Enfundadas en coloridos vestidos que reflejan la tradición de los pueblos prehispánicos mexicanos, y portando las tan significativas estolas de plumas, flores y sombreros, es como se observan 10 esplendorosas catrinas en el centro de la emblemática Plaza de Armas, elaboradas con manos de artesanos tabasqueños.
Y es que con la llegada del mes de noviembre, fue desde ayer cuando se colocaron las imágenes en tamaño gigante de estas embajadoras de la muerte, cuya historia comienza desde los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz.
De los 10 ejemplares, la que más llama la atención a los ojos de los villahermosinos que se dan cita para tomar fotografías, es la portadora de la vestimenta tabasqueña de gala que se observa con una falda azul estilizada con decoraciones de flores y la típica blusa con distintivos también floreados.
Imponentes, tenebrosas y coloridas, montan guardia al pie del palacio de gobierno a la vista también de turistas que por minutos de paran para observar los detalles y el significado tradicional mexicano que las envuelve.
Cuenta la historia que durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz las imágenes de esqueletos y calaveras eran una forma común de denuncia y de crítica social en las publicaciones de la época que usaron varios caricaturistas como Constantino Escalante, Santiago Hernández y Manuel Manilla.
En tanto, la versión original es un grabado en metal con autoría del caricaturista José Guadalupe Posada bajo el nombre de Calavera Garbancera.