PARÍS. El líder de la coalición de derecha Likud, Benjamin Netanyahu, logró ser reelegido para un quinto mandato como primer ministro de Israel, pero su futuro político está seriamente amenazado por la justicia, que ayer mismo volvió a la carga en tres procesos abiertos por corrupción.
La victoria de Netanyahu, que gobierna el país desde hace 13 años, quedó virtualmente sacralizada cuando su principal rival, Benjamin Gantz, candidato de coalición centrista Celeste y Blanco, reconoció su derrota. Los dos dirigentes obtuvieron 35 diputados cada uno. Ambos pueden reivindicar esos resultados como una brillante victoria: Netanyahu, en primer lugar, porque logró que el Likud ganara cinco escaños más que en la elección anterior, mientras que su adversario se encumbró -en tres meses de campaña- como un líder de dimensión nacional capaz de rivalizar mano a mano con el hombre fuerte de Israel.
A pesar de la paridad que existe entre ambos candidatos, sólo Netanyahu está en condiciones de promover una política de alianzas que le permitirá reunir la mayoría de 61 curules en la Kneset de 120 escaños, gracias al apoyo de los partidos ultranacionalistas y religiosos.
Los analistas estiman que la alianza que sostendrá a Netanyahu totalizará al menos 65 escaños e incluso podría llegar a 70.
Esa cómoda mayoría le dará cierta base de legitimidad electoral para resistir la ofensiva del fiscal general, Avijai Mandelblit, que encabeza las investigaciones contra Netanyahu por “soborno, fraude, corrupción y abuso de confianza”. Los aliados del primer ministro en la Cámara de Diputados anticiparon que, aunque sea imputado, mantendrán su apoyo.
Los abogados del primer ministro habían obtenido una tregua judicial hasta que terminaran las elecciones.
Sin darle un minuto, apenas terminada la batalla de las urnas el fiscal anunció que hoy (jueves) transmitirá a los abogados del jefe de gobierno las pruebas que lo incriminan para que pueda preparar su defensa. Luego Avijai Mandelblit organizará una serie de audiciones preliminares para decidir si Netanyahu debe ser oficialmente inculpado y procesado.
Fuentes cercanas al Likud indicaron que Netanyahu espera aprovechar su nueva fuerza política para aprobar en el Parlamento una ley que le daría inmunidad judicial durante toda la duración de su nuevo mandato de cuatro años.
Jamás en la historia de Israel un primer ministro estuvo tan cerca de ser inculpado. Pero, en el actual estado de las investigaciones, nada obliga a Netanyahu a renunciar.