/ lunes 2 de marzo de 2020

Wenzhou, la capital mundial del calzado, sufre por Covid-19

Los empleados de las fábricas en Wenzhou no han podido regresar de las vacaciones de Año Nuevo

En Wenzhou, la capital mundial del calzado, las fábricas funcionan a media máquina debido a la epidemia de coronavirus, que dificulta el regreso de vacaciones de los obreros que quedaron confinados en sus provincias de origen.

En este periodo del año, la fábrica de calzado Xuda suele estar a pleno rendimiento, después de que los empleados hayan regresado de las vacaciones del Año Nuevo lunar.

Pero la epidemia de Covid-19 ha frenado parte de la maquinaria tan bien engrasada de la planta, en la que trabajan un millar de personas, en Wenzhou, ciudad costera orientada a la exportación, a unos 450 kilómetros al sur de Shanghái.

Sólo un tercio de la mano de obra sigue trabajando en la fábrica, mientras que el resto de los empleados está bloqueado por las restricciones a los transportes, medidas de cuarentena o por el miedo a viajar en un periodo de contagio potencial.

En China hay unos 240 millones de trabajadores migrantes, campesinos empleados en las regiones industrializadas del este y del sur del país. Estos suelen volver a sus casas por el Año Nuevo chino, que cayó el 25 de enero, justo cuando empezaban a aplicarse las primeras medidas de cuarentena en Hubei (centro), donde emergió la epidemia.

La neumonía ha infectado a casi 80 mil personas en China continental, donde fallecieron casi tres mil enfermos.

A la fábrica Xuda le tomará semanas recuperar su capacidad de producción anual, de unos siete millones de pares, admitieron los directivos de la empresa.

La situación es particularmente tensa en Wenzhou, pues es una de leas ciudades más afectadas fuera de Hubei, con un muerto y 500 casos de contagio. El ayuntamiento de la ciudad, que cuenta con unos tres millones de habitantes en su zona urbana, impuso a principios de febrero medidas de confinamiento muy estrictas y restringió la circulación.

"Las fábricas que quieren arrancar no tienen mano de obra suficiente. La economía de la ciudad sufrirá, necesariamente", observó Yang Wenjiang, uno de los jefes de Xuda.

"Sin obreros, no podemos producir y si no podemos reanudar la actividad, no podemos aceptar pedidos", explicó.

La actividad manufacturera en China cayó en febrero a un nivel nunca visto, según un indicador publicado el sábado.

Pero es que ni las cifras hacen falta: un simple paseo por las zonas industriales de Wenzhou, cuyo tejido industrial está especializado, además del calzado en la moda y la industria óptica, basta para ver que la economía china está paralizada.

Por la avenida Capital del Calzado, decenas de fábricas especializadas en ese sector están cerradas o trabajando a muy bajo rendimiento. El ambiente recuerda al de una ciudad fantasma.

Para incitar a sus trabajadores a que acudan a trabajar, Xuda ha fletado autobuses que recogen a los empleados, a veces a más de mil km de distancia.

Es el caso de Wang Changwen, de 28 años, feliz porque la semana pasada pudo regresar a Wenzhou desde su provincia, Guizhou, en el suroeste.

A los obreros que no retoman el trabajo no se les paga, por lo que las familias en zonas rurales pierden mucho dinero. "En mi pueblo, la gente está preocupada. Los ingresos están bajando", explicó Wang.

Según Pekín, la mayoría de las empresas industriales reanudó la actividad, pero según analistas independientes, sólo un tercio de los obreros se ha reincorporado a sus puestos de trabajo.

Wang Jin, propietario de una fábrica de gafas, Azure Eyeglass Company, asegura que su empresa ya alcanzó 50 por ciento de su capacidad de producción y que, para finales de mes, rendirá a 90 por ciento.

"Si limitamos las pérdidas a 15 por ciento anual, estaremos contentos", dijo.

Pero Chris Schell, director para China de Sourcing Allies, un gabinete sueco que ayuda a las empresas a encontrar productores en China, apuntó que la epidemia podría disuadir a los compradores de viajar al país para hacer encargos. Aún así, la caída no debería prolongarse, pues China "está tan metida en la senda del éxito que un viaje de menos no la hará tropezar".

En Wenzhou, la capital mundial del calzado, las fábricas funcionan a media máquina debido a la epidemia de coronavirus, que dificulta el regreso de vacaciones de los obreros que quedaron confinados en sus provincias de origen.

En este periodo del año, la fábrica de calzado Xuda suele estar a pleno rendimiento, después de que los empleados hayan regresado de las vacaciones del Año Nuevo lunar.

Pero la epidemia de Covid-19 ha frenado parte de la maquinaria tan bien engrasada de la planta, en la que trabajan un millar de personas, en Wenzhou, ciudad costera orientada a la exportación, a unos 450 kilómetros al sur de Shanghái.

Sólo un tercio de la mano de obra sigue trabajando en la fábrica, mientras que el resto de los empleados está bloqueado por las restricciones a los transportes, medidas de cuarentena o por el miedo a viajar en un periodo de contagio potencial.

En China hay unos 240 millones de trabajadores migrantes, campesinos empleados en las regiones industrializadas del este y del sur del país. Estos suelen volver a sus casas por el Año Nuevo chino, que cayó el 25 de enero, justo cuando empezaban a aplicarse las primeras medidas de cuarentena en Hubei (centro), donde emergió la epidemia.

La neumonía ha infectado a casi 80 mil personas en China continental, donde fallecieron casi tres mil enfermos.

A la fábrica Xuda le tomará semanas recuperar su capacidad de producción anual, de unos siete millones de pares, admitieron los directivos de la empresa.

La situación es particularmente tensa en Wenzhou, pues es una de leas ciudades más afectadas fuera de Hubei, con un muerto y 500 casos de contagio. El ayuntamiento de la ciudad, que cuenta con unos tres millones de habitantes en su zona urbana, impuso a principios de febrero medidas de confinamiento muy estrictas y restringió la circulación.

"Las fábricas que quieren arrancar no tienen mano de obra suficiente. La economía de la ciudad sufrirá, necesariamente", observó Yang Wenjiang, uno de los jefes de Xuda.

"Sin obreros, no podemos producir y si no podemos reanudar la actividad, no podemos aceptar pedidos", explicó.

La actividad manufacturera en China cayó en febrero a un nivel nunca visto, según un indicador publicado el sábado.

Pero es que ni las cifras hacen falta: un simple paseo por las zonas industriales de Wenzhou, cuyo tejido industrial está especializado, además del calzado en la moda y la industria óptica, basta para ver que la economía china está paralizada.

Por la avenida Capital del Calzado, decenas de fábricas especializadas en ese sector están cerradas o trabajando a muy bajo rendimiento. El ambiente recuerda al de una ciudad fantasma.

Para incitar a sus trabajadores a que acudan a trabajar, Xuda ha fletado autobuses que recogen a los empleados, a veces a más de mil km de distancia.

Es el caso de Wang Changwen, de 28 años, feliz porque la semana pasada pudo regresar a Wenzhou desde su provincia, Guizhou, en el suroeste.

A los obreros que no retoman el trabajo no se les paga, por lo que las familias en zonas rurales pierden mucho dinero. "En mi pueblo, la gente está preocupada. Los ingresos están bajando", explicó Wang.

Según Pekín, la mayoría de las empresas industriales reanudó la actividad, pero según analistas independientes, sólo un tercio de los obreros se ha reincorporado a sus puestos de trabajo.

Wang Jin, propietario de una fábrica de gafas, Azure Eyeglass Company, asegura que su empresa ya alcanzó 50 por ciento de su capacidad de producción y que, para finales de mes, rendirá a 90 por ciento.

"Si limitamos las pérdidas a 15 por ciento anual, estaremos contentos", dijo.

Pero Chris Schell, director para China de Sourcing Allies, un gabinete sueco que ayuda a las empresas a encontrar productores en China, apuntó que la epidemia podría disuadir a los compradores de viajar al país para hacer encargos. Aún así, la caída no debería prolongarse, pues China "está tan metida en la senda del éxito que un viaje de menos no la hará tropezar".

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