“A punto de pistola, los maleantes me sacaron de mis tierras, mi ranchito, donde a nadie molestábamos. Esos canijos llegaron, dos disparos al aire soltaron y mejor corrimos a sacar nuestros papeles de la casa y afortunadamente nos dejaron salir vivos”, expresó quien solo se identificó como Heleodoro al iniciar el relato del terror que vivieron antes de salir de Huixtla, Chiapas.
A casi tres meses de haber llegado a la frontera norte desde su lugar de origen, el chiapaneco está con su familia en casa de una sobrina que habita con su esposo e hijos y en espera de poder llegar a Estados Unidos para lograr una mejor condición de vida.
"Perdí lo que con mucho esfuerzo logré, los malandros esos están desatados, nadie les pone un alto y esto sé que no solo pasa allá, en todos lados la violencia está a diario, pero mientras podamos y estemos con fuerzas vamos a salir adelante”, narró a El Heraldo de Juárez.
Con dos maletas, tres hijos y su esposa, Heleodoro llegó a Juárez con tristeza, incertidumbre por saber si su ingreso a Estados Unidos sería inmediato para poder comenzar nuevamente.
“Los centavos no rinden, los gastos son muchos, pero la llevamos poco a poco, mi tesoro es mi familia y después era mi rancho... me lo dejó mi padre, lo perdí, preferí la vida de mis hijos, mi esposa y la mía”, externó el hombre de 53 años con lágrimas en los ojos y presionando fuertemente sus manos.
"Actualmente, estamos apoyándonos con la venta de comida en la zona Centro, son gorditas rellenas de carne y tamalitos, no queremos ser una carga para mi sobrina que nos recibió", mencionó.
“Hasta ahorita la Ciudad de Juárez nos ha recibido bien, el trayecto para llegar fue en camión, nos dio miedo el avión; pensábamos que necesitaríamos documentos para poder subirnos, pero mejor todo por carretera, no tenemos malas experiencias, solo una gran tristeza por tener que dejarlo todo”, dijo con la mirada al cielo.
“Mis hijos ya están trabajando; en la maquila pudieron conseguir trabajo, bueno, solo dos de ellos, mi mujer y yo vendiendo comida, el más pequeño no puede, debe estar en casa; queremos conseguir un ahorro para cuando podamos estar allá con los gringos”, mencionócon una sonrisa en el rostro.
Anselmo, el hijo mayor, con un semblante de tristeza, externó: “Es muy difícil ver cómo le ponen una pistola a mi papá solo porque nuestro rancho les gustó".
Las autoridades recomendaron alejarnos, dejar Huixtla, nuestras vidas, nuestras amistades; me ha deprimido
Finalmente, Heleodoro aseguró que mientras tenga vida y fuerzas en sus extremidades, verá por el bien de su familia, buscará darles la oportunidad de tener un mejor hogar.