ROMA. Se trató de un auténtico ultimátum. El jefe del gobierno italiano, Giuseppe Conte, pidió a los líderes de las dos formaciones que integran el Ejecutivo que digan, de manera “clara y rápida”, si tienen intenciones de seguir adelante con un espíritu de cohesión y lealtad, ya que en el clima actual, de conflicto y litigio cotidiano, no se puede seguir adelante. En caso contrario, subrayó, renunciará a su mandato y se ira con toda seguridad a nuevas elecciones.
Giuseppe Conte convocó una conferencia de prensa para anunciar que no está dispuesto a seguir así. Y se dirigió a Matteo Salvini, líder de la Liga, y Luigi Di Maio, número uno del Movimiento 5 estrellas (M5E), instándolos a definir sus verdaderos objetivos y si quieren trabajar de común acuerdo. Naturalmente, para ello deben abandonar el clima de “campaña electoral”, de adversarios y no de socios, y volver al espíritu de colaboración que llevó hace un año al nacimiento del gobierno.
Es curioso que Conte haya abierto de hecho una pre-crisis en una rueda de prensa y no en un consejo de ministros.
El primer ministro quiso tal vez desmentir públicamente la opinión unánime, según la cual quienes mandan realmente en el Ejecutivo son Salvini y Di Maio, que además de viceprimeros ministros son, respectivamente, ministro del Interior y ministro del Trabajo. Una opinión confirmada claramente en este primera año de gobierno.
Por lo pronto, Conte amenazó con renunciar a su mandato, con una iniciativa dictada probablemente porque no quiere seguir pasando como un primer ministro que no ejerce plenamente sus funciones, sometido al poder de los dos aliados.
Tanto el M5E como la Liga tienen casi siempre la última palabra en las decisiones importantes, no siempre compartidas por ambos y a menudo objeto de fuertes contrastes y de acusaciones recíprocas. Y será sin duda uno de ellos el que decidirá cuándo poner fin a esta experiencia de gobierno: el favorito en este caso es Salvini.