Yesenia Mollinedo Falconi recibió una llamada e inmediatamente le habló a su madre como si estuviera sentenciando lo que le esperaba. Antes de ser asesinada, confesó a su madre que sentía miedo; que había recibido amenazas por teléfono y personas sospechosas comenzaban a memorizar sus rutas de trabajo.
Era la primera vez que se comportaba así. “Tuve ocho hermanos y puedo decirte que siete son miedosos, menos Yesenia. Si ella tenía sospechas de ti, te paraba y te enfrentaba, pero anduvo rara los últimos días”, dice Ramiro Mollinedo, hermano de la fundadora del periódico Veraz, acribillada el pasado 9 de mayo junto a su camarógrafa, Sheila Johana García Olivera.
El temor de Yesenia pudo llegar a ser incomprendido, porque se dio en medio de un aparente cese a los delitos de alto impacto en Cosoleacaque, municipio donde poseía un ramillete de fuentes del ámbito político y hasta una relación cercana con la familia Vázquez Parissi, caciques emanados del PRI que han gobernado de manera ininterrumpida los últimos 11 años.
De acuerdo con cifras oficiales, Cosoleacaque y Minatitlán -ciudad conurbada que también cubría Yesenia pero en menor medida- apenas sumaba 6 asesinatos y cero secuestros de enero a marzo de 2022. Esta incidencia delictiva, que pudiera ser alarmante en cualquier otra región del país, era sinónimo de calma en la zona petrolera del sur veracruzano.
Autoridades estatales traducen esta tranquilidad como un dominio preponderante del Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) en esta zona donde el gremio más flagelado era el empresarial. Al menos 100 negocios cerraron en Minatitlán durante los dos primeros meses de este año, la mayoría a causa del cobro de piso (extorsión), dijo Jorge Hernández, expresidente local de la Canaco.
En esas condiciones reporteaba Yesenia Mollinedo junto a Sheila Johana García, a quien hace cuatro meses había acreditado como colaboradora del periódico Veraz. Ellas sostenían una relación sentimental que hoy es utilizada por personajes auspiciados por el gobierno de Veracruz para aderezar las redes sociales con morbo.
Los últimos días de Sheila Johana fueron distintos al de su compañera. Aunque no estudió periodismo, el oficio le regalaba nuevas oportunidades, reconocen sus familiares. La mujer de 33 años se alejaba del alcoholismo y se acercaba a sus tres hijos menores de edad con quienes no vivía pero disfrutaba los fines de semana en el cine.
La última cobertura
Yesenia es referida por sus compañeros como una persona huraña y mal encarada, que recientemente mostraba un mejor semblante después que ayuntamientos de la zona sur aceptaron contratar publicidad con cientos de medios de comunicación que se distribuyen en la región.
La mañana del nueve de mayo, Yesenia conducía un vehículo Ford Fiesta color gris que recientemente había sacado del taller mecánico, donde permaneció meses guardado. En un grupo de WhatsApp reportaron el aseguramiento de armas en la colonia centro de Minatitlán y la detención de tres personas. Ella le pidió a Sheila que la acompañara a cubrir la noticia.
“Mi hermana fue pero ni se bajó del carro. Hay audios donde le hacen burla los compañeros pero ella decía que para qué si ya había visto cuántos detenidos eran. Ella casi no cubría policiaca, lo suyo era la política”, explica Ramiro Mollinedo.
Después de esa cobertura Yesenia aun contactó a otro de sus amigos para decirle que hacía mucho calor, que adónde se reunirían. Horas más tarde las dos regresaron a Cosoleacaque y se estacionaron en un OXXO de la colonia Cerro Alto. Allí fueron interceptadas por al menos dos hombres que dispararon al menos en 16 ocasiones. Posteriormente huyeron a bordo de motocicletas. Yesenia falleció al instante; Johana camino al hospital.
El gobernador, Cuitláhuac García, evidenció este 10 de mayo la complejidad del crimen con un mensaje a medios donde reconoció que, a 24 horas del atentado, existen cuatro líneas de investigación que analiza todo un equipo de expertos en la Fiscalía General del Estado (FGE).
El historial de amenazas
El miedo permea en los velorios de Yesenia y Sheila. En la colonia Gravera, frente al completo petroquímico de Minatitlán, no más de diez personas resguardan el ataúd de madera de la camarógrafa. Su padre, Artemio, permanece en silencio la mayor parte del tiempo y comparte lo que ya significa para él el número 33.
“A los 33 años falleció mi esposa de un derrame en el cerebro, cuando nació Sheila. Y ahora a los 33 años me quitan a mi hija. Miren que guapa era”, dice el hombre encorvado mientras sostiene una foto de Sheila con la leyenda “Descansa en paz”.
La familia pide respeto a la prensa y seguridad en la vivienda al gobierno. Ellos, sin dar pormenores, refieren que Sheila Johana fue objeto de un ataque violento en el año de 2020.
En la vivienda de Yesenia el panorama no es tan distinto al de Sheila. Poca gente, pocos mensajes de pésame y escuetas protestas de periodistas en las calles. “Hay miedo por todo lados”, se justifican unos de ellos.
Familiares de Yesenia Mollinedo advierten que se deben considerar los últimos diez días de la periodista. El pasado 30 de abril acudió a un evento del Día del Niño en una colonia de Cosoleacaque donde contó a su madre que hombres sospechosos la siguieron en una moto.
El cuatro de mayo, a las 12 de la noche, reportó alterada que ahora era seguida por el taxi número 3584 que tripulaban dos hombres de complexión robusta. “Le gritaron por el cristal que la iban a matar”.
Pero los antecedentes de amenazas y hostigamiento van más atrás. Si bien, Cosoleacaque y Minatitlán pintaban para ser uno de los polos de desarrollo más grande, se convirtió en el principal foco rojo de inseguridad para periodistas en el estado, según reporteros.
De acuerdo con Jorge Hernández, integrante de la Cámara Nacional de Comercio (CANACO), durante 2022 más de 100 negocios en Minatitlán y Coatzacoalcos cerraron sus puertas, debido al pago de cuotas, una práctica ilegal que continúa en la zona.
A Yesenia, el pago de cuota le obligó a pagar un monto cada tanto, para continuar con su medio, que en ese entonces era impreso y se distribuía cada semana, relata uno de sus hermano.
A más de un día de su asesinato, el ahora portal digital no muestra información y sus redes sociales se encuentran desactualizadas.
Los rostros de familiares y compañeros muestran cansancio y hartazgo. No entienden las razones exactas del ataque y piden justicia.
Ramiro Mollinedo Falconi, hermano de Yesenia, también periodista, se enteró de la noticia a través de una llamada. El hombre conocía el historial de amenazas de las que era objeto Yesenia.“Hace como 15 días le iban a poner en su madre”, dijo.
Ramiro nunca pensó que su hermana sería asesinada, “Yesenia era de huevos, esa Yesenia te enfrentaba”.
Yesenia, quien siempre portaba una coleta de caballo, padecía diabetes y le faltaba un diente, era conocida entre el gremio periodístico por su carácter fuerte y su voz de mando, podía salir a las seis de la mañana y regresar a media noche y su energía seguía.
Quienes la conocieron en vida, aseguraron que la información presuntamente difundida por elementos periciales, los tomó por sorpresa. La mujer no tenía antecedentes de drogas o portación de armas.
Antecedentes de persecución y extorsión
Los asesinatos de Yesenia y Johana, de 45 y 33 años, se unen a las cifras de reporteros y comunicadores lacerados en Veracruz.
Suman 11 a nivel nacional y tres en Veracruz, durante 2022, según cifras de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas (CEAPP).
A Yesenia le preocupaban estas cifras. Desde hace algunos meses se convirtió en carnada de sujetos desconocidos que la atacaban y perseguían mientras realizaba su trabajo como reportera.
En el 2016, cuando Yesenia se dedicaba a la compra y venta de pet y fierros, sujetos desconocidos la abordaron, la golpearon y la dejaron botada en el lugar.
“Le perdonaron la vida, pero le salía pus del seno. Por eso la iban a operar, se estaba tratando”, apuntó su hermano.
Luego de ese evento, a sus familiares los secuestraron y extorsionaron; decidieron desplazarse a ciudades y estados colindantes.
Yesenia decidió quedarse en Cosoleacaque con su madre, quien la acompañó hasta el último momento. Esa decisión le costó la vida, aseguró su hermano.
El pasado 30 de abril, la reportera fue correteada y perseguida, mientras salía de un evento del presidente municipal en el parque Ordaz, en el que festejaron el Día del Niño. Yesenia logró escapar y se refugió con su familia.
Para el ocho de mayo, dos hombres la siguieron muy de cerca a bordo de motocicletas y luego en un carro. “Eran municipales”, atinó a decir su hermano.
Un día después fue asesinada.
Johana, carrera fugaz en el periodismo
Sheila Johana García Olivera fue encontrada junto con Yesenia, en el mismo automóvil, de su mano colgaba una credencial que la acreditaba como camarógrafa de del medio, El Veraz.
Johana era madre de tres hijos menores de edad, seis, 11 y 15 años, comenzó su carrera en los medios hace aproximadamente seis meses, según familiares.
La mujer se mostraba emocionada por salir diariamente a grabar los hechos diarios de la zona.
Su cuerpo es velado desde el martes 10 de mayo en su casa, ubicada en la colonia Gravera, a casi media hora de donde fue asesinada.
Su padre y familiares no pudieron aguantar las lagrimas al ver llegar su cuerpo. El ambiente caliente de Minatitlán, abona al ajetreo familiar.
La mujer se encontraba alejada de sus familiares, pero se mantenían informados sobre su vida.
Su cuerpo será enterrado mañana miércoles 11 de mayo, casi al mismo tiempo que Yesenia.
Desde hace 17 años, se tiene un registro de 31 periodistas asesinados y siete desaparecidos, por lo que periodistas piden parar con la criminalización y victimización del gremio.
El gobierno de Veracruz ante el asesinato de Yesenia y Johana
El gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, junto con la fiscal general del estado, Verónica Hernández Giadáns, dijeron que el asesinato de las dos periodistas no quedaría impune.
La Fiscalía anunció que se trabaja en cuatro líneas de investigación, dos de ellos sugeridos por los primeros indicios en el lugar de los hechos, lo indagados por la propia institución y otro más por su actividad periodística.
Mientras los organismos públicos declaran sobre el tema, las viviendas de Yesenia y Johana se encuentran resguardadas por elementos de la Policía Municipal, iniciaron tres patrullas y solamente queda una.
Por su parte, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, calificó los hechos como cobardes y malvados.
"La libertad de prensa está bajo ataque y exige una respuesta urgente para terminar con la crecida de violencia contra periodistas", escribió.
Después del crimen, las familias y el gremio pide una justicia.
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