Dulce María Díaz, La Voz de la Frontera
El robo de identidad es un delito que no reconoce estatuslegales, y en el caso de Estados Unidos todas las normas deseguridad establecidas pueden ser burladas tanto por profesionalesen el rubro como por tratantes de indocumentados.
Originario de Guadalajara, Jalisco, Jorge García es uno de lostantos mexicanos en busca de mejorar su economía y, gracias a suesfuerzo y a que encontró pareja de aquel lado, logró inclusohacerse de documentos de residencia hace más de 20 años.
El destino le preparaba una sorpresa: sus papeles fueronclonados por los “coyotes” o “polleros”, quienes al tomarsus datos lo dejaron desprotegido.
“Mi identidad fue robada, mi seguro, mi mica, mis cosas; poreso estoy aquí, muchos ‘coyotes’ las están robando”,menciona.
Debido a ello, Jorge optó por seguir trabajando en su lugar deresidencia, Indio, California, donde con papeles falsos vivióplácidamente con su familia hasta hace tres meses, cuando lasautoridades estadunidenses descubrieron su situación y lodeportaron.
“Mis tickets estaban a nombre de otro señor; robaron miidentidad, la de mi esposa, la de mi hijo, pero como ellos sonciudadanos americanos no les afectó, solo a mí”.
El tapatío de nacimiento mencionó que desde que llegó aMexicali su familia, desde lejos, ha estado con él enviándoledinero para subsistir en lo que el Gobierno de EU soluciona susituación; mientras, es parte de los miles de migrantes quediariamente hacen fila en el parque “Héroes de Chapultepec”,donde asociaciones civiles les ofrecen comida, bebidas y hastaropa.