Tras levantarse en armas el 1 de enero de 1994, los zapatistas tomaron como trinchera los asentamientos indígenas, sitios de usos y costumbres de Chiapas. De esta forma surgen los Caracoles (comunidades autónomas) en varios regiones rurales.
Madre de los Caracoles del Mar de Nuestros Sueños se asentó en la comunidad denominada La Realidad.
El Caracol Torbellino de Nuestras Palabras está situado en ejido Morelia.
Caracol Resistencia Hacia un Nuevo Amanecer, en ejido La Garrucha.
El Caracol que Habla Para Todos, en Roberto Barrios.
Caracol Resistencia y Rebeldía por la Humanidad, en el búnker por muchos de los encapuchados: Oventic.
Oventic, la insignia zapatista
Oventic está ubicado en el municipio de Larrainzar, en los Altos de Chiapas. Sitio cubierto por árboles, brusca vegetación y carácter fuerte de sus pobladores indígenas.
Por muchos años ha sido el estandarte y refugio de los zapatistas, y uno de los lugares más frecuentados por el Subcomandante Galeano (antes Marcos).
Este Caracol zapatista se localiza a 150 kilómetros de San Cristóbal de las Casas y al llegar se adentra a otra parte de la historia de México: la de los pueblos nativos, sus carencias, costumbres e idiosincrasia.
Oventic es el estandarte de los pueblos originarios, tanto que en enero de 2017, 525 comunidades indígenas de todo el país se congregaron allí para anunciar que buscarían a una representante a la Presidencia de México: Marichuy.
Y aunque el proyecto no se concretó, los zapatista daban un golpe al sistema político mexicano con su reaparición en la vida social del país, aún más acentuada cuando declinaron la invitación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador para trabajar en conjunto por el bien común de todos los pueblos olvidados.
“No, gracias”, resumió Galeano en un comunicado a nombre de todos los encapuchados e indígenas.