Velvet González, El Heraldo de Chihuahua
Los migrantes exponen su vida para conseguir el sueñoamericano; pasan días sin comer, duermen en la calle, debentrabajar de pueblo en pueblo en lo que sea con tal de seguir yllegan a tomar hasta 20 trenes durante su viaje.
Juan, oriundo de Honduras, relata que ha sido víctima de abusospor parte de personas que intentaron quitarle el poco dinero quelogró traer consigo; además, señala, durante el trayecto hatenido que soportar diversas lesiones en piernas y espalda alsubirse a los trenes en movimiento. “Muchos no la libran, se caeny ahí se quedan; es feo ver eso, uno no puede hacer nada. Estriste, pero uno tiene que seguir el camino esperando llegar conbien”.
Además de viajar con gran riesgo y soportar las inclemenciasdel tiempo, deben soportar una fuerte carga emocional, puesgeneralmente viajan solos, aunque hay algunos que deciden emprenderla aventura con al menos un amigo desde su lugar de origen.
“Es la única forma, hay que arriesgar, más que por uno porla familia que espera, porque en mi tierra no hay trabajo; estuvede jornalero algún tiempo hasta que el trabajo se acabó y aquíandamos, buscando una mejor oportunidad”, comparte Juan mientrasbajo un puente toma un poco de café y comida que asociacionesciviles y vecinos de los diferentes puntos donde se encuentranllevan de manera altruista.
Pese a que los inmigrantes aceptan que durante su viaje sufrenacoso y abuso, robos, extorsión, intimidación y amenazas, decidencontinuar; incluso cuando lo han padecido una vez, estándispuestos a hacerlo de nueva cuenta, y ni la llegada de unpresidente como Donald Trump los hará desistir de su sueñoamericano.