Enclavado en el cerro de La Cantera, la figura de El Rey o El Dador de Agua es el petroglifo más completo de la zona arqueológica de Chalcatzingo que representa un ritual de propiciación de la lluvia y cuyo personaje principal tiene una postura propia de un gobernante o sacerdote.
Hay quienes piensan que fue él quien protegió a las estructuras de este asentamiento olmeca construido alrededor del siglo XV.
Ubicada en Jantetelco, en la región del valle de Morelos, esta zona arqueológica fue una de las que menos daños sufrieron durante el sismo del 19 de septiembre. Excepto por algunas fisuras en los monumentos y las grietas leves que se abrieron en su pirámide principal, el resto del lugar se mantiene intacto.
Para la arqueóloga Carolina Meza Rodríguez, responsable del lugar por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el cerro de La Cantera, donde se encuentra El Rey, fue el responsable de haber evitado estragos mayores, algo que no ocurrió en otras zonas prehispánicas del país:
“Gracias a esta mole de roca que tenemos como respaldo, que es el cerro, el golpe de las ondas sísmicas se contuvo, así que tenemos una gran ventaja”, explicó la arqueóloga. Pero, para ella lo que ocurrió en Chalcatzingo va más allá de las explicaciones técnicas y vuelve a poner de manifiesto, como en sus orígenes, la importancia espiritual de un sitio como éste, a cuyos lados se expande el verdor y la fertilidad del valle de Amilpas.
“Por algo es un lugar sagrado y una zona arqueológica que fue privilegiada desde épocas muy tempranas”, afirmó.