destinos para los residuos que no lograr procesar.

Los países del Sudeste Asiático se convirtieron en una alternativa privilegiada, incluso si algunos renunciaron debido a los problemas vinculados con esta industria.

Las importaciones de desechos plásticos hacia Indonesia aumentaron de 10.000 toneladas por mes a fines de 2017 a 35.000 toneladas por mes a fines de 2018, según la oenegé Greenpeace.

Desde la decisión china, "la situación empeoró" en Indonesia, subraya Muharram Atha Rasyadi, de la organización ambientalista.

- Una industria "muy rentable" -

Más de 40 camiones llegan cada día a Bangun para descargar desechos delante de las viviendas o en campos donde se forman altas montañas de basura.

Papeleras importan desde hace años desechos variados que vierten en esta antigua localidad agrícola, mezclados a menudo con cargamentos oficiales de papeles reciclables, según defensores del ambiente.

Con las manos desnudas o con rastrillos o palas, los habitantes separan los residuos protegiéndose con una máscara de tela.

En cuclillas en los desechos, Pumisna, de 35 años, hurga para recuperar trozos de aluminio, botellas de plástico o vasos. Eso le permite ganarse varios dólares diarios. A veces encuentra dólares, euros o libras esterlinas.

"Tengo que ganar dinero para hacer las compras, pagar la escuela de mis hijos y alimentarlos", dice la mujer.

Ikhsan, jefe del pueblo, defiende con vigor esta actividad y descarta los riesgos para el medio ambiente o la salud. "Estos residuos son muy rentables para mis conciudadanos y contribuyen a sostener la economía local", dice.

- Desechos transformados en dinero -

Pero los ambientalistas se alarman de las montañas de residuos y afirman que pilas de plásticos no reciclable son quemadas por la noche, provocando emanaciones tóxicas y esparciendo grandes cantidades de microplásticos en las aguas.

Indonesia ya es el segundo país del mundo en cantidad de contaminación marítima detrás de China.

Según un estudio de la Universidad de Georgia en Estados Unidos publicado en la revista Science, el país vierte en el mar entre 480.000 y 1,29 millones de toneladas de residuos por año. Indonesia se comprometió en 2017 a reducir los desechos plásticos en sus aguas en un 70% para 2025.

Las importaciones de desechos "van a costar muy caro, a nuestro sistema de salud y a las generaciones futuras que deberán recuperar el medio ambiente", advierte Prigi Arisandi, especialista de la oenegé Ecoton.

"Y esto no pasa solamente en Bangun. Hay más de cinco pueblos utilizados como vertederos en la provincia de Java oriental", lamenta.

Indonesia reforzó estos últimos meses los controles en los desechos importados para no convertirse en el nuevo basurero de los países occidentales y comenzó a reenviar a Francia, Hong Kong, Australia o Estados Unidos contenedores con basura doméstica, plásticos o materiales peligrosos que habían ingresado ilegalmente.

Alguna regiones indonesias hacen conciencia en la población, como Bali, donde el plástico para un solo uso fue prohibido.

Pero en Bangun, habitantes como Keman ven más bien "los desechos como un tesoro". "¿Por qué? Porque después de haber sacado la basura por la mañana y haberla clasificado, por la noche recibimos el dinero", concluye.

Keman se gana la vida hurgando en montañas de basura. Con una gran sonrisa, este habitante de Bangun, uno de los "pueblos de plásticos" de Indonesia especializado en el reciclaje, celebra haber podido de este modo financiar la educación de sus hijos.

Mientras muchos países buscan limitar el uso de plástico desechable, para Bangun la basura plástica importada es una valiosa fuente de ingresos.

Dos tercios de los habitantes separan y revenden botellas, envoltorios y vasos de plástico usados a las compañías de reciclaje para vivir.

"Tengo tres hijos, todos están en la universidad", dice con orgullo a la AFP Keman, caminando en un mar de basura que le llega a los tobillos.

"Todo eso ha sido posible gracias a mi duro trabajo que es revisar en la basura", explica este hombre de 52 años que, como muchos indonesios, sólo tiene un nombre.

Bangun es uno de los numerosos pueblos pobres de la isla de Java -la más poblada de Indonesia- que se especializaron en el procesamiento de residuos, la mayoría importados de países occidentales como Estados Unidos, Gran Bretaña o Bélgica, pero también de Oriente Medio.

Desde que China prohibió la importación de varias categorías de desechos el año pasado, el reciclaje mundial está en caos y los países occidentales buscan nuevos destinos para los residuos que no lograr procesar.

Los países del Sudeste Asiático se convirtieron en una alternativa privilegiada, incluso si algunos renunciaron debido a los problemas vinculados con esta industria.

Las importaciones de desechos plásticos hacia Indonesia aumentaron de 10.000 toneladas por mes a fines de 2017 a 35.000 toneladas por mes a fines de 2018, según la oenegé Greenpeace.

Desde la decisión china, "la situación empeoró" en Indonesia, subraya Muharram Atha Rasyadi, de la organización ambientalista.

- Una industria "muy rentable" -

Más de 40 camiones llegan cada día a Bangun para descargar desechos delante de las viviendas o en campos donde se forman altas montañas de basura.

Papeleras importan desde hace años desechos variados que vierten en esta antigua localidad agrícola, mezclados a menudo con cargamentos oficiales de papeles reciclables, según defensores del ambiente.

Con las manos desnudas o con rastrillos o palas, los habitantes separan los residuos protegiéndose con una máscara de tela.

En cuclillas en los desechos, Pumisna, de 35 años, hurga para recuperar trozos de aluminio, botellas de plástico o vasos. Eso le permite ganarse varios dólares diarios. A veces encuentra dólares, euros o libras esterlinas.

"Tengo que ganar dinero para hacer las compras, pagar la escuela de mis hijos y alimentarlos", dice la mujer.

Ikhsan, jefe del pueblo, defiende con vigor esta actividad y descarta los riesgos para el medio ambiente o la salud. "Estos residuos son muy rentables para mis conciudadanos y contribuyen a sostener la economía local", dice.

- Desechos transformados en dinero -

Pero los ambientalistas se alarman de las montañas de residuos y afirman que pilas de plásticos no reciclable son quemadas por la noche, provocando emanaciones tóxicas y esparciendo grandes cantidades de microplásticos en las aguas.

Indonesia ya es el segundo país del mundo en cantidad de contaminación marítima detrás de China.

Según un estudio de la Universidad de Georgia en Estados Unidos publicado en la revista Science, el país vierte en el mar entre 480.000 y 1,29 millones de toneladas de residuos por año. Indonesia se comprometió en 2017 a reducir los desechos plásticos en sus aguas en un 70% para 2025.

Las importaciones de desechos "van a costar muy caro, a nuestro sistema de salud y a las generaciones futuras que deberán recuperar el medio ambiente", advierte Prigi Arisandi, especialista de la oenegé Ecoton.

"Y esto no pasa solamente en Bangun. Hay más de cinco pueblos utilizados como vertederos en la provincia de Java oriental", lamenta.

Indonesia reforzó estos últimos meses los controles en los desechos importados para no convertirse en el nuevo basurero de los países occidentales y comenzó a reenviar a Francia, Hong Kong, Australia o Estados Unidos contenedores con basura doméstica, plásticos o materiales peligrosos que habían ingresado ilegalmente.

Alguna regiones indonesias hacen conciencia en la población, como Bali, donde el plástico para un solo uso fue prohibido.

Pero en Bangun, habitantes como Keman ven más bien "los desechos como un tesoro". "¿Por qué? Porque después de haber sacado la basura por la mañana y haberla clasificado, por la noche recibimos el dinero", concluye.

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