Como en una película de ciencia ficción, hace 14 años, Estados Unidos llevó a cabo una peligrosa misión junto al gobierno de Chile para transportar 18 kilos de uranio a California a fin de proteger la seguridad mundial.
La misión comenzó la noche del 26 de febrero, justo un día antes del terremoto de magnitud 8.8 que azotó Chile en 2010. Ese día, el subadministrador adjunto de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear de Estados Unidos (NNSA), Andrew Bieniawski, se reunió con su equipo y el entonces embajador de ese país.
El objetivo de EU era encontrar las reservas de uranio enriquecido que tenían en otros países y convencerlos que los dejaran llevarlos a suelo estadounidense para reconvertirlo, pues era el único país que contaba con tecnología para hacerlo. Además de que se buscaba impedir que cayera en manos de presuntos terroristas.
El descubrimiento del uranio tuvo gran relevancia en el siglo XX, especialmente porque puede utilizarse para dar energía a las ciudades y destruirlas, y es que dicho elemento radiactivo es imprescindible para fabricar bombas atómicas.
Una misión altamente peligrosa
Aunque ambos países habían acordado que la misión se llevaría a cabo a finales de febrero del 2010, las réplicas del terremoto complicaron la tarea pues quedaron incomunicados, además de no tener noticias de lo que había ocurrido con el uranio que se encontraba almacenado en la base militar Lo Aguirre en Santiago.
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Sin embargo, unas horas antes del terremoto, ingenieros de la NNSA supervisaron la instalación de limitadores de impacto sobre el uranio que se trasladaría, el cual consistía en un mecanismo que lo protege ante posibles explosiones, aunque jamás se imaginaron que pronto vendría un terremoto.
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Después, las maniobras continuaron. Al principio se pensó en enviar el material radiactivo al puerto de San Antonio, pero fue destruido por un tsunami. Por lo que Bieniawski, su equipo, y funcionarios chilenos planificaron una nueva ruta en medio de las réplicas del terremoto.
Con el nuevo plan también hubo inconvenientes, ya que planearon trasladarlo al puerto de Valparaíso, desde donde saldrían dos barcos estadounidenses con el cargamento, a fin de que ninguno transportara lo suficiente para fabricar una bomba. Pero en este caso falló una de las grúas y ocho contenedores estuvieron en riesgo de caer y provocar una tragedia.
Pese a las dificultades, el 2 de marzo de 2010 lograron zarpar dos barcos a Estados Unidos, donde el uranio fue reconvertido en combustible seguro.
"Me parece una buena medida el hecho de que no mantengamos en nuestro país elementos que puedan significar alguna situación crítica y creo que la medida que se toma es práctica y nos alinea en la tendencia mundial de que este tipo de productos sean estabilizados y guardados en los lugares que, para ese objetivo, se han construido", dijo tras la misión Baldo Prokurica, integrante de la Comisión de Minería.
Al finalizar la misión, Bieniawski también dijo que no se trató de un misión secreta como se había asegurado, solo que era reservada por el alto nivel de peligro que representaba.